Era un 11 de abril y ese es un día que pueden ocurrir muchas cosas en el zoo humano y en el mundo de los urbanitas. Al igual que el 11 de septiembre de 1973 en chile y 2000 en el Word Trade Center, las tribus de los trogloditas al mando de su jefe blanco habían emprendido una jornada de terror y justificaban una vez más su deseo de guerra y sangre. Años atrás ya habían inventando la televisión, que actualmente perfeccionada como un mago de cara de vidrio, manipula conciencias, hace creíble lo increíble, desata pasiones y azuza guerras por no decir menos.
Antes que los comics ganaran terreno y el ratón mickey, Asterix, CEREBRO, REM y Stimpy conquistaran al mundo, en una tarde de programación dirigida y censurada, las escenas mostradas ese día y los anteriores seguían un circulo vicioso que sabiamente Desmond Morris lo ha llamado la “PROFECIA DE AUTORREALIZACIÓN que tenía más o menos esta lógica (Adaptado mío):
1. Mira a ese hombre de pelo ensortijado e indio con cachucha roja (a Chávez)
2. Ese hombre de pelo indio y cachucha roja es malvado.
3. Todos los hombres de pelo indio y cachucha roja son malvados.
4. Los hombres de pelo indio y cachucha roja atacarán a cualquiera.
5. Aquí hay otro hombre de pelo indio y cachucha roja; péguele antes que te pegue él a ti (el hombre de pelo indio y cachucha roja, que no ha hecho nada para provocar la agresión, devuelve el golpe para defenderse.
6. Ahí tienes, eso lo demuestra, los hombres de pelo indio y cachucha roja son malvados.
7. Pégale a todos los hombres pelo indio y cachucha roja.
Esta progresión de violencia, según Desmond Morris, expresada en forma tal parece ridícula; es desde luego ridícula, pero refleja una manera de pensar y actuar del dominante y de los medios de comunicación.
Y ese día se cumplió de manera fiel exacta los sofismas mencionados: después que los hombres de pelo indio y cachucha roja disparaban a piquetes de policías golpistas y asesinos, se convirtieron para muchos
(Y en esos momentos para mi) como hombre malvados, como era lo menos de esperarse. La profecía originariamente falsa se ha cumplido a si misma y se convirtió en una profecía verdadera, gracias a los medios de desinformación.
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