Desde mis primeros años de militancia tuve repulsión por la expulsión, de allí que cada vez que aparecen esas reacciones repulsivas en los aparatos partidistas, me atrinchero y asumo la conducta de solo reconocer la autoridad que yo mismo le delego a los demás y convengo en que si manda Capitán atolondrao, también manda marinero amotinao.
Nunca he acompañado la idea de resolver con decisiones administrativas, problemas que son de carácter estrictamente político; más si ellos revisten carácter ideológico, por aquello de que en una organización política, la militancia es voluntaria y no cohercitiva.
De allí que surge la interrogante inevitable: ¿De cual opocisión intestina nos hablan en el PSUV y cual es lucha ideológica que en el seno de esa estructura partidista electoral se confronta?
Yo no conocía al general Acosta Carlez, sino hasta el día en que el camarada Chávez nos convenció de sus dotes de revolucionario y sus cualidades ideológicas, tan elevadas que lo hicieron meritorio para gobernar el estratégico Estado Carabobo.
Ahora bien, si se le acusa de alguna irregularidad administrativa, de seguro lo sabremos, porque saldrá en la próxima lista de inhabilitados de la Contraloría General de la República, y si se tratase de hechos ilícitos que revisten sanciones penales, nuestra fiscal General, con la rectitud que le caracteriza, ya debe estarle instruyendo el expediente respectivo; de lo contrario, todos los militantes del campo revolucionario, estamos en la obligación de exigir las explicaciones de rigor en tan inexplicable asunto, que hoy está poniendo en riesgo la victoria del proceso revolucionario mismo.
Las otras dudas que surgen, están referidas al hasta ahora invicto en victorias electorales y reconocido revolucionario, desde los tiempos de su dirigencia estudiantil en la FCU de la Universidad de Carabobo y actual Gobernador del Estado Guarico.
Como Sísifo, el coloso partido y nuestro comandante, ha llevado a la cima a muchos de sus dirigentes, para luego de la noche a la mañana tirarlos hacia abajo por la otra ladera. Este es el caso del camarada Manuitt, hoy acusado de “traidor y desviado ideológico” del proceso, solo por no hacerse prisionero de la “legitimidad” del dirigente mirandino William Lara, quien todavía las amarras del paracaída, no lo han dejado levantar vuelo en su campaña, para la gobernación del irreverente pueblo guariqueño.
Este proceso ha dejado a más de uno de lado del camino; pero si por desviaciones ideológicas o conductas que han rayado en deslealtades se pretende ser ejemplarizantes, el ex gobernador Arias Cárdenas, no solo ha incurrido en este tipo de delito; sino que con el imperialismo y sus lacayos mismos, conspiró hasta el cansancio para desalojar del poder a la única esperanza que ha tenido este pueblo, desde Zamora para acá; sin embargo para este “hermano del alma”, no existe sino halagos y premiaciones; mientras tanto, se asume el riesgo de perder las elecciones en estos Estados, por acusaciones tan espurias, que ante tanta felonía de Pancho, ellas parecen simples travesura de niños malcriados.
Así las cosas, y en medio de tanta confusión, creada con esta grizapa de ideología y expulsión, sería recomendable antes de que termine esta elección, revisar y rectificar, para así evitar otra derrota que lamentar de esta revolución.
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