Con la escasez de sus reservas, la Europa del Renacimiento necesitaba reconstruirse luego que se agotaban poco a poco sus minas de plata tras las guerras de esos países. España, era uno de los países que requería reconquistar su poder imperial, así se lanzaba en su proyecto de conquistas de nuevas tierras. Al llegar a este paraíso de riquezas y bellezas naturales, la primera parte en la conquista la asumió la iglesia, lo primero que presenciaron muchos franciscanos, fue el trato cruel aplicado a los indígenas “conquistados”. La conquista tenía como finalidad la expansión y la riqueza. Había que salvar el alma de los indígenas. Quienes eran refractarios o no se sometían, se consideraban infieles y en el tiempo; los inquisidores se enfrentaron a éstos aborígenes rebeldes que defendían sus territorios y riquezas ofrendadas a sus dioses y apetecidas por el viejo continente.
Los aborígenes crean el mito del “Dorado”, apetencia que atrajo más la mirada del nuevo imperio. Algunos comentaban que había un rey que vivía en un palacio de oro macizo, se bañaba en una laguna clara, se untaba el cuerpo con resinas aromáticas y se cubría de pies a la cabeza con polvo de oro. Esto fue una especie de invento de los indígenas para quitarse de encima a los conquistadores sedientos de aventura, fue como la leyenda del “Dorado” recorrió toda la Europa del siglo XVII. Así arrasaron buscando por todo el continente del Yucatán a La Plata, Los Andes y la Amazonía. Con la infructuosa búsqueda del reino del “Dorado”, en el tiempo se dedicaron a saquear riquezas como perlas, plata, cobre, diamantes y otras de tanto valor que reconstruyeron Europa con el saqueo del nuevo continente llamado América.
En el presente, se vislumbran otros tipos de riquezas y “oros”, necesarias para el progreso y la vida como las fuente de energía; el petróleo “llamado el oro negro” y la insustituible y vital agua, afloran cual riquezas del futuro que desatarán guerras futuras pero en el presente, desatan invasiones y guerras promovidas por los nuevos imperios ávidos de riquezas y sustento de esos elementos para su poderío y expansión futura. La nacionalización del oro en Venezuela y el retorno de sus lingotes como reservas resguardadas en el exterior, abren los ojos con preocupación al viejo continente que se va quedando seco de agua, carente de energía y acéfalo de la custodia de nuestras riquezas. Esto se consideraba extraño, ver a quienes nos saquearon en el pasado resguardando nuestras riquezas presentes, lo que hace acertada la política actual del retorno para resguardo del oro venezolano como reserva en suelo patrio.
¡No todo lo que brilla es oro!, así se transmite en el tiempo un adagio popular que replica también en un acertijo: ¡oro parece, plata no es!...Los alimentos comenzarán a verse también en el futuro como el oro de la comida, así como la necesidad de otras formas de vida, tal como en el deporte en ese orgullo de competencia y necesidad moral del oro en una medalla.
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