Desde el inicio de los tiempos, cuando el hombre no ha conseguido explicación racional a un fenómeno, su respuesta ha sido mirar al cielo e invocar a los dioses. Derrotada electoral, política e intelectualmente, la oposición venezolana escudriña el horizonte esperando un dios alado que acabe con su más grande preocupación: Chávez.
Vimos al pentaelecto presidente salir de campaña, bajo lluvia y sol, brincar y saltar, tocar guitarra y cantar, pero la cuerdita de pendejos de siempre vuelven a inundar el twitter con el cuento del cáncer del presidente. Que si Maduro es el sucesor y por eso ahora es vicepresidente, que el tratamiento lo está matando, etc. Como no pudieron con él, invocan a Tánatos para que traiga la barca con la parca y se lo lleve, y así sí habrá camino para el alicaído flaquito.
Y es que la oposición tiene una manía biológica a la hora de hablar del chavismo: somos unos parásitos dirigidos por un mono, a los cuales hay que exterminar de manera quirúrgica para que todo sea bello otra vez. No han entendido, porque sufren de alternabilidad aguda, que en ocasiones para que haya cambio debe haber permanencia, para que se den las transformaciones el ambiente debe ser propicio a las mismas, es decir, cero escuálido admirador de Hitler y Pinochet al mando del país.
Al mejor estilo de la ultraderecha religiosa que hoy intenta tomar el poder en los EEUU con el cancerígeno Romney, un mormón tecnócrata amasado en Stanford y Harvard, y de su correligionario George Bush –a quien no le temblaba el pulso para decir que Dios hablaba con él por las noches para aconsejarlo- la oposición se ha volcado al terreno espiritual, negadas las respuestas en lo racional: invocaron al espíritu santo a la hora de meter el voto y hoy le rezan a cuanta estampita consiguen para que Chávez se enferme otra vez. Menuda oposición nos gastamos.
El verdadero cáncer de la oposición no es aquél que rezan para que retorne al cuerpo del comandante; células malignas de estupidez, estulticia y ceguera conceptual han hecho metástasis en los cerebros y corazones de una tajada del país. Parafraseando a Bradbury en sus “crónicas marcianas”, no busquen el cáncer en el otro, el cáncer son ustedes, y les sale quimioterapia de pueblo.
(*) Periodista y docente universitario
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@raboscandanga