Antes que debatir aumento de gasolina y electricidad, así como regularizar la distribución de bienes y servicios, también es pertinente que el Estado se plantee, qué hacer con el creciente descontento en las calles. ¿Acaso alguien duda que sea este un problemón que está afectando la calidad de vida de la población consumidora, y que ademáspudiera ser una bomba de tiempo, con consecuencias impredecibles para el país? De ahí, que las encuestas estén diciéndonos, que mucho malestar acumulado, a su vez solo representan una peligrosa situación,y que para nada favorece la buena imagen del gobierno revolucionario. Entre tanto, los efectos de la guerra económica, así ella emplee maniobras tramposas, a la postre termina quitándole parcelas de simpatías al Presidente Nicolás Maduro.
Y mientras muy a nuestro pesar, se siguen produciendo calamidades, ajenas a la voluntad de la revoluciónporque son provocadas por factores externos e internos, tambiénes de inteligentes aceptar que la situación se agravacada vez más,toda vez que se carece de eficientes servidores públicos que entiendan su obligación de garantizar la mayor eficiencia en la administraciónMaduro. De modo que ante esta realidad que tiene varias lecturas y que convoca a la reflexión, se impone a manera de reto una revolución dentro de la revolución, tal como expuse hace más de diez años, cuando me dio mala espina ese grosero enquistamiento por parte de funcionarios que se creen insustituibles. Incluso, entre estos burócratas empedernidos que se niegan aceptar que son de libre remoción y que , a su vez, le cierran el paso a las nuevas generaciones, también hay aquellos quesobreestimándose, dicen que después de ellos, viene el diluvio.
Aunque en verdad nadie quisiera ver en apuros a este primer ensayo de gobierno popular, sin embargo, advertimos que en las calles la procesión va por dentro, por lo que nadie sabe cómo ni cuándo el pueblo se arreche y salga a las calles. ¿O acaso El Caracazo fue una ficción inventada por los políticos para meterle miedo a la gente, y justificar la represióncomo pretexto para abortar cualquier eventual explosión social? Espero que a este humilde servidor, que no tiene ansias de protagonismo, lo acusen de temerario, o de pájaro de mal agüero; pero cuando el río suena, es porque piedras trae. ¿O no?