Lo que pasó con las elecciones de las vocerías y comisionadurías de los batallones del PSUV, es para coger palco. Y la absoluta confidencialidad en que ello se ha mantenido, así lo confirma.
Que diputados, gobernadores, ministros, viceministros, alcaldes, legisladores regionales, altos funcionarios del Estado, concejales, etc., hayan sido “derrotados” en sus respectivos batallones, o que se inhibieran de postularse para evitarlo, marca una espeluznante realidad subyacente dentro de todo este embrollo de la revolución bolivariana: Un profundo rechazo de las masas desposeídas hay contra todo lo que huela a burocracia traidora.
Y traidora no porque se alineen con el enemigo, ni porque desde dentro estén conspirando contra Chávez; ¡no!... Traidores porque se han comportado al mejor estilo de la fatuidad cuartorepublicana: Petulantes, engreídos, mezquinos, deshonestos, irresponsables, insensibles, sordos, “realistas” y manipuladores.
Y ello quiere decir una cosa muy sencilla: El pueblo está dispuesto a dar su vida por Chávez y por esta revolución; pero también a poner en riesgo los niveles intermedios de gobierno por no estar dispuesto a seguir votando por fantasmas acaudalados. Imagínense lo que ello implica: Que la oposición se nos cuele por la baranda y alcance gobernaciones, parlamentos, alcaldías, etc., ante el desencanto por nuestros candidatos y candidatas en esas instancias. Porque hay un detalle: Es tanta la rabia popular, que ni Chávez logrará sacarles el voto de sus casas. ¡O se abstendrán, o votarán en contra; pero el pueblo está decidido a darnos la lección del siglo con esta cuestión!...
¡Imagínense!… Si rechazaron a esa burocracia inmisericorde en un evento tan puro y tan transparente como la elección de los batallones, ¿qué no serían capaces de hacer en eventos comiciales donde esa misma burocracia “bolivariana” aspiraría seguir clavándoles la estaca de la ignominia?...
Ello nos pone en alerta: El PSUV debe continuar por la senda profunda de la democracia interna, de manera que, previa la conjura de los demonios externos que nos invadan, la decisión soberana de las masas sea el alfa y el omega para candidaturas y autoridades partidistas. Visto que con el MVR no logramos el sueño de una vanguardia limpia y bregadora a favor del pueblo, que pudo haber sido una excusa noble para “cuidarnos” de la infiltración de la derecha, sólo nos queda apostarle a la madurez de las bases para concluirnos con éxito. Aquí entra entonces la máxima de Rosa Luxemburgo, de que es mejor equivocarnos con el pueblo, y no en su contra. ¡Cláro está!..., pasa ello por la preparación profunda y clarificante sobre la ideología del Socialismo del Siglo 21, para evitar que los virus se nos cuelen. ¿Me entendiste, Modesto Gómez?…
¡Con Chávez todo!..., ¡Sin Chávez nada!...
(jeramedi@yahoo.es)