Desde el Estado Sucre

Fabiola Colmenares se la comió

Cuando ví a Fabiola Colmenares entrevistada para el programa “Canal Abierto”, de VTV, toda llena de alborozo porque el alcalde Henry Falcón la había contratado como Imagen de la Feria Internacional de Barquisimeto, de sopetón me levanté de la cama y me fui al baño. No tuve otra opción que vomitar (¡y no exagero!, Alicia Pacheco...). Y no por Fabiola en sí, que como ser humano merece toda la consideración del mundo, sino por las estupideces en que seguimos envueltos.

Y es que pareciera que algunos revolucionarios no terminan de aprender que el país que queremos construir no se parece en nada al de la fábula y la frivolidad alienantes que nos sembró la IV República.

Si ya nos había ocurrido con el señor William Echeverría, de Globoterror, por quien nos devanamos los sesos haciéndole pucheros y coqueteos para convencerlo de ir a un acto del periodismo sensato, y nos salió faltón y grosero el muchacho, ¿por qué carrizo reincidir con una mente de pollo como Fabiola Colmenares, dándole el honor (y los billetes) de ser la imagen de una ciudad donde el chavismo saca el 70% de los votos; para que al final la niña nos saliera guarimbera?...

Camarada Henry Falcón: Ese submundo de la frivolidad y la sifrinería, propios de la aberración del capitalismo, donde unas barbies de la megaindustria de la explotación femenina, llenas de panqué, laca y silicona, son el modelo a seguir, no es precisamente lo que se aspira en la V República. Precisamente, ha sido ese uno de los mayores ganchos de la burguesía para sojuzgar la conciencia de nuestros pueblos, y hacerlos simples objetos del consumo y la autodestrucción.

No es Fabiola Colmenares la imagen del nuevo país; como tampoco lo eran Pilín León, Bárbara Palacios o Judith Castillo de los buques de la industria petrolera. Desfilar en una pasarela, andar lleno de flashes y guindalejos, enfundarse una banda de “Miss tal cosa”, o trasmutarse físicamente para parecer bella, no son precisamente una hazaña. Hazaña es criar muchachos para el bien; llevar una vida productiva a favor de la sociedad; desvivirse por el prójimo, y luchar contra el oprobio y la explotación.

Si por el carácter internacional de esa fiesta barquisimetana, estamos obligados a esclavizarnos al parámetro de belleza que desde Nueva York impone el supermillonario Donald Trump; ¡pues, quitémosle esa vaina y punto!... ¡Hagamos ferias nacionales!…

La derecha sólo conoce un lenguaje: La rendición; así que dejémonos de sandeces y terminemos de entender que a pesar de un buen trasero, unas muy enhiestas pechugas, una cabellera incandescente y una caríta preciosa, la revolución estará siempre más buena que Fabiola Colmenares. ¡Si no, que lo diga el inmenso pueblo!...

(jeramedi@yahoo.es)


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Jesús Meza Díaz


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