En uno de los países más ricos de Europa, una de cada cuatro relaciones laborales ya está marcada por la precariedad

Alemania tiene 7,3 millones de trabajadores precarios

Cuando el pasado agosto, el Banco Central Europeo mandó una carta al gobierno español exigiéndole una "devaluación competitiva" de los salarios y la creación de una nueva categoría de empleos con sueldos por debajo del salario mínimo interprofesional, la institución de Francfort no hacía más que exportar la llamada "Agenda 2010" de recortes sociales y laborales llevada a cabo en Alemania desde 2003.

La diferencia es que Alemania tenía un terreno mucho más holgado para recortar, un estado social mucho más fuerte y unos salarios más altos, y que los ajustes se hicieron gradualmente, pues comenzaron en los años noventa, poco después de la desaparición del bloque del Este. Pese a todo, los afectos sociales han sido enormes.

Una estrategia empresarial-exportadora

En la Alemania de hoy, uno de los países más ricos y prósperos de Europa, una de cada cuatro relaciones laborales está marcada por el subempleo y la precariedad. Si en 1995 el subempleo afectaba al 15% de la masa laboral, hoy lo hace casi al 25%: 7,3 millones de personas. Lo que para unos es un avance empresarial para "flexibilizar el mercado laboral", para otros es un eufemismo de degradación y desempleo encubierto.

El gran reajuste alemán apuntaló una estrategia empresarial nacional, basada en el retroceso salarial para incrementar la competitividad exportadora alemana y los beneficios de sus empresas, beneficios que se invirtieron por todo el mundo contribuyendo y financiando, entre otras cosas, burbujas inmobiliaria de Estados Unidos, de Irlanda o España.

Ahora, cuando Mariano Rajoy quiere introducir en España, un país muy diferente y con unos de los menores gastos sociales de Europa, un reajuste calcado del alemán, en cumplimiento del mandato del BCE, la pregunta es si hay alguna "estrategia nacional-empresarial" o si se trata, simplemente, de cumplir órdenes. Sea como sea, uno de los frentes del ajuste es el de los llamados "minijobs", o "mini empleos".

Segundo mercado laboral

Por "minijobs" se entiende en Alemania una de las modalidades del subempleo que está desintegrando el "modelo social alemán", tradicionalmente basado en un estado social generoso y unas relaciones laborales más estables y decentes que en la mayoría de los países europeos.

El "minijob" es una forma de trabajo a tiempo parcial y precario que se liberalizó gradualmente a partir de los años noventa, y sobre todo a partir de 2003 con las llamadas reformas "Hartz", que llevaban el nombre de Peter Hartz, un ejecutivo socialdemócrata de Volkswagen que en 2007 sería condenado judicialmente por implicación en casos de corrupción.

La categoría principal tiene un techo salarial de 400 euros, desde 2003 exenta del límite inicial de 15 horas semanales, y el empleado no paga impuestos. Desde 2006, el empresario paga en contribuciones el 30% de ese salario: un 2% a Hacienda y un 28% al régimen de la seguridad social (15% al fondo de pensiones y 13% al seguro de enfermedad). Es decir que por un trabajador que gana 400 euros, el empresario paga 120 euros al Estado. De esta forma, el empleado sigue precariamente conectado al sistema de seguros sociales, aunque lo que gane no le alcance para vivir o le obligue a cobrar ayuda social. Una enorme variedad de combinaciones añade múltiples matices y desarrollos a este cuadro, con diferentes condiciones según los salarios y las circunstancias.

Con el "mini empleo" el trabajador, "recibe la oportunidad de usar su talento y ampliarlo, de hacer nuevos contactos y de acopiar referencias", y, "cuando el trabajo es en un ámbito desconocido, adquiere más calificación y perspectivas", señala la propaganda de la Agencia Federal de Empleo alemana (BA).

Degradación social alemana, complicación para Europa

Los sindicatos lo ven de otra forma. Consideran que ha sido uno de los elementos clave de la generalización de la precariedad laboral y el subempleo. Si en 1995 el 15% de los empleados entraban en la categoría general de "trabajadores con sueldos bajos", hoy son casi el 25% de los empleados alemanes: 7,3 millones de personas, según el último recuento. Eso quiere decir que una de cada cuatro relaciones laborales está marcada por el sello de la precariedad en Alemania. Aunque tienen los mismos derechos que los trabajadores en régimen normal, los trabajadores de este segundo sector del mercado laboral cobran mucho menos.

La súper competitividad alemana de los últimos años, que tantos desequilibrios ha ocasionado en el resto de la eurozona y sin la cual no se entiende la llamada "crisis del euro", tiene mucho que ver con esa reforma, que fue un regalo del gobierno de socialdemócratas y verdes a las empresas, que el actual gobierno conservador ha continuado. Entre las ventajas mencionadas, una mayor flexibilidad del mercado y menos economía sumergida, así como la máxima de "mejor precario que parado". La discusión de si estas fórmulas son un puente hacia el empleo normal, o por el contrario un eufemismo de desempleo encubierto y desmonte de conquistas sociales, es bastante viva en Alemania.

La generalización de los salarios bajos no ha cambiado en los últimos dos años, que en Alemania han sido de crecimiento. "Los subempleados no se han beneficiado del crecimiento económico", observa la Federación Alemana de Sindicatos (DGB).

"Alemania se ha convertido en el líder europeo en desarrollo de su sector de subempleo precario. Sobre todo en el sector servicios la presencia de subempleados con sueldos bajos es alta, del 80% entre las peluqueras y peluqueros y los taxistas, por encima del 60% en lavanderías y en restaurantes", señala el sindicato.

Los pobres viven menos

La esperanza media de vida para los pobres ha caído dos años en los últimos diez, señala un informe publicado ayer por el Saarbrücker Zeitung. Hace diez años los alemanes con ingresos más bajos tenían una esperanza de vida de 77,5 años, en 2010 esa expectativa ha caído a 75,5 años. El declive ha sido más drástico en el territorio de la antigua Alemania del Este donde la gente con ingresos más bajos ha pasado de una esperanza media de vida de casi 78 años a 74,1. Esta estadística sugiere que la justificación habitual para alargar la edad de jubilación –una mayor esperanza de vida- sólo es aplicable para el sector de ingresos medios o altos.



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