La aceleración del proceso
revolucionario es impostergable. El
capital y sus aparatos políticos, es decir, los medios de comunicación, han
hecho perder mucho tiempo a las propuestas transformadoras del proyecto
bolivariano, dado que el mecanismo electoral, viciado desde la IV República, fue la
vía por la cual el movimiento popular líderizado por Hugo Chávez Frías alcanzó
el dominio formal de la estructura del Estado.
Ese juego electoralista que
sirvió de instrumento a los ricos y a sus partidos políticos con su fatuo
policlasismo y creó la ilusión, mantenida con dádivas y represión, de una
auténtica democracia, comienza a sucumbir. La sustitución de ese modelo de “ejercicio democrático” por la participación
directa, cotidiana, del pueblo a través de los Consejos Comunales y las
asambleas locales, romperá los espacios massmediáticos, dando lugar a formas
alternativas de discusión y comunicación en absoluta libertad, sin
manipulaciones alienantes.
Resultan necios, y son
inútiles, los programas de opinión de Miguel Rodríguez, Carlos Fernández o
Roberto Giusti, por ejemplo; las columnas periodísticas de Emeterio Gómez,
Marianella Salázar o Manuel Caballero, entre otros; las deplorables payasadas
de Kico o Castillo; la aristocrática ironía de Petkoff o Zapata… Todo eso es ya un fastidio, son máscaras
desvaídas del pasado.
En los barrios, en las
universidades, en las misiones, los jóvenes irrumpen con medios alternativos
que además juegan un papel organizador de las comunidades, desplazando a los
viejos partidos políticos y a los que, hasta ahora, son débil sustento del
gobierno, que a su vez retribuye sus apoyos con desproporcionados contratos,
comisiones y otras mañosas prebendas que nada tienen que ver con una
revolución.
(Continuará)
nunezsilva@hotmail.com
Barquisimeto, 02 de Agosto de
2006