Definitivamente, los señores Philippe Kirsch, y Luís Moreno Ocampo, Presidente y fiscal, del Tribunal Penal Internacional, tendrán que esperar un poco más para poder salir del hastió que les produce estar preguntándole a su secretario, si no ha caído un casito que los ponga en movimiento. Después de sentenciar a los gobierno de Ruanda y Yugoslavia, por fin, este tribunal pudiera procesar otro caso relevante, por que allá en el foro de Quisqueya se ha iniciado el juicio, al criminal de guerra, que para desgracia de los colombianos, hoy reside en la casa de Nariño y a su mentor principal George W Bush.
A despecho de estas oligarquías latinoamericanas, la asamblea mas importante de Sudamérica, de pronto se transformó en un tribunal, donde se interpeló, se enjuicio y sentenció al comodín más tenebroso que haya tenido el imperio por estas tierras.
Todos pudimos observar que el señor Uribe, no le quedó otra, que salir presuroso hacia donde estaba el Presidente desagraviado en este acto y reconocer que había cometido un atropello a la soberanía ecuatoriana; pero también pudimos observar, y esto sería lo más importante, que se volvió a demostrar, que los asuntos de la guerra son temas tan delicados, que no pueden dejarse en manos de los generales.
Esta “operación militar”, donde las fuerzas insurgentes, tuvieron una de las bajas más contundente, pudiera calificarse de impecable; sobre todo por que el otro criminal de guerra, incorporó su mejor tecnología para lograr su objetivo, pero las consecuencias políticas no han podido ser mas desastrosas. Hoy el imperio, tal como lo señalara Chávez, es el gran derrotado, y aquí, ni las balas, ni toda la tecnología militar, utilizada para asesinar a un Raúl Reyes durmiendo en calzoncillo, le bastará para salir del lodazal donde ha caído.
Pudiéramos señalar, sin temor a equivocarnos, que este será el principio del fin, vientos de cambio vienen soplando desde los tiempos de aquella declaración de la Habana, que premonitoriamente señaló: “Ahora sí, la historia tendrá que contar con los pobres de América, con los explotados y vilipendiados de América Latina, que han decidido empezar a escribir ellos mismos, para siempre, su historia”.
De tal forma, que los episodios vividos en Santo Domingo, y que han dejado en vilo a los mas rabiosos pitiyanquis y defensores del imperio en este continente, podrán utilizar y rebuscar los argumentos, tan o mas falaces, como los presentados por el paramilitar de Uribe; pero todo será inútil, en la Cumbre de Río se ha iniciado el juicio y el primer indiciado es el imperio, quien tarde o temprano pagará todos sus crímenes y saqueos, perpetuados a estos pueblos durante más de un siglo.
douglas.zabala@hotmail