En abril de 1912 el Titanic inicia su primer viaje con gran lujo, dotado de casco de doble fondo para máxima seguridad, y en cuya posibilidad de naufragio nadie pensaba. Llevaba escrito: “Esto no lo hunde ni Dios”. Todo un símbolo de una mentalidad que creía ciegamente en su poder y desafiaba con orgullo a la furia de las aguas.
Durante la noche del 14 de abril, en el Atlántico Norte, choca contra un iceberg y se hunde en menos de tres horas: 1.517 personas hallan la muerte en aquellas heladas aguas del mar de Terranova, infestadas de tiburones.
Hay personas que se sienten tan superiores, con tal sentido de engreimiento que a veces uno llega a pensar: ¿y no tendrá esta pobre criatura un amigo o una amiga que le diga al oído que esos aires son de un ridículo espantoso?.
En nuestra Isla hay un Alcalde que tuvo el atrevimiento el pasado viernes 18 de octubre, en las inmediaciones de la plaza Bolívar de la Asunción, de ordenar quitar unos afiches de la calle, de un revolucionario que aspira su curul, y luego que se reclamo a quienes lo quitaron para que devolviera tales afiches, llego el Alcalde en persona, acompañado de 30 guardaespaldas y la policía municipal, arremetiendo groseramente contra quien reclamaba tal abuso, y se le fue encima gritando todo tipo de improperios, cual valentón de calle, echando por el suelo la majestad del cargo que ostenta y para colmo de males, decir luego que fue a el que le quitaron los afiches.
Detrás de cualquier problema en la educación o la formación hay siempre un principio de soberbia. Son actitudes en las que se manifiesta ese pequeño tirano que todos llevamos dentro. Actitudes que si las viéramos desde fuera de nosotros nos parecerían tan ridículas que no saliéramos a la calle.
Como diría Maquiavelo: “Todos ven lo que aparentas; pocos advierten lo que eres.”; o como reza el viejo refrán: “Al jorobado no se le puede obligar a pararse derecho”.
Arismendi ha visto como se ha olvidado el municipio, donde su primera autoridad no asume sus compromisos y responsabilidades con el pueblo, por eso ya no creen en él y está quedando al descubierto, sobre todo cuando busca resolver por la violencia lo que se puede resolver conversando o simplemente pidiendo disculpas por quitar algunos afiches que no debía.
Lo que podemos decir es que a este ciudadano le quedan pocos días para electoralmente abandonar su curul, el cual se teñirá de rojo rojito el 8 de diciembre, porque el pueblo le pasara factura, y se hundirá como el Titanic. ¡Quien fabrica vientos recoge tempestades!