Término justo, que no da lugar a equivocaciones o motiva el espacio a la libre interpretación, maniobra excitante para quien quisiera confundir la naturaleza del compromiso que se estableció a la misión de UNASUR en Venezuela.
No es “garante”, ni “mediador”, “ni testigo de buena fe”. Esas funciones corresponde cumplirlas, si fuera necesario, a otro actor, que también sería escogido entre las partes: gobierno y oposición.
Sobre este dialogo y su ejecución debemos aplaudir la rapidez y diligencia con la cual fue respondido por la UNASUR. Que sorprendió, si consideramos la mortal parsimonia con que otros organismos internacionales de su misma naturaleza (ONU, OEA, UE y otras) atienden estas solicitudes. Recuerdo letal es aquella, desfasada por años, participación de los organismos internacionales en el terrible conflicto entre Serbia y Bosnia Herzegovina.
Se debe reconocer igual a UNASUR la efectiva acción institucional para actuar y aprobar el documento final que fijaba orientaciones muy precisas sobre el orden, y extensión de sus competencias en este dialogo.
Recordamos ultimo párrafo de la Declaración Final de UNASUR: “Los Cancilleres reafirmaron su estricto apoyo a la democracia, resaltando la voluntad colectiva de UNASUR en apoyar un proceso de diálogo amplio y respetuoso, tomando en consideración la Conferencia Nacional de Paz, y reiteran su condena a cualquier tentativa de ruptura del orden”.
Fue una operación de acertada diplomacia. Se logra, que sin titubeos, una institución reconocida por nuestros países considere su deber darle acompañamiento al posible dialogo, y, moralmente se impone la conveniencia de impulsar y ejecutarlo como en efecto se produjo.
A pesar de la conocida indisposición de animo los opositores al gobierno. Al final, tuvieron que aceptar su participación en el dialogo. Lo hicieron, aun “bajo protesta” y con algunos gestos de inmadurez politica llegaron hasta Miraflores.
En parte debido a que los opositores no pueden obviar que en ese grupo preparatorio estaban presentes, además del Canciller de Ecuador, Ricardo Patiño, el Canciller de Brasil, Luiz Alberto Figueiredo, la Canciller de Colombia María Ángela Holguín y Eladio Loizaga de Paraguay, dos países cuyo intereses guardan relación con aquellos de la derecha de nuestro país. Agregando, además, que estos gobiernos demuestran pocas simpatías por el proceso venezolano, coincidencia que la oposición no puede obviar.
Importante destacar que el grupo de Unasur abogó porque se ampliara la agenda primaria que les fue presentada, agregando que esta misión: "acompañe, apoye y asesore en un diálogo político amplio y constructivo orientado a recuperar la convivencia pacífica en Venezuela", de acuerdo con la resolución que aprobaron el 12 de marzo pasado en Chile.
También es reconocido en la prensa que el Papa está dispuesto a autorizar a Monseñor Parolini para que actué en calidad de acompañante del dialogo entre el gobierno y la oposición. Éste envió un comunicado, pero no estuvo presente.
Al final el día Jueves 10 se produjo el encuentro que duró más de cinco horas: inició a las 8:10 p.m. y concluyó a la 1:55 a.m.
Permitió que cada actor tomara la palabra por diez minutos. Se observó en muchos de ellos, precisión y determinación sin ninguna traba o limitación a la hora de exponer sus criticas al gobierno.
Se reconoció y agradeció la disposición y el arduo trabajo, así como la presencia de los Cancilleres, Holguín, Patiño, y Figueiredo de Unasur, organismo que por cierto, paradójicamente, nunca fue, hasta ayer, reconocido por la oposición y ahora no pudieron obviar su presencia y papel de respetuoso acompañante.
La conclusión, UNASUR cumplió su cometido. Aparte de las referencias a los discursos de cada orador, es que fue un buen inicio y que la oposición demostró su permanencia en la misma conducta esquizoide, de condenar la violencia, pero, ocultando su connivencia, simpatías y apoyo a la guarimba. Por cierto, hasta ahora, la única política-estrategia que en diez años de existencia de la MUD a logrado motivar entre ellos un acuerdo unánime. Por lo demás ellos siguen, con o sin dialogo, cada uno con su propia agenda al margen de la Mesa. Buscando como se aniquilan entre ellos. Mientras esconden a Leopoldo y complotan contra Capríles y la Dama de Panamá. Aunque en el empeño deban de vender su alma la mismísimo diablo, o tratar de calentarle la oreja a cualquier ser con uniforme, suponiéndolo, neciamente, un atajo al golpe.