Las estrategias de la oposición

Cualquier ser medianamente racional sabe que la estrategia gira en torno a los objetivos que uno se ha planteado. La oposición venezolana, que sabe muy bien cuáles son sus objetivos, ya ha desplegado su estrategia: la conspiración. Porque, vamos a estar claros, no es que, como dicen muchos “analistas”, la conspiración se ha desatado. Es que siempre ha estado desatada. Desde mucho antes que Hugo Chávez hubiese sido electo por primera vez. Recordemos solamente la separación de las elecciones en 1998. Y a partir de allí han seguido, siempre queriendo joder al comandante (y casi lo logran en abril de 2002).

Este año no va ser muy diferente. El hecho de que haya elecciones en diciembre no va a hacer cambiar de planes a la oposición. Al contrario, la certeza de una nueva derrota electoral, limpia, incontestable e incuestionable, hará que los planes de desestabilización se radicalicen. Que van perder una vez más lo reconocen hasta sus propios numerólogos: Luis Vicente León, haciendo de pitoniso predijo, entre otras cosas, que i) Chávez seguirá gobernando después de diciembre; y ii) las elecciones se celebrarán en la fecha prevista, con o sin oposición. Así hasta yo me meto a numerólogo…

León también “predijo” que Rosales jugaría con sus propias reglas (se refería principalmente en cuanto a las posibilidades de ser el candidato de la “unidad”, pero también aplican ahora que ya lo “es”) y que no se retiraría de la contienda “independientemente de que las condiciones electorales no cambien sustancialmente”. Pero hay demasiadas razones que hacen pensar que el pitoniso de Datanálisis se va a equivocar. La única manera de que Rosales no se retire es que le garanticen que Hugo Chávez no se va a lanzar. (Así como la única manera de que siguiera en la carrera por la candidatura era que le garantizaran que no debía renunciar a su cambur.)

Lo primero que lo hace dudar a uno es la conducta decididamente antidemocrática, conspirativa, inescrupulosa y fascista de la oposición. Si algo han demostrado hasta ahora es que no les importa un carajo quién se joda con tal de salir de Hugo Chávez. Cómo creerle, entonces, a una oposición que hasta a ella misma se juega sucio. ¿Podemos darnos el lujo de pensar que esta vez la oposición sí está pensando en Venezuela, en el pueblo? ¿Vamos a creerle que, sabiendo que van a perder en diciembre, la apuesta de ellos es construir un espacio político y un liderazgo de oposición a largo plazo? ¿Que lo que de verdad quieren es convertirse en la alternativa democrática para ese sector de la población venezolana que no apoya al presidente? Sí, cómo no. Y yo soy la abuelita de Tarzán.

Después uno ve las ofertas de Rosales y sabe que son tan ridículas y poco serias que no queda otra que pensar que a estos tipos no les importa un pito el camino electoral. ¿Quién cree que puede arrebatarle votos al chavismo con las ofertas de la oposición? ¿Quién puede creer que de verdad habrá un sueldo para los desempleados? (Lo que va a crear es un país de desempleados porque yo mismo prefiero ganarme ese sueldo por mi cara tan linda que ganar lo mismo y además trabajar.) Uno además se pregunta si es que Marciano tiene razón cuando piensa en toda la plata y todos los asesores que tiene esta gente y sin embargo dice tales pendejadas. O si es que saben muy bien lo que quieren y desmovilizan (más) a su electorado y pretenden desmovilizar al chavista porque su verdadera estrategia es la conspiración, de la cual la abstención es una de las líneas tácticas.


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Ángel Gómez A.


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