Aunque tarde, con beneplácito pudimos observar el retorno a la discusión gremial en el periodismo de quienes creyeron que porque se olvidaron del CNP y de las luchas gremiales por más de 10 años, éstas habían permanecido congeladas en el tiempo, esperando la mano cálida de la revolución para derretirse ante las nuevas realidades.
Esto ha generado la aparición de frentes, movimientos y consejos donde antes existía un desierto de participación. Cada uno con sus matices, unos más organizados, otros más aluvionales y numerosos, pero menos productivos, otros convertidos en un arroz con mango tanto por quienes lo integran como por sus posiciones. Esto no pudo sorprendernos a nosotros, que militamos desde hace casi 20 años en estas lides gremiales en un estado (Zulia) donde la oposición siempre ha sido gobierno.
Así, hemos visto de todo: desde enemigos furibundos abrazados a último momento en circunstancias electorales, pasando por militantes de izquierda más reaccionarios que Borges y Vargas Llosa juntos, camaleones que mutan y mutan según el color de la teta de turno, hasta la pretensión de crear universos gremiales paralelos, como si de una película de ficción se tratara.
Como en aquel film Blade Runner, aparecen los replicantes, robots que imitan a los humanos y se convierten en un espejo de perfección. En esa línea parecen transitar algunos líderes de la revolución, empeñados en crear universos paralelos de todo lo que funciona mal por herencia de la Cuarta e ineficacia y negligencia de la Quinta. Sólo que a diferencia de los replicantes, estos mundos están agobiados por sus contradicciones internas y por la falta de apoyo institucional.
Por ejemplo, criticamos a la UCV por el hecho cierto del dispendio y la corrupción que en ella medran. ¿Y qué hacemos? Le damos casi todo el presupuesto que pide, sin hacer auditoría, y a la UBV, la replicante, le aprobamos apenas el 25 % del presupuesto que solicitó, es decir, le quitamos el 75 % de lo que necesita para crecer como universidad. Pero como es nuestra replicante, la defendemos, la ponemos de ejemplo y decimos que es perfecta.
Lo mismo pasa con el gremio de periodistas. Creamos un universo gremial paralelo, que se limita a reunirse muy de vez en cuando para hacer constar en acta que no están de acuerdo en casi nada, excepto en el hecho de ser los replicantes. Entonces, pasamos de comunicadores a ser hacedores de comunicados cada vez que Ravell hace una barrabasada o Echeverría en el CNP ladra al ritmo que le impone su amo mediático.
Como todo universo paralelo, imitamos también al gremio en oposición, creando nuestros propios charlatanes de turno, enfundados en su condición de supuestos especialistas para que prediquen por doquier su suprema ignorancia, echando por tierra todo el trabajo que durante años muchos camaradas han estado haciendo, analizando la realidad comunicacional venezolana, desde una posición ideológicamente revolucionaria, muy lejos de estos “intelectuales de blackberry”, impulsados por facciones del PSUV como lo señala en su artículo en Aporrea Juan Pable Mitré “PDVSA, Facebook, Blackberry y el PSUV”, donde expresa: “un partido político de izquierda, que representa la revolución es poco consolidado debido a la escasa formación política de sus miembros, lo cual hace que su representatividad ante las actuales exigencias políticas del contexto y de la intencionalidad de cambio sean poco suficiente para sentirse protagonistas de los cambios que exige la misma dinámica social(…) Un partido desunido por sus ambiciones internas y por la falta de conciencia de compromiso revolucionario. Sus cúpulas deshacen la voluntad de cambio promovido por las mismas exigencias de la endeudada sociedad (…) Es un partido secuestrado por una élite de intelectuales pseudorevolucionarios”.
¿Hasta cuándo nos limitaremos a hacer comunicados, por cierto, ni siquiera unitarios, sino cada quien por su lado? Al parecer, aquella vieja maña de los viejos socialistas de redactar cinco párrafos cada vez que algo sucede, se quedó en nosotros. No dudo de la importancia de dichos pronunciamientos, de hecho los hemos publicado en nuestro blog, pero creo necesario recordar que ya no somos oposición (o por lo menos eso parece).
Definamos de una vez por todas qué vamos a hacer por el gremio, ese mismo que muchos abandonaron a su suerte y que hace apenas un año les importaba un bledo y hoy defienden como extraños loros parlantes que amenizan las reuniones del partido. Hace un año, cuando las elecciones del CNP eran una clara oportunidad para comenzar a recomponer el gremio (nadie se lanza a las elecciones sólo si va a ganar, sino que lo diga Lula, electo en su tercer intento) algunas divinidades encumbradas decidieron que no se debía participar, haciendo lo mismo que hizo la oposición en las elecciones a la Asamblea Nacional.
Hoy, andan preocupados, escribiendo comunicados cada vez que Ravell respira, en lugar de definir, como miembros de instituciones públicas y del partido de gobierno, qué carajo vamos a hacer. ¿Vamos a reformar la Ley de Periodismo? Allí están los diputados periodistas, gírenles instrucciones y sanseacabó. ¿O queremos en verdad una constituyente gremial? Llamemos a su conformación, demos los pasos, que para eso hay un Estado, un partido y unos recursos para hacerlo (en lugar de malgastar ese dinero en financiar patéticos talleres de formación que no aguantan el mínimo análisis ideológico).
Que quienes detentan las riendas del nuevo universo gremial paralelo, llámese Vanesa Davies, Helena Salcedo, Blanca Eckhout o quien sea, ejerzan su autoridad y le pongan coto a esta tragedia que vivimos hoy los periodistas socialistas y revolucionarios. Sino, pronto estaremos haciendo comunicados lamentando no empujones ni codazos, sino el sicariato de nuestros colegas que dan la cara en la calle. Bienvenidos los comunicados, pero mejor seamos comunicadores y con acciones contundentes construyamos el nuevo gremio. Lo demás son pendejadas de neorrevolucionarios.
(*)Docente UBV/Periodista
boscan2007@gmail.com