Émulos de Judas

El amor es el más bello sentimiento humano, es la expresión de la delicadeza del alma, la ofrenda de la ternura a otros seres, a los padres, a la pareja, a la amistad, a los pueblos y, también, al país donde se nace, afecto este que forma parte de la naturaleza del hombre desde que era un ser primitivo. Cuando se habla de poblaciones antiguas como la celta, la germánica o la ibérica, nos referimos a conglomerados de hombres arraigados a un territorio y son estas raíces las que con el transcurrir del tiempo han creado las nacionalidades, los países y los Estados. El heroísmo de los luchadores en un país tiene que ver con su pasión por su nación: pueblo y territorio, y han dejado a la posteridad las páginas más bellas de la historia de la humanidad.

Por el contrario, quien traiciona ese sentimiento, por cualquier razón económica o política, lo convierte en un ser despreciable, repulsivo, desde Judas Iscariote, quien atenuó su culpa con el arrepentimiento y el suicidio, hasta nuestros días, cuando la política ­en ocasiones­ fecunda las más bajas pasiones.

Es asombroso presenciar cómo en un país existen personas que cada día repudian su patria por razones de la pugnacidad política, así sea en el campo de las más sana actividad, como es el deporte. El colmo de esa actitud la estamos presenciando hoy cuando un Presidente del país vecino, falso como una moneda de utilería, agrede a nuestro país creando las condiciones para que sea atacado por el más asaltante de los pueblos que conoce la historia: Estados Unidos, al que se le cede el territorio contiguo a nuestras fronteras para facilitarle la agresión.

Los transgresores venezolanos de ese sentimiento sagrado ­como aquel Quisling noruego que colaboró con los nazis para que pisotearan con sus botas su propio país­ se expresan con el lenguaje ambiguo y entreguista propio del traidor: "No estamos de acuerdo con las bases militares en Colombia, pero Chávez se excedió en la respuesta" o "desaprobamos las bases, pero debemos respetar la soberanía de los países".

La invasión militar a Venezuela, con su carga de muertes y destrucción, sería de la complacencia de estos renegados.

Abogado


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Manuel Quijada


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