Hay que tomar en serio las amenazas del gobierno de Bush.
Aún en franca decadencia, el imperio norteamericano es una gran potencia con recursos bélicos y económicos con capacidad de causar daños cuantiosos y mortales.
Estados Unidos ha aplicado en América Latina diversos procedimientos para sojuzgar a nuestros pueblos. Lo tradicional ha sido el dominio a través de las oligarquías domésticas y el conjunto de partidos, grupos e individualidades a su servicio por vínculos ideológicos, políticos o económicos.
Cuando el dominio a través de gobiernos sumisos se agota y surgen instituciones y liderazgos nacional-revolucionarios y patrióticos, entonces Estados Unidos acude a la fuerza. Esta suele expresarse mediante la invasión militar abierta, como fue el caso de la República Dominicana o de Granada o de Panamá.
Existe otra vía para imponer su dominio, como tuvo problemas en Nicaragua, en Haití y antes de Guatemala. En Nicaragua y Guatemala, Estados Unidos no usó la invasión directa con sus unidades militares sino que financió, armó y apoyó a la contrarrevolución interna y a mercenarios reclutados en otros países.
¿Cuál será la vía que tomará en el caso de Venezuela para recuperar su antiguo dominio imperial?
Con el mayor respeto por otras hipótesis y sin excluirla, nuestra opinión es que Bush preferirá infiltrar a centenares de paramilitares colombianos en el territorio venezolano y sembrar la "guerra civil", al estilo Nicaragua y Haití, con la incorporación de los grupos violentos de la oposición y de mercenarios y delincuentes reclutados por doquier. Con focos de guerra creados por los paramilitares colombianos, Estados Unidos tendría un buen pretexto para enviar "cascos azules" con la bandera de la ONU, obedientes a Washington.