Pocos días han pasado luego de que la reforma constitucional propuesta por el Presidente Hugo Chávez y la Asamblea Nacional, fuese sometida a un referendum y fuera desaprobada por escaso margen. Muchas han sido las opiniones, reacciones, justificacones y acusaciones que se han suscitado a raiz de dicho resultado electoral. En mi humilde opinión, las causas de esta debacle son bien complejas, y muchas de ellas constituían un secreto a voces entre los revolucionarios de este pais. En primer lugar, la reforma fue mal concebida al no surgir del seno de las masas populares; al no reflejar las inquietudes y necesidades del pueblo trabajador, su promoción dependió exclusivamente del liderazgo personal del presidente Chávez. Esto demostró ser un craso error estratégico, ya que dicho liderazgo demostró no tener la fuerza como para remolcar una iniciativa de tal peso. Por otro lado, al tomar el atajo procedimental de lanzar desde arriba una propuesta y hacer de la consulta popular un saludo a la bandera, se contravino el principio de democracia protagónica consagrado en la Constitución vigente. Una vez visto que la propuesta no generaba entusiasmo en el seno del pueblo, los dirigentes del chavismo apelaron a prácticas politiqueras para persuadir a la población de que la reforma era necesaria, en vez de rectificar en sus métodos. La desesperación se puso de manifiesto cuando el gobierno comenzo con el discurso maniqueo de que en el referendum el votante optaba entre Chávez y Bush, una política ofensiva de incondicionalidad completamente innecesaria.
Otra falla fundamental de la campaña gubernamental fue el deficiente desempeño de los medios de comunicación del Estado, no por la cantidad sino por la calidad de la información suministrada; la línea comunicacional se centró en dimes y diretes con los dirigentes de la oposición de derecha, la cual nunca ha tenido una propuesta política seria de cara al país, y cuyos voceros constituyen una cohorte de cadáveres políticos cuya única posibilidad de trascendencia está en los errores que el gobierno pueda cometer para reflotarlos.
El rechazo a la nueva clase política fue un plomo en el ala para la campaña, y el resultado electoral da cuenta de la desconfianza política hacia la burocracia que copa los espacios del alto gobierno, como ministerios, gobernaciones, alcaldías, o la Asamblea Nacional. Las bases de este proceso revolucionario han estado exigiendo la revolución dentro de la revolución y no han sido escuchadas, entonces el gobierno debe asumir la necesidad de una profunda rectificación, para ello no basta con cambiar ministros y directores, es necesario recuperar la esencia popular en la acción de gobierno e implementar políticas de izquierda blindadas por la participación mayoritaria de los trabajadores y el pueblo, avanzando hacia la consolidación del auténtico Poder Popular Revolucionario.
En cuanto al contenido de la propuesta, tenemos que preguntarnos si era socialista en su conjunto, o si significaba un avance hacia el socialismo. Podemos revisar algunos de elementos de la reforma:
1.En el artículo 16, se proponía modificar la organización territorial del pais, se aglutinaban una serie de términos político-territoriales de difícil comprensión.
2. El 113 prohibe los monopolios económicos. Si bien la intención de la redacción es progresista, esto no tiene nada de socialista, ya que la mayoria de los paises capitalistas contemplan este principio, al tiempo que el capitalismo contiene en sí mismo una tendencia general hacia la cartelización y el monopolio, más allá de la letra de las legislaciones.
3. Uno de los mas polémicos fue el 115, que estipulaba distintas formas de propiedad, algunas con un alto grado de similitud entre ellas. Se reconocía la sacrosanta propiedad privada productiva "legítimamente adquirida". La oposición lanzó una campaña fascistoide sobre el tema de la propiedad, y el gobierno no aprovechó la oportunidad para clarificar la diferencia entre propiedad individual y propiedad productiva, sino que contribuyó con su actitud defensiva a reafirmar la indiferenciación entre ambas formas de propiedad que caracterizaba a la campaña de la derecha.
4.En el 136 se modificaba la división de los poderes públicos del Estado burgués, haciendo dos sub divisiones incomprensibles y eliminando el poder moral de un plumazo. El cambio no ofrecía un referente para atacar la corrupción y la impunidad, que tanto rechazo provocan en la población.
5. El 318 le concedía la administración de las reservas internacionales y del BCV al Presidente de la República. Esto podría justificarse si nuestro país hubiese roto con el capitalismo y la burgesia internacional, pero en una economía como la nuestra se convierte en un acto de fe otorgale ese poder al Ejecutivo nacional.
Es una necesidad urgente dilucidar el motivo por el cual la propuesta fue rechazada en su conjunto, a pesar de los diverso aspectos progresistas de la misma, como la reducción de la jornada laboral, la protección social a los trabajadores informales, la creación de la milicia popular, la prohibición del latifundio y la dualidad del poder estatal-popular, como rasgo de una democracia socialista. Es indudable que el aumento de los porcentajes requeridos para activar referendos, la eliminación de la dedicación exclusiva para los diputados de la Asamblea Nacional, y el nombramiento de vicepresidentes regionales sin consulta democrática alguna; jugaron un papel importante para que la propuesta no fuera aprobada. Ojalá esta lección sirva para rectificar el rumbo y evitar reincidir en los mismos errores. De poco sirve predicar el socialismo si no somos capaces de practicarlo, o pretendemos tomar atajos a la participación popular para la costrucción revolucionaria. Estoy seguro de que nuestra gente sí quiere socialismo y no va a regresar al oscuro y destructor pasado neoliberal. Ahora más que nunca la revolucion está viva en las esperanzas de las mayorías populares.