La desnuclearización mundial

Si durante la época de la conquista los guerreros de los pueblos originarios hubiesen conocido la pólvora y los caballos, quizás la historia de la independencia de América no sería la misma. Evidentemente, los invasores españoles quienes tenían la superioridad en materia de tecnología armamentista, llevaban las de ganar. Las batallas con arcos, flechas, macanas y piedras contra caballos, perros entrenados, arcabuces, cañones y armaduras eran muy desiguales, a pesar de todo nuestros aborígenes arrostraron de manera épica la defensa de nuestros territorios, en muchos casos, hasta morir.

Las ambiciones de los imperios, a lo largo de la historia, han generado innumerables ocupaciones las cuales desataron guerras, humillaciones y escamoteos trayendo como consecuencia la ruina de muchos pueblos y como consecuencia, el cambio de rumbo del destino de estos.

Lamentablemente tales acciones, producto de la codicia de un grupo, acarrearon el beneficio de unos pocos y la ruina de muchos, pero no por esto a la solución de los problemas de la humanidad. Peor aún, los resultados fueron las insondables crisis económicas que condujeron, engendradas por la explotación extranjera, a profundas desigualdades en el progreso económico y social de los pueblos. Y todo esto, por el afán de obtener materia prima robada o barata, mano de obra esclava y mercados cautivos para vender sus productos. Cuidando siempre los invasores de mantener la salida de los recursos naturales de los países invadidos y, así mismo impedir la trasferencia de efectiva de capitales y de tecnologías.

A todo lo anterior, además del desequilibrio social y económico de los pueblos y mantener un estado de iniquidad, debo agregar la destrucción criminal de ecosistema por obra del poder monopólico de las industrias transnacionales, los nuevos invasores, entre las que se encuentran las empresas del sector petrolero, automotor, minero, agroquímico, industrial, ganadero, entre otros.

Consecuencia de todas las desigualdades presentadas a través de la historia, hoy el mundo se presenta sin esperanza, un planeta enfermo debido a la codicia de unos pocos que no se cansan de almacenar dinero para hacer más dinero. Es tanta la apetencia por la riqueza que para el año 2004 de los 40 billones de $ del PIB mundial, un puñado de países ricos se apropió de 32 billones, cuatro quinto del total (80 %), con apenas mil millones de los 6.345 millones de habitantes del globo, (dato tomado del libro "Alba sudaca vs ocaso capitalista"). Con la certeza, que con el tiempo esta discrepancia aumentó y arrastra hacia la miseria el 40 % de la población del globo.

Sin embargo, la historia no cambia el comportamiento de los seres humanos. Antiguamente fueron los ricos, blancos y cristianos los protagonistas de la maldad, los que se adueñaron del mundo y se apropiaron de las riquezas del planeta, hoy son otros los actores con los mismos intereses. Antes de la Primera Guerra Mundial, el Reino Unido, Francia, España, Italia, Bélgica, Alemania, entre otros se repartieron el mundo (África, Asía, América y Oceanía), a tal grado que el 25 % del planeta era de su propiedad, distribuidos entre las llamadas colonias o protectorados. Estos asaltantes esclavizaron a sus habitantes, le sustrajeron sus recursos naturales, la castraron su destino, la anularon sus culturas, los asesinaron, entre tantas ignominias que mostró la verdadera cara de aquellos asesinos.

Hoy la cuestión no ha cambiado. Los ricos, blancos y cristianos le transfirieron el testigo, es decir la hegemonía del poder económico, militar y tecnológico, a los WASP (blancos, anglosajones y protestantes), quienes agrupan en su seno a los dueños y ejecutivos de las finanzas, de la tecnología, de las empresas industriales, del emporio militar, de la industria automotriz, de la industria aeroespacial. Son los amos del dinero quienes aspiran adueñase de la riquezas de planeta.

Lamentablemente, para mantener este estado de desigualdades los países poderosos deben contar con algo para chantajear a los pueblos. Esto es, las armas nucleares, es decir, los malos cuentan con inmensos cohetes u ojivas con cabeza cargadas con explosivos radiactivos. Son nueve los países que pertenecen a este club exclusivo, estos son; EEUU, Rusia, Reino Unido, Francia, China, India, Pakistán, Israel y Corea del Norte. Entre todos, sus ojivas suman más o menos 15.000 artilugios nucleares y mortales apuntando hacia diversas partes de mundo.

Como vemos, las grandes potencias gastan millones y millones de dólares fabricando artefactos para acabar con el planeta. Ya no basta con la contaminación de las aguas (mares, agua y ríos) y el aire, el calentamiento global, la desertificación consecuencia de la destrucción de los bosques, el aumento de la basura, la destrucción del ambiente, el crecimiento de la miseria, el incremento de la basura espacial, la reducción de las tierras cultivables, el aumento desmedido de la población y de la pobreza, la falta de alimentos para aliviar el hambre, a todo lo anterior debo agregar la amenaza nuclear de quince mil ojivas apuntando hacia diversas partes del planeta, No nos preocupemos, ya que con uno solo de estos misiles con cabeza nuclear podrá cumplir con su objetivo: acabar con todo ser viviente.

Lo risible y lo hipócrita respecto a este asunto, es que son los miembros de este club los encargados de vigilar que los demás países no desarrollen la tecnología nuclear para la fabricación de ojivas. Y peor aún, que el gobernante del único país que ha lanzado dos bombas nucleares sobre dos pueblos desguarnecidos actúe como guardián y decida quién o no puede desarrollar tecnología nuclear como arma de guerra. Parece ser que son los miembros del club, los únicos que pueden mantener la amenaza nuclear sobre las demás naciones para controlarlos y subyugarlos. Tal como lo hicieron los conquistadores en América, quienes se valieron de su superioridad armamentística para avasallar a los pueblos originarios, ahora son otros los WASPS quienes aspiran desvalijar las riquezas planetarias. Por esta razón impiden que otros pueblos desarrollen la tecnología nuclear.

Es hora de que los pueblos del mundo se manifiesten por la desnuclearicen del planeta, hay que eliminar la amenaza de las ojivas y por tal razón se deben destruir todas. No es posible que las naciones restantes vivan bajo la amenaza de un grupo de asesinos que en función de gobernantes mantengan el chantaje constante de la destrucción de la humanidad. La Tierra es el único planeta habitable de la galaxia y hasta los momentos no se ha descubierto otro, debemos preservarlo y para ellos es inexorable conservarlo para que nuestros herederos tengan un lugar donde vivir.

Venezuela actualmente vive las acciones de una guerra, que tal como la nuclear, propicia la destrucción de sus semejantes. Es la guerra de los comerciantes que no dejan de aumentar los precios de los alimentos, medicinas y servicios que está conduciendo a los hombres, mujeres y niños a una hambruna generalizada. Ya basta de reuniones con los empresarios, parece ser que la ANC carece de los elementos legales para acabar con la especulación y el robo de los sueldos de los venezolanos. Juzgo que las leyes que conducen a velar por el pecio justo no tienen que las aplique, el petro parece que no condujo hacia lo esperado. No es posible que en una semana los precios de los alimentos se dupliquen ante la mirada complaciente de los dueños de automarcados y los de los mercados municipales. Es una guerra, ciertamente, pero la batalla de los precios la está perdiendo el pueblo, es indispensable hacer algo con urgencia para detener esta ignominia. Bolívar estuvo claro al respecto cuando le escribió a Bartolomé Salom en 1825: "La justicia sola es la conserva la república". Y para que exista justicia se debe aplicar la ley contra los especuladores y asesinos. Lee que algo queda.



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Enoc Sánchez


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