No son los mangos, es Rosales

Siempre supe que cuando Venezuela conociera, como lamentablemente conocemos los zulianos, a ese engendro cuartorrepublicano, hijo putativo de CAP llamado Manuel Rosales, las críticas lloverían a cántaros. Pero estimo necesario, como ya lo adelantara en estas páginas mi amigo José Javier León, no dejar que las críticas se queden en la insuficiencia cerebral del candidato Rosales, o en su oratoria protoadeca, mezcla barata de Betancourt, Piñerúa y Carlos Andrés, con altos niveles de la lógica de Cantinflas.

Sí, es ignorante y habla feo, dice disparates a diestra y siniestra. Ese no es el verdadero problema, mucha gente del pueblo pudiera entrar, sin ofender, en esta categoría. Recordemos el reciente audio que recorrió Internet, titulado LA VIEJA DE LOS MANGOS, en donde una señora de arraigado gentilicio zuliano se quejaba, con particular estilo de voz y oratoria, de cómo los niños de la cuadra, con el objetivo de robarse unos mangos de su mata, le dañaban la cerca y ensuciaban el patio que tanto trabajo le costaba a la doñita limpiar.

Los que nacimos en estas tierras nos reímos de la procacidad de la señora, pero lo de Rosales no es, lamentablemente, un chiste. Es un aprovechador del poder –no puedo llamarlo político- formado en las filas de Acción Democrática, partido que en este estado dirimía sus diferencias a tiros. Como no recordar a Américo Araujo y Manuel Marín, dos “líderes” adecos de la región, cuya sola mención hace que los zulianos se persignen. De allí viene Rosales, de la escuela de la corrupción, de la traición, de la soberbia, de la intolerancia, del soborno y el pago oportuno como herramienta de dominación, de la alianza con los sectores más retrógrados de la sociedad zuliana (ganaderos, oligarquía financiera y comercial), en fin, de lo peor de la politiquería que nos dominó durante 40 años y que en el Zulia nos sigue dominando.

Sí, en este Zulia que se atrevió a elegir a una mujer gobernadora cuando la revolución apenas daba sus primeros pasos (Lolita Aniyar), que luego escogió a un compañero de Chávez para dirigirlo (Arias) luego tuvo su involución más grande, cuando Rosales es electo en 1996 como alcalde de Maracaibo, en unas elecciones dudosas (cuando AD dominaba el principio de acta mata voto) y luego como gobernador en el 2000, cuando Arias le dejó la vía libre al renunciar encantado por los cantos de sirena presidenciales que lo llamaron desde Caracas. Desde allí el paso de Rosales, a punta de realazos y compra de conciencias, ha sido indetenible. Rosales saca a flote lo peor de los ciudadanos, esa tracalería innata que nos legaron los adecos, del cuánto hay pa’ eso y del pónganme donde haiga, combinado con un ejercicio autocrático del poder, donde nada se hace sin su orden, donde su voluntad se impone a como de lugar.

Maquillando las calles principales, sus aceras y brocales (por algo es llamado Manuel Brocales), embrujando a algunos sectores populares acostumbrados a la dádiva adeca y esa clase media sin cerebro que por allí pulula, el hoy candidato comienza a amasar fortuna y a formar, sobre la vieja estructura adeca, su propia organización, que usurpa con los colores de su bandera los símbolos patrios regionales. Apoyado por factores de poder de la región, monta su propio coro de periodismo adulador, a fuerza de palangre, ya que el hoy candidato no acepta críticas: todo debe funcionar con un guión previo, con esa farsa de participación y opinión que lo rodea, tan falsa como sus discursos. Esto le ha permitido permanecer en el poder regional diez años (sí, 10 AÑOS), sin que el Zulia (que es mucho más que Maracaibo) tenga hoy una sola obra de relevancia que mostrar, sus barrios en la más miserable pobreza, sus calles internas de tierra, sin servicios, con hospitales “privatizados” que igual no funcionan, vías de comunicación y puentes en deplorable estado. Diez años es tiempo suficiente para que un gobernador tenga gestión que mostrar, pero Manuel no la tiene, argumentando “falta de recursos”, los mismos que argumenta para tratar a sus empleados y obreros como esclavos de tan triste señor feudal.

En lo único que Rosales mostró empeño fue en moldear su cuerpo policial, la Policía Regional (la misma que hoy 62 % de los zulianos quiere extinta) para convertirla en una guardia pretoriana de sus excesos y arbitrariedades, asesorada por el asesino Henry López Sisco (figura pública desde hace 20 años, amada por sus adecos, que hoy Manuel dice que no conocía). Una policía que maneja al hampa y a sus mafias, con vínculos con el paramilitarismo aupado por los ganaderos y el sicariato con mismo origen. Esos policías que reciben bonos millonarios para luego amedrentar a los opositores de Manuel, para golpearlos, seguirlos, chantajearlos. Ese es el candidato Rosales.

El problema entonces, como decía la señora del audio, no son los mangos, el problema es Rosales. El problema no es que hable feo, con voz de bruja, que un rebuzno sea peor que el otro –de hecho, podríamos hacer un libro con sus frases “célebres”-, el problema es que este aprendiz de dictador NO ES UN DEMÓCRATA y hoy quiere manejar el país. En el Zulia tenemos 10 años de dictadura con Rosales: solo si usted tiene una alianza con un factor de poder puede criticarlo en los medios. Exigió que todos su empleados firmaran contra Chávez, y a los que no lo hicieron, los botó o hizo renunciar, para luego no pagarles las prestaciones o pagarle lo que le de la gana a sus sirvientes administradores. Hoy dice que quiere gobernar para 26 millones de venezolanos, sin exclusiones!!!

Compró a su gente y compró a su oposición. Para muestra un botón: en el 2001, cuando como periodistas nos empeñamos en sacar a flote la mala gestión de Rosales desde un periódico de la localidad, bastó una llamada histérica del gobernador al dueño del periódico y una promesa de reanudar las pautas publicitarias para que este servidor, a mucha honra, fuera botado, sin que la “oposición” de Rosales, enredada en contratos, dijera nada. “Usted sabe, así es la política”, me dijo el dueño del medio en esa ocasión. La política, Chávez lo ha demostrado, puede ser de otra forma distinta a ese viaje en el tiempo (hacia el pasado) que nos plantea Rosales entre cantinfladas. El problema no son los adecos, el problema es Rosales, reencauchado y esperando el 2013, sin que nadie lo meta en la cárcel, estando las pruebas a mano de su corrupción, de su tiranía, de su desprecio por la voluntad popular y por la verdadera democracia.

Rafael Boscán Arrieta

Periodista/Docente UBV-Zulia


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Rafael Boscán Arrieta

Periodista y Docente universitario

 boscan2007@gmail.com      @raboscandanga

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