Es indescriptible la cara de poker, o mejor dicho, de pendejos, que tenían aquellos tipos que imperturbables como piezas de mausoleo escuchaban las mentiras de El Pollo, Salas Feo, quien transmutado en una especie de Aldos Huxley posmoderno vendía un Mundo Feliz para todos los carabobeños, paradójicamente luego de que en más de veinte años de gobierno, junto a su padre, convirtiera al estado Carabobo en el más inhumano y violento de toda Venezuela.
Como los famosos personajes de Platón que de espaldas a la realidad se entretenían con las sombras proyectadas en la pared de la caverna, odontólogos. abogados, ingenieros, periodistas, educadores y otros profesionales, solo se movían arrellanados en sus cómodos asientos para aplaudir al político que frente a ellos con una sonrisita postiza, propia de los más grandes embaucadores, ofrecía reeditar en Valencia y sus alrededores desde la ciudad utópica de Tomás Moro , hasta la mismísima Disneylandia de sus sueños infantiles.
Los más vivos, es decir, los menos ingenuos, quizás imbuidos en un coctel de sentimientos encontrados no sabían qué actitud adoptar cuando de pronto tropezaban sus ojos con la mirada cínica de aquel hombre delgado, piel colorada, nariz siciliana, y apariencia juvenil, aunque con algunas arrugas. que intentaba persuadir a todos los presentes de que si ganara las elecciones del 16 de diciembre todo cambiará en Carabobo, así de inmediato, como por arte de magia, como que si jamás hubiera bostezado en Capitolio.
Mientras que el reyecito emocionado y elocuente seguía sacando promesas de la chistera, los sempiternos aduladores convencidos de una supuesta victoria como lo estuvieron de la victoria de Capriles, se frotaban las manos, al mismo tiempo que para sus adentros parafraseaban los versos de Gardel repitiendo “que veinte años no es nada “ … claro, para seguir el robo descarado, el latrocinio y la juerga.
Un chavista infiltrado, seguidor de Ameliach , ruborizado de tanta pena ajena, se iba alejando de la reunión poco a poco como un Chaplin en cámara lenta, mientras los adulantes rodeaban al candidato y alguno de los periodistas intentaban abrir paso para entrevistarlo y reinventar una historia de ficción y terror que lleva más de veinte años.
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