Hace días se suscitó un hecho que en su momento llamó la atención, pero como favorecía al proceso revolucionario no desató esa cadena provocada por los medios de comunicación al servicio del golpismo, con esas noticias frenéticas en contra del Gobierno.
Me refiero al evento en el que más de 200 campesinos se trasladaron del municipio Mara hasta Maracaibo, un rato a caballos, mulas y otras a pié, para dar su apoyo a la reforma constitucional propuesta por el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Rafael Chávez Frías.
Suceso en el que, por cierto, tuvo una loable participación el sociólogo Giovanni Villalobos, chavista a carta cabal y actualmente director general de la Alcaldía de Maracaibo.
Villalobos esperó a la multitud en camino y la reunió en la Plaza de Toros, para escuchar el pronunciamiento de la masa campesina como un dirigente zuliano más, comprometido con la revolución bolivariana y consciente de la importancia de la voz y la participación del pueblo en este proceso liderado por Chávez.
Además, una acción muy acertada e inteligente del profesor Giovanni Villalobos, si tomamos en cuenta la saturación de la ciudad, debido al desarrollo de la Feria de la Chinita; el ajetreo propio del mes de diciembre y las manifestaciones universitarias.
La caravana de campesinos, agricultores, labriegos fueron escuchados con la atención y la diligencia que requiere un ciudadano venezolano, honesto y trabajador. Luego se marcharon en una actitud cívica digna a seguir, de la que debemos aprender.
Eso hay que decirlo, es más, esa lección de civismo debió ser aprovechado para que los medios televisivos y radiales a favor del proceso, hicieran cadenas similares a las que efectúan los que están en contra durante las 24 horas del día.
Así como esas emisoras de radio y TV intentan convencer a la gente de que en diciembre se aprobará una reforma “comeniños”, “quitacacasas”, también hay que explicar que el voto de Chávez puede viajar en autos, pero también de a pie, en mulas, burros, caballos, bicicletas, motos, en una muestra fehaciente de la participación que ahora se la da a los excluidos de la IV República.
Un voto que existe, pero que no se ve, porque los grandes medios en contra de Chávez los ignoran. No les conviene darle participación. Observen ustedes, amigos lectores, el sacrificio que debieron hacer estos venezolanos, para que el país recordara el potencial electoral de esos montes.
Y he aquí una explicación de los tan cacareados fraudes electorales que pregona la oposición ante sus derrotas inminentes. Esconden durante las campañas el voto duro de Chávez, para intentar justificar que el Gobierno hizo trampa, cuando lo ocurrido es que a esos electores “pata en el suelo” como los califica despectivamente la oposición, no los muestran por la televisión, pero están allí, pasan por las máquinas captahuellas y sufragan.
Igualmente, estos trabajadores del campo no son tomados en cuenta por las encuestadoras que ejecutan los bombardeos de datos, cifras y estadísticas durante los procesos comiciales.
Por lo tanto ¿cree usted, amigo lector, que si en esos sondeos de opinión se toman en cuenta a estos sectores del país, habría dudas sobre el triunfo del “SI”? Jamás.
La verdad es que la oposición manipula, maquina y echa a rodar estrategias, para aprovecharse de la ingenuidad de los incautos que no se dan por enterados de que hay una población electoral Chavista más allá de nuestras narices.
Sí, aunque muchos no lo crean, existe un voto bolivariano internado en esas áreas montañosas, hasta donde actualmente llega el brazo largo de la revolución.
De modo, que no se asombre al escuchar los resultados del referendo. No le están mintiendo, sino que esa gente que siempre estuvo excluida, apartó la brusca, la maleza, desafió las fieras y las serpientes, para llegar a su centro de votación y apoyar la reforma.
En Maracaibo sólo vimos unos 200, pero son más. Quizás algunos no tengan idea. Pero en los municipios del norte del Zulia, además de los de Mara, tenemos votantes de a pié, en mulas y caballos; en Páez, Jesús Enrique Lossada, Padilla y no hablemos del Sur del Lago, de la Costa Oriental ni de los del resto del país.
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