Creo que el anochecer del día de la Juventud de 2009 ocurrió más rápido que de costumbre. O no sé si es la ansiedad por querer que los acontecimientos se presenten en forma inmediata. Cuando hablo de acontecimientos quiero referir algo grande, histórico, impactante... para la vida de todos. Me refiero al referéndum aprobatorio del próximo 15 de febrero.
Y no es retórica. Si hay algo que ha acompañado a estos diez años de Gobierno ha sido la praxis, la voluntad permanente de hacer gestión de Gobierno cónsona con los retos que presenta este inevitable cambio de época.
Cuando digo que no se trata de retórica, mi deseo es significar (ojalá sea asertiva en la estrategia) que las acciones hablan per sé. Que entre el pueblo y esa entelequia llamada Estado (otrora desconocido) no existe el cruel distanciamiento que impedía cobijar de acción y gestión a los sujetos sociales.
Hoy la realidad es otra. Los pobres mantienen una íntima relación con el Estado ¡Y no se trata de un vínculo asistencialista, cortoplacista o de pañito caliente¡ Eso que he denominado relación tiene el firme propósito de lograr la transformación, lo cual trasciende el actuar que es consustancial a legitimar el estatus quo.
Los pobres sienten muy de cerca al Estado, porque éste se ha acercado a ellos. Las misiones representan claramente lo que estoy diciendo. Las universidades, con sus currículos llenos de historia que rescata el pensamiento indoamericano y caribeño, así como nuestras prácticas, códigos, mitos, realidades, símbolos, líderes, próceres... representan otro de los muchísimos casos que deseo citar.
Las misiones sociales permean muy de cerca la vida de los pobres y del pueblo en general. Aunque debo decir que ésta ha sido, en especial, la Revolución para los pobres. Otro tema, no menos importante, es el poder. No como lo conciben los países que parten del poder convencional. Es decir, no es el poder del nikkei o del dow jones; tampoco lo es el de la economía financiera, el poder especulativo (como el de Soros -capaz de aniquilar economías enteras). Menos aún me refiero al poder de la mercadolatría o al de los medios de comunicación. Hablo del poder de las masas, de las grandes mayorías que asumen roles protagónicos en la conducción y destino de sus dinámicas y por ende de sus vidas (Nada más liberador que esto)
Me refiero, ¿por qué no decirlo? a la posición de contrapoder, posición contraria al tradicional que anula o desconoce el poder de los demás. Un contrapoder que el Primer Mandatario venezolano ha asumido desde que tomó las riendas del país. Se trata también del poder de los que no tenían voz, y ahora la tienen.
Quiero señalar también el tema ideológico, pues a pesar de las voces agoreras que señalaban que las ideas habían asistido a su final, Venezuela ha demostrado que las ideologías (con plural deliberado) cobran más fuerza y se soportan en la tesis según la cual hombres y mujeres somos principio y fin. No las variables macroeconómicas per sé: ¿de qué sirven si el pueblo tiene necesidades básicas desatendidas?
Sobre la conducción de la economía no puedo dejar de hacer señalamientos. Sin los aforismos convencionales, la economía venezolana está soportada en un profundo sentido social, al servicio de los seres humanos; no del capitalismo, transnacionales, élites internacionales o de las minorías privilegiadas. Recuerdo a Von Hayek y no puedo dejar de citarlo: "la interferencia gubernamental en el mercado tendrá como costo la destrucción de la libertad”. Bueno, así era concebida la economía (como un libre juego entre la oferta y la demanda sin intervención del Estado).
La economía, desde un enfoque socialista, es otro acierto que no podemos inadvertir, pues ante la debacle de la economía internacional, Venezuela tiene un gran soporte: reservas internacionales que cerraron en el 2008 por encima de los 40 mil millones de dólares y un fondem que opera como respaldo ante situaciones de crisis en las finanzas. Y en el área energética, nuestro país ha insistido en dar el verdadero valor que el barril de petróleo tiene, ya que es una materia prima que, transformada, da lugar a más de 300 productos. Hemos logrado ser soberanos en materia energética en tanto que las decisiones sobre la política petrolera recaen sobre hombros de venezolanos y venezolanas…
Después del 15 de febrero el país seguirá siendo así, pero profundizará el socialismo y la gestión de Gobierno con miras a transformar la vida del pueblo venezolano. Después del 15 seguiremos recorriendo el camino para poder ser una potencia poderosa e independiente… Después del 15 el futuro de las presentes y futuras generaciones estará preservado, cuidado, protegido… Después del 15 de febrero, nuestros hijos, y los hijos de nuestros hijos, podrán ver un mañana con sabor a felicidad… y para todos.
(*) Periodista/ Trabajadora Social
marbemavarez@yahoo.es