"Antaño, los colonizadores penetraban en los países mediante la acción militar. Esa táctica hoy ya no funciona. Estados Unidos la probó en Afganistán y en Irak, pero, vio que con la fuerza militar no le salían las cosas, por lo que cambió de estrategia"
(Ayatolá Jameneí).
Se desataron los demonios contra Gustavo Petro, el presidente de Colombia. Quienes lograron sus objetivos con Pedro Castillo están recurriendo a las mismas fórmulas para sacarlo del gobierno, porque el poder nunca lo ha tenido. Allí la oligarquía conservadora y liberal colombiana sigue "vivita y coleando".
En ese contexto, se ha dado a conocer una carta de respaldo a Gustavo Petro, firmada por intelectuales, políticos y líderes sindicales de izquierda de 35 países y en la cual se dice que: "Un golpe blando está en marcha" y los firmantes consideran que los poderes tradicionales "se han estado organizando para restaurar un orden marcado por la desigualdad extrema, la destrucción del medio ambiente y la violencia patrocinada por el Estado".
Y continúan diciendo: "A menos de un año de la toma de posesión del gobierno de Petro, están desplegando el poder institucional combinado de los organismos reguladores, los conglomerados mediáticos y la rama judicial del país para detener sus reformas, intimidar a sus partidarios, derrocar a sus dirigentes y difamar su imagen en la escena internacional".
Ante esta nueva arremetida contra otro gobierno, que levanta banderas de independencia, soberanía y autodeterminación, debe recordarse que las guerras de hoy prevalecen y que le dan buenos resultados al poder imperial y sus aliados incondicionales, ya no son las tradicionales (primeras, segundas o terceras generaciones, las de las intervenciones o invasiones militares). Ahora, las que predomina son las llamadas postmodernas" (o "transpostmodernas"), lo que implica el dominio electrónico, o, en otras palabras, la guerra del Soft Power, esto es, del poder suave, que se desarrolla a través de la hegemonía, lo cultural, ideológico, comunicaciones.
¿Cómo son las guerras de hoy?
Las guerras de hoy son las que se denominan de "cuarta, quinta y hasta ahora sexta generación"; son las "guerras psicológicas", o "guerras sin fusiles", que significa penetración de nuestras mentes, conductas y/o emociones, trascendiendo espacio, tiempo y soberanía. Se trata de una guerra sin frentes ni retaguardias, sin tanques ni fusiles, todos somos víctima y victimario.
Aquí, también se encuentran las "guerras asimétricas", que aluden tanto a las asimetrías de poder como a la naturaleza de los actores. En ésta los actores armados no estatales –en ocasiones, sin base territorial– tratan de reequilibrar la asimetría de poder militar utilizando tácticas, armadas y no armadas, con las que el enfrentamiento se lleva a escenarios que tornan irrelevante la capacidad militar del adversario. Las acciones terroristas, que buscan amplificar el impacto mediático del terror a través de la espectacularidad de la acción, pueden interpretarse como la variante extrema de este tipo de conflictos asimétricos, y es también una expresión de la transnacionalización de la violencia organizada de actores no estatales. El Estado Islámico (EI) es una expresión de ello.
Asimismo, este tipo de "guerra" se encuentra presente en el campo de las comunicaciones, por cuanto hay países que conforman el entorno de las "potencias informáticas y cibernéticas", y los otros, que son simplemente consumidores y arrendadores del correo electrónico y del internet
Igualmente, hoy existe la "guerra del espacio sideral", donde el ciberespacio se ha convertido en un nuevo pilar del desarrollo económico y social, y en un nuevo campo de seguridad nacional. El ciberinjerencismo y la ciberguerra de Estados Unidos (a través de esta guerra se asesina a cientos de persona en donde se quiera, utilizando para ello, por ejemplo, los drones, que son robots asesinos de la CIA dirigidos por jugadores de Nintendo, que se cargan con un clic a seres de carne y hueso a cientos de kilómetros de los dedos que aprietan el gatillo). De allí, se derivan acciones de defensas como el ciberespionaje, la ciberdefensa y los ciberpiratas.
Este tipo de guerra, también conocida, en otra versión, como "guerra híbrida, "posmoderna" o "líquida", combina las campañas de comunicación 2.0 con cyberterrorismo, manifestación de calles de "los socios civiles" (ONG’s, políticos, estudiantes, periodistas, académicos) financiados por Washington a través de la Agencia de EE. UU. para el Desarrollo Internacional (USAID, por su sigla en inglés), la Fundación Nacional para la Democracia (NED) o Freedom House y acciones encubiertas de agentes especiales, privados o combatientes subrogados (mercenarios), para, en primer lugar, intentar quebrar el frente interno vía "revoluciones de colores", o llevar progresivamente al "enemigo o adversario" a un escenario de guerra civil en la que los costos no sean altos en intervención y todo el peso político, social y económico caiga en las espaldas del país atacado.
Por eso nada nuevo bajo el sol.
Quienes ya tuvieron éxito con los derrumbes de gobiernos no afectos a sus intereses (en América Latina unos cuantos) están a la ofensiva en Colombia y decididos a sacar a Gustavo Petro, para lo cual están desarrollando todos los movimientos para aplicarle la fórmula de Lawfare o lo que el mismo presidente colombiano ha denominado un "golpe suave". Es así como en las dos últimas semanas, este gobierno ha enfrentado diversos escándalos que van desde los choques institucionales, acusaciones contra miembros de su equipo y crecientes denuncias de intentos de derrocamiento por vías no militares. Con ese conocimiento, público y notorio, de todas intenciones, abiertas y encubiertas, la respuesta tendría que ser entonces la movilización popular en Colombia y la activación de la solidaridad internacional para que el imperio y sus acólitos no logren un triunfo más.
