El imperialismo acarreó una profunda crisis en las organizaciones sociales y políticas que han estado a su servicio.
Ello obliga también a que los partidos de los sectores revolucionarios superen los modelos pasados, valorando también la crisis del modelo socialista burocratizado. Imprescindible es la búsqueda creadora de nuevos códigos y preceptos políticos y organizativos.
Decíamos en el prólogo del libro de Luis Bilbao, Teoría y práctica del partido revolucionario: "Vivimos tiempos de convulsión social y política partera de cambios y transformaciones. Históricamente se puede demostrar que es en momentos como éste en los que los pueblos han evidenciado las carencias y debilidades ante la ausencia de organizaciones políticas y populares sólidas, unidas y claras para acompañar el salto cualitativo de las masas en su espontaneidad creadora y su madurez cuando están listas para el salto revolucionario. La unidad popular, en Venezuela y en nuestra América, se debate hoy entre consolidar un instrumento político que conduzca, dirija y consolide sus luchas y avances como proyecto revolucionario, o permanecer orgánicamente dispersas para continuar sometidos a los dictámenes de corporaciones transnacionales y oligarquías que practican programas y proyectos que inevitablemente conducen a la extinción de la especie humana".
Hoy esto no está en discusión, salvo excepciones que pretenden atrincherarse en viejas y aisladas estructuras o fracciones. Para ello debe haber algunos puntos de partida básicos, ante los cuales tenemos que lograr claridad y coherencia.
Es imprescindible contribuir a este proceso de creación colectiva desde una perspectiva crítica revolucionaria, apropiándonos de un discurso y praxis que identifique un modo particular de concebir el proceso de transformación pero, además, forjar un militante y un partido que atienda las necesidades de la revolución y no de una reforma o refundación capitalista. Un partido que enfrente la corrupción, el burocratismo, la ineficiencia y la propiedad privada de los medios de producción (propiedad no social). Un partido enraizado en el pueblo como su expresión más avanzada, que respeta la autonomía de sus organizaciones sociales y dirija el proceso general.
Para la construcción certera del Psuv, fuerte y sólido en sus principios teóricos y su práctica organizativa revolucionaria, hemos decidido, con humildad y firmeza, elaborar y difundir ideas, para provocar y contribuir al debate.
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