La oposición con esa
guerra sucia, según la cual Chávez no llegará al 7 de octubre
porque se lo impide un cáncer, más que desfavorecerse con estrategias
estúpidas, se está haciendo el harakiri, incurriendo además en la
comisión del delito de traición a la patria. Entrando en detalle,
cabe señalar que en esta campañita mal sana se confabulan factores
nacionales y externo, quienes llevan trece años tratando de salir
de Chávez a como dé lugar. Esta vez, como ya es costumbre, un diario
estadounidense The Washington Post no pierde ocasión para tratar de
generar confusión, descubriendo el agua tibia cuando afirma
que hasta los seguidores del líder tienen serias dudas sobre el
estado de salud, que el propio Comandante Presidente se ha encargado
de informar de manera oportuna y veraz. Se diría que es una enfermiza
obsesión de los detractores del proceso, ponerse a inventar fatalidades
que empañan la confianza del país ante los ojos de inversionistas
extranjeros, bien sea del sector público, como privado.
Ahora bien, que
laboratorios de guerra mediáticas cumplan instrucciones
del Imperio y se propongan lanzar pestes contra Venezuela, eso en nada
tiene que sorprendernos porque para eso les paga en la CIA y el Pentágono.
De modo pues que mientras el estadista de Sabaneta les alborote
a los lideres tercermundistas dispuestos a consolidar la soberanía,
el Departamento de Estado hará todo cuando esté a su alcance para
proponerse acallar la voz de la liberación nacional en el hemisferio.
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A todas estas nos preguntamos
si los agentes que actúan dentro del territorio, no se han paseado
por el hecho de que al correr inversiones de capitales foráneos
que los favorece también a ellos, están escupiendo
para arriba, pues al fin y al cabo esa miope burguesía criolla
forma parte del engranaje de la gran economía venezolana. ¿Verdad
que la soberbia ciega?
kameleljuri@gmail.com