No podía ser para menos. La refundación del partido de la revolución venezolana pasará por mecanismos formales de designación de las autoridades transitorias en una elección de segundo grado, con base a la lista de 69 anunciada por el Comandante Chávez. Pero ya la iniciativa política de un pueblo, que despertó definitivamente ha encontrado respuestas innovadoras para que el mecanismo formal sea complementado con una consulta constituyente por la base antes del proceso electoral: Que los delegados, voceros y comisionados de cada batallón consulten en asamblea a sus batallones respectivos, en consulta universal, directa y secreta, sobre cual es la opinión de los y las aspirantes a militantes, sobre los mejores hombres y mujeres que conducirán como autoridades-delegadas, los destinos del PSUV. Más allá de los mecanismos formales, es una extraordinaria oportunidad para que los delegados, voceros y comisionados se conecten con el sentir y las demandas de los aspirantes a militantes. Que se consolide la cultura de escuchar a las bases. Que el mandato emerja desde abajo hacia arriba, que la voz de la multitud no se apague con usurpaciones ni maniobras, cuya manufactura huele a derecha, a la peor derecha, a la fascistoide por automatismo psíquico. Ciertamente, no habrá elecciones primarias sino de segundo grado. Pero esto no niega la posibilidad de consultas ni de inicativas políticas constituyentes. Hay que demostrar que hay una mayoría de batallones que desean, aspiran, demandan ejercer la democracia revolucionaria, participativa y protagónica. Que esta consulta pueda sentar las bases de una mayor legitimidad posible, para que los comisionados, voceros y delegados, puedan ser verdaderos delegados de la opinión constituyente de la base del futuro partido. Para romper con la cultura de la democracia representativa en el seno del futuro partido, para hacer “revolución en la revolución”, revolución permanente. Todo el poder a los batallones. Ya existen batallones que comenzaron a motorizar la idea, para complementar la decisión finalmente aprobada en el congreso fundacional del mecanismo electoral de segundo grado. Consultar permanentemente a las bases, construir una línea de masas para construir cuadros, es un requisito para enterrar a la vieja “adequidad” que permanece como cultura de aparato-partido en la mentalidad de algunos sectores del pueblo. Que sea vinculante o no la consulta, es tema de cada batallón. Lo fundamental es que los delegados, voceros y comisionados de cada circunscripción socialista, refuercen su legitimidad ante las bases del futuro partido, reuniéndose y deliberando sobre la lista definitiva conformada por el Comandante Chávez. Será responsabilidad y decisión de los delegados, voceros y comisionados avalar y acompañar la opinión de las bases del PSUV. Que sean mediadores y delegados, y no representantes y sustitutos de la voluntad constituyente de la base es parte de la lucha por la conciencia revolucionaria. Esta consulta permitirá motoriza a los batallones, que poco a poco se han desactivado, que han perdido su vitalidad inicial, para reconquistar la esperanza, para impedir que arraiguen sentimientos de decepción, para que la aspiración colectiva a fundar un partido de mayorías populares, de multitudes, sea realidad. Dependerá de cada uno de nosotros ser multiplicadores de estas iniciativas, más allá de la lógica de los llamados “kinos electorales”, más allá de la vieja cultura de aparato cuarto-republicana, para marcar diferencias políticas, que surjan pequeños acontecimientos de masa que se hacen multitud revolucionaria, pequeñas fluctuaciones de la dialéctica social y política que nunca cesa. Para que sea la gente, los “pata en el suelo”, los y las descamisadas, los de abajo, los expropiados de la democracia directa, los que no cesen en plantear que quieren que su voz sea escuchada, para que la cultura de la imposición que nos legó la democracia cupular, sea destituida y sustituida. Para que la revolución sea de verdad revolución. Para que no se pierda la huella de “todo el poder para el pueblo”, “solo el pueblo salva al pueblo”, “el pueblo unido jamás será vencido”, para madurar en conciencia revolucionaria, para que la consigna “lo que diga Chávez” no se convierta en ventana de una usurpación, de una falsificación, de una desilusión. Para que sea la izquierda social y política, quién defina los contenidos existenciales de la palabra “revolución bolivariana”. Para que el autogobierno popular construya la nueva institucionalidad del socialismo revolucionario, democrático y participativo. Es hora de innovar, y no esperar que nos definan el destino. Adelante pues, una cosa es el poder-sobre y otra el poder-hacer. Una cosa mandar-obedeciendo y otra mandar-imponiendo. Hay mucho futuro por construir y depende de todos nosotros y todas nosotras. Que entre 69 aspirantes a autoridades transitorias encontremos a los y las mejores delegadas del sueño del socialismo revolucionario bolivariano. Sin representantes, pero con delegados funcionales. Para que la esperanza revolucionaria, patriótica y profundamente democrática no se apague. Ha llegado la hora de la verdad: hay que demostrar en la práctica de la terrenalidad del pensamiento, que el PSUV sea el partido más democrático de la historia. ¡En revolución manda el pueblo!
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