Después de una pantomima de juicio penal al ex dictador iraquí Saddam Hussein, la Sala de Apelaciones de la Corte Suprema de Irak, bajo tutela de las fuerzas de ocupación norteamericanas, ha decidido ratificar la sentencia de muerte en contra de quien gobernó con puño de hierro su país durante varias décadas y fue derrocado en 2003 luego de la invasión de Irak por parte de tropas norteamericanas y sus aliados.
A Hussein se le acusa por la comisión de diversos delitos, incluidos de lesa humanidad. Sin embargo, esto resulta mucho más extenso y complejo que una simple historieta de héroes y villanos como la que se ha venido vendiendo a la opinión pública, donde los supuestos héroes salvadores yanquis llevaron la "democracia" – sobre miles de cadáveres, mutilados, lisiados y enfermos de por vida por las armas químicas - al pueblo iraquí y ahora el villano Saddam Hussein recibirá su "merecido castigo" cuan personaje malvado de película holiwodense.
Saddam Hussein arriba al poder en 1979 luego de un golpe palaciego, y su régimen gozó de respaldo y simpatía norteamericana cuando decidió convertirse en un polo de contención contra la influencia de la Revolución Islámica de Irán liderizada por el Ayatollah, Ruhollah Komeini. Luego éste hizo la guerra contra Irán procurando derrocar a la naciente República Islámica, todo eso mientras era armado y apoyado por el gobierno de Washington.
El gobierno de Hussein fue evidentemente dictatorial y represivo, aunque tampoco se puede desconocer que a mediados de los años 80, Irak figuraba como uno de los países más avanzados económicamente del medio oriente. Los ataques contra la población kurda al norte de Irak en los que varias decenas murieron por los gases tóxicos usados y uno de los delitos que se le imputan al hoy condenado fueron realizados justamente con armamento que dio Estados Unidos.
En 1991, Hussein ordena la invasión de Kuwait por parte de tropas iraquíes, hecho lesivo del derecho internacional a pesar de que el Emirato en un tiempo pasado pertenecía a territorio iraquí. Como consecuencia de esto obedeciendo a intereses energéticos del imperialismo euro norteamericano una coalición internacional encabezada por los Estados Unidos bombardea brutalmente todo el territorio iraquí y luego consolida la invasión por tierra en la denominada "Operación Tormenta del Desierto".
Desde ese momento el pueblo iraquí ha pasado por uno de los peores momentos de su historia, escasez, destrucción de su infraestructura, falta de servicios fundamentales como agua y luz eléctrica, y todos los rigores de una agresión de esa magnitud empeorados con un bloqueo económico y el establecimiento de zonas de exclusión aérea donde frecuentemente se bombardeaba territorio iraquí fueron la constante en la vida cotidiana de ese sufrido país de 1990 hasta el año 2003, cuando finalmente en el contexto de la llamada "Guerra contra el Terrorismo", el gobierno de George W. Bush decide invadir Irak y derrocar a Saddam Hussein bajo el falso pretexto de la tenencia de armas de destrucción masiva.
Luego de la ocupación y destrucción del país, las tropas invasoras han cometido los más deplorables crímenes contra la población civil, masacres de familias, violación de niños, torturas, persecuciones y muchas cosas más que han escandalizado a la opinión pública mundial. Todos los crímenes de la dictadura de Hussein han quedado como juego de niños frente a la acción criminal de los invasores.
Detrás de la condena a muerte en la horca contra Saddam Hussein, se deja ver un extravagante despliegue de hipocresía vergonzante, una corte parcializada, tutelada por los cañones de las fuerzas ocupantes al mando de un gobernante claramente genocida como George W. Bush, ha condenado a un hombre a la pena capital justamente por genocidio y crímenes de lesa humanidad.
Esto no es más que una demostración de poder autoritario por parte de quien pretende erigirse como amo y señor del mundo entero a la cabeza de su imperio, dejando ver como puede eliminar físicamente a quien se le ponga por el medio a través de un "castigo ejemplar" para todos aquellos que pretendan desafiar su voluntad o representar una forma de disidencia ante el imperialismo establecido.
Una vez más estamos en presencia de un ejemplo de cómo se impone el poder global a través del terror y la muerte, si bien Saddam Hussein pasará a la historia como un dictador que pretendió erigirse como dueño de un país imponiendo un régimen sostenido en las Fuerzas Armadas, Policía Secreta y dando poder, lujos y privilegios a sus familiares mientras la mayoría del pueblo sufría la pobreza y la represión; George W. Bush también pasará como un tirano global, mesiánico y de antecedentes poco respetables que hizo mucho daño a los pueblos del mundo. Hussein y Bush son las dos caras de una misma moneda, son dos enemigos de la libertad y dignidad humana.