Ciencia, pensamiento científico y humanismo en Venezuela

A un costado del Obelisco de Barquisimeto y frente al Ambulatorio del Oeste, así llamado, hay una placita a modo de una media luna que décadas atrás se llamó Los Ilustres, según el testimonio recogido por tradición oral de descendientes de alguno de quienes otrora presidían ese espacio público. En este caso el general Pedro Nolasco Pereira. Médico y político del siglo XIX, nativo de Río Tocuyo, municipio Torres.

Días atrás intrigado por lo anterior dicho nos detuvimos a leer la placa del busto que ahora se yergue heráldico y ceñudo y de perfil aguileño al lado, precisamente, de un corral de la Misión Nevado destinado a la asistencia médica de animales domésticos; canes y meninos, principalmente. Así descubrimos que se trata de un prócer civil y no el general Ezequiel Zamora como pensamos prejuiciosamente al avistarlo de lejos.

No sin sorpresa y admiración advertimos que se trata del sabio Rangel (Rafael Rangel, 1877-1909). Una promesa de la ciencia, el pensamiento científico y el humanismo en Venezuela, muerto trágicamente, de quien una vez leyéramos una biografía muy amena escrita si no recordamos mal por el Dr. Marcel Roche.

Recordamos también una disertación del académico Dr. Reinaldo Rojas, quien en un suelto periodístico en El Universal titulado "La ciencia entre nosotros", planea que, si bien el país requiere científicos (aumento de productos de la labor de innovadores e investigadores), se requiere armonizar tales requerimientos con el desarrollo de las humanidades. En sus palabras:

"Es el "medio social", nos dice, lo que se debe estudiar para entender el proceso de la ciencia en un país como Venezuela. Y en ese medio social, la relación entre ciencia y cultura es de fundamental importancia. Un primer elemento que aborda es el de la indiferencia con el que la sociedad mira la labor del científico. Ya en 1967, una encuesta señalaba que en el mundo empresarial, el investigador gozaba de prestigio, pero de un prestigio teórico, casi como decir, inútil. Pero hay otro factor no menos importante y que tiene que ver con lo que Ramón y Cajal señalaba como un pecado en el quehacer científico español: ir siempre hacia lo útil inmediato y al practicismo estrecho, buscando recetas y fórmulas de acción para resolver problemas".

Ahora que por estos días se ha vuelto a poner en la palestra la cuestión de la priorización de las carreras universitarias científicas y humanísticas en Venezuela, a propósito de una nueva propuesta gubernamental en el campo de la reasignación de los cupos en las universidades nacionales, muchos ensayistas han reflexionar sobre este asunto; así, otro académico como es el Dr. Tomás Straka en dos ensayos titulados "La vigencia del humanismo" en el portal Prodavinci señala que:

"El listado de carreras prioritarias que acaba de publicar el Ministerio de Educación Superior, ha revivido el viejo debate sobre la utilidad de las humanidades ¿Para qué invertir recursos humanos y financieros en el estudio de Platón o en el análisis de Calderón de la Barca? ¿Puede un país como Venezuela darse semejantes lujos? Mientras desde la otra acera, y no sin cierto sentimiento de ofensa, otros preguntan: ¿es que a las letras, a la historia, a la filosofía, se les debe buscar una utilidad, como se la busca, por ejemplo, para un martillo o un pisapapeles? ¿Es que el pensamiento, la belleza, la moral son un lujo?".

Inmediatamente agrega lo siguiente sobre la discusión actual:

"Aunque la resolución del Ministerio no elimina las carreras humanísticas, no ve en ninguna de ellas –como en casi ninguna de las ciencias sociales- el cumplimiento de una función prioritaria en el aumento de la productividad nacional. Ante ello, un grupo de profesores, sobre todo de la Universidad del Zulia, publicó un comunicado expresando su preocupación sobre lo que consideran una visión muy parcializada de las funciones de la Educación Superior. Afirman que "toda actividad productiva a desarrollar en cualquier punto de Venezuela requiere de una visión científica y humanística que la haga viable, perdurable y que le permita alcanzar los objetivos propuestos". Los firmantes se ponen en un razonable punto medio entre los dos extremos que señalamos en el párrafo anterior. No aspiran a unos humanistas metidos en torres de marfil, sino a unos integrados a equipos multidisciplinarios, contribuyendo en el debate público, actuando en la faena dura y provechosa de educar".

Estos son aspectos particularmente relevantes, aunque muchas veces pasan desapercibidos para "el gran público", como se dice, dado que lo estrictamente ideológico de la coyuntura política actual nos entretiene en el inmediatismo, siendo que en eso como pueblo se nos va la vida.



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Luis B. Saavedra M.

Docente, Trabajador popular.

 luissaavedra2004@yahoo.es

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