La paz y la guerra

En política, las más bajas pasiones, la falta de pudor, la fragilidad o flaqueza del pensamiento pueden conformar una personalidad. Con estas condiciones un político puede ser cínico, embustero, falso, contradictorio en sus juicios y planteamientos. No se puede ser de extrema derecha y no cultivar esos vicios, forma parte de su definición.

De todas las falsedades de que hace uso la derecha venezolana, colombiana o mundial, con que diariamente se agrede a Venezuela, la que toca los polos del ridículo, es que Chávez es guerrista, que anda detrás de un conflicto bélico con los Estados Unidos, el más grande poder militar que haya existido en la historia de la humanidad. Es cierto que pueblos pobres los han derrotado, como Vietnam y Cuba, y están venciendo el monstruo imperial Irak, Pakistán y Afganistán, pero ¿a qué costo y sacrificio? En Venezuela, tenemos el agravante de que una parte de ella, aunque pequeña, traicionaría al país y defenderían los intereses norteamericanos o colombianos. También esto ocurrió en aquellos países agredidos, pero hubo que sufrir el dolor de tener que fusilar a los traidores. Por otra parte, las únicas guerras que se justifican son las que persiguen la paz o la defensa de la dignidad de los pueblos.

A Chávez y a Venezuela lo que les interesa es la paz, porque son las ideas las que utilizan y con muy buenos resultados; casi todos los países de América Latina hoy son progresistas, con gobiernos democráticos, con Presidentes frescos, inteligentes y humanos. Es con la paz con la que se han obtenido esos logros. En el caso de Colombia, guerrear con ese país es pelear contra seres infernales: la mafia bien armada; un ejército cuya profesión es el crimen, como los paramilitares; el poderoso narcotráfico; la delincuencia organizada; unos políticos sin escrúpulos, dueños del poder del Estado; contra la más despiadada oligarquía del continente, la que detenta todas las instituciones del país, en particular los medios de información, la más brutal de las armas en esas sociedades emponzoñadas.

Y finalmente, como si fuera poco, contra los amos coloniales de Colombia, los Estados Unidos.


Abogado


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Manuel Quijada


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