Cuando el Presidente Chávez lanza una advertencia sobre la posibilidad real de una agresión imperialista a través de Colombia y la necesidad de prepararse para esa eventualidad, la oposición difunde la mentira de que Chávez está llamando a la guerra. No es nuevo el infundio: cuando Vietnam era asolado por los bombardeos yanquis y Ho Chi Minh dijo: “Jamás nos rendiremos. Pelearemos 10, 20, 100 años”, la prensa servil tituló “Ho Chi Minh amenaza con 100 años de guerra”. Así, no eran los yanquis sino Ho Chi Minh quien auspiciaba la guerra.
La instalación de 7 bases militares en nuestra vecindad por un imperio que ha demostrado ser enemigo del proyecto bolivariano desde antes de que Chávez llegara a la Presidencia, en una campaña de terror implementada por la embajada de EE.UU, es razón suficiente para que el gobernante de un Estado soberano esté obligado a alertar a su pueblo sobre el peligro de una agresión armada. Tanto más cuanto las intervenciones directas e indirectas de ese imperio en Nuestra América constituyen una larga historia que ninguna propaganda distorsionadora podrá borrar. En la actualidad Honduras es víctima de esa intervención.
Las clases sociales condenadas por la historia nada tienen que ofrecer a los pueblos y recurren a la mentira. Carentes de mensaje para el debate civilizado, la sumisión a las directrices del imperialismo yanqui es la política de una oposición como la venezolana. Incapaces de una conducta que no esté guiada por la inmediatez, sus insensateces se vuelven contra sus propios seguidores. Esto ha venido ocurriendo una y otra vez. Su obsesión por derrocar a Chávez ha causado, sin embargo, serios daños al país.
El espíritu mezquino de las clases dominantes había venido frustrando la integración continental para la defensa frente a las potencias y se cumplió rigurosamente la profecía del Libertador: “Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia a plagar a América de miserias en nombre de la libertad”. También Martí previno contra “El Norte revuelto y brutal que nos desprecia”. Después de Playa Girón no han osado invadir a Cuba a 90 millas de sus costas, porque el hermano país se ha organizado para la defensa en todos los terrenos. En lejanas tierras libran guerras contra los pueblos de Irak y Afganistán, como antes en Corea y Vietnam, donde sufrieron las más vergonzosas derrotas. Nuestros recursos energéticos y el papel que jugamos en la integración del continente son estímulos para el voraz imperio.
robertohernándezw@gmail.com
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