Este 22 de mayo, mi ciudad está de cumpleaños… Son 243 años de vida, historia y trabajo, los que cumple mi ciudad. Y cuando digo “mi ciudad”, no lo digo por conveniencia o por cómoda utilización de un artículo posesivo. A Ciudad Bolívar la quiero con mis ancestros, la quiero con sentido de pertenencia, la quiero viviendo en ella y cuando he estado lejos. Los que en algún momento decidimos salir de aquí para estudiar o buscar nuevos rumbos u otros nortes, conocemos el sabor de la nostalgia por esta ciudad de río, de gente tranquila y de un orgullo una veces reprimido.
A Ciudad Bolívar la quiero con su gente, todos…, sean rojos, blanquitos, azules, naranjas o negros ( y no planteo esta clasificación solo por el color de la piel o la raza, sino por la ideología). Todos son la ciudad, todos somos la ciudad.
Muchos retos nos esperan. Aún luchamos por obtener el reconocimiento como paisaje cultural de la humanidad, por la UNESCO. Algunos hacen su trabajo en función de este objetivo, otros lo engavetaron o lo olvidaron, es triste, pero es parte de nuestra realidad.
Todos los días cuando veo huecos en mi ciudad, un semáforo dañado o la basura incipiente en calles y avenidas, crean que no embarga un sentimiento de tristeza, como pudiera ocurrirle a algunos; ni de rabia como le pasa a otros que inmediatamente señalan a las autoridades e instituciones responsables.
No señor, mi sentimiento es más bien hacia una conducta preactiva. “Yo tengo que hacer algo para que mi ciudad no se vea así, yo tengo que hacer algo para que los semáforos dejen de ser una calamidad y para que mi terruño conozca al fin un servicio de recolección de basura óptimo, digno, confiable y sobre todo que no sea mampara para negocios turbios, marramucias, acuerdos y otras infelices actuaciones”.
Todos debemos hacernos ese planteamiento y no lo digo exculpando a las instituciones o representantes de gobiernos. Todo lo contrario, precisamente hacia ellos debe estar encauzada la fuerza del sentimiento popular positivo, constructivo y motivacional.
A veces creo, y no me acusen de ingenua, que el problema es un asunto de motivación. Hay instituciones de servicios y líderes que asumen un compromiso con la gente y que luego son presa de la “desmotivación política”, un fenómeno que los politólogos u otros expertos en el área, deberían investigar.
Definitivamente, la propuesta debe ser, una cruzada por la autoestima bolivarense. No del ciudadano, que la tiene, sino de algunas de sus instituciones, algunas de sus empresas de servicios (que digo algunas, Todas…) y algunos de sus “líderes”. Vamos a subirles la autoestima, vamos a motivarlos, vamos a estimularlos, quizá así dejen la flojera, la desidia y la indiferencia que los caracteriza y nuestra Ciudad Bolívar, la histórica Angostura del Orinoco, deje de ser una utopía y pase a convertirse en una ciudad vivible; una capital con un aseo urbano que funcione; un servicio eléctrico que no falle ante la más mínima brisita; semáforos a granel y funcionando; transporte público digno; calles sin huecos y gente feliz. Ciudadanos felices y orgullosos no solo de su pasado histórico y libertario, sino de su presente promisorio y positivo. Feliz Cumpleaños Ciudad Bolívar. Te queremos mucho.
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