Fue después de la derrota del Psuv del 2 de diciembre de 2007 en el referéndum sobre la Propuesta de Reforma Constitucional, que el presidente Chávez hizo el llamado a la revisión, rectificación y reimpulso. Aquel, fue el evento que permitió poner las cosas en perspectiva y creo las condiciones para que comenzara a fluir la crítica; hoy, ante el inocultable clima de reconfiguración del panorama político luego del resultado electoral del pasado 26/09, que fue más o menos vislumbrado, se hace el llamado a la “crítica y autocrítica profunda” –siempre necesaria- con mayor vehemencia.

      Los resultados del pasado domingo reflejaron claramente una victoria del Psuv. Nadie puede decir lo contrario. Pero si apartamos del análisis por un momento las particularidades sistema electoral –el método- que para este tipo de elección traduce los votos en curules, los números como que se parecen mucho. Y digo apartar el análisis de esta cuestión en función de hacer una proyección para el 2012, sin olvidar el importante detalle de que la participación de la militancia en elecciones, cuando de Chávez se trata, es mucho mayor que en cualquier otra y tiende a alcanzar su techo. Recordemos que fue en las presidenciales del 2006 que se alcanzó un apoyo electoral que no se ha podido alcanzar desde entonces, y que fue en el referéndum sobre la Enmienda Constitucional de febrero de 2009 donde se dio el apoyo más notable al proceso bolivariano desde el 2006. Aquí, esta claro, se trataba de la continuidad del presidente en el poder.

      En tal sentido, extraigo lo que me parece son las lecciones visibles que ofrecen estos hechos objetivos:

- La continuidad del proceso de transformación sigue teniendo una gran dependencia de la figura del presidente Chávez, que es su líder indiscutible. Este es un factor, como se ha expresado antes, que amenaza la continuidad de la Revolución.

- Esta misma dependencia es lo que crea la necesidad de que el propio presidente tenga que movilizarse junto a los candidatos en campaña, dando a entender que con todo y que algunos no gusten, son esos por los que hay que votar.

- El año pasado fuimos testigos de cómo en un país hermano –Honduras- que recientemente se había incorporado a la ALBA, el imperio impulsó un golpe de Estado de nuevo tipo, donde el Poder Legislativo, no lo olvidemos, jugó un papel protagónico que estuvo orientado a darle carácter legal a una acción que fue, eso, un golpe de Estado. De esta manera, lo que se jugó el pasado domingo fue la posibilidad en Venezuela de un Zelayazo y, por tanto, si se tenía conciencia de esta realidad –de esta posibilidad- la participación debió haber sido mayor y la victoria más contundente de lo que fue. 

      Ahora el debate se centra en las razones de por qué eso fue así y que vamos a hacer en lo inmediato para cambiar efectivamente esa realidad.

      Todos o casi todos los análisis que se han hecho dan cuenta de la necesidad de derrotar definitivamente el burocratismo, la corrupción, el sectarismo y demás rémoras que vienen haciendo su efecto de zapa en las bases sociales de apoyan a Chávez. Aquí debe darse el debate profundo y sin más dilaciones sobre la necesaria transformación del Estado burgués, cuya forma de poder está objetivada en su estructura, incluso en instituciones que han nacido en estos años de proceso bolivariano. Esta discusión, a mi parecer, se orienta en el espíritu de la Escuela de Altos Estudios Políticos que ordenó crear el comandante, una institución que siempre ha sido necesaria y que debe ocuparse, claro está, de la formación, pero no de la formación como mera adquisición de conocimientos que me permitirán dar un taller sociopolítico y entregar un certificado, sino de formación para la efectiva transformación de la realidad en el corto plazo.

      Nunca será reiterativo recordar que la Revolución cubana, como casi todas en el siglo XX, implicaron la destrucción –en diversa medida- del palacio, de sus bases y estructuras, y la instauración sobre ese espacio y sus escombros de nuevas bases, sistemas y estructuras. En nuestro caso, la Revolución bolivariana entró al palacio y se dedicó a quitar el polvo, a limpiar el piso, cambiar los muebles, mejorar la iluminación y a sofisticar un poco la cosas pero en fin, a utilizar el mismo palacio con sus bases y estructuras. Claro, como algunos sótanos y cuartos del palacio estaban condenados –demasiado inaccesibles- se erigieron algunos anexos alrededor de manera que se pudiera mantener su funcionalidad, desatándose una lucha contra esa mole auto-referencial y al parecer con vida propia. Este lenguaje metafórico alude a los elementos orgánicos, sistémicos, organizacionales, jurídicos y organizativos que siguen caracterizando a la institucionalidad pública y que hay que transformar.

      Desde esta perspectiva, considero importante resolver las siguientes cuestiones:

- La consolidación de las patrullas laborales del Psuv en los centros de trabajo, como colectivo institucional transformador.

- En esta dirección, la conformación  de los Consejos de Trabajadores ¿indistintamente de lo jurídico? (recordando que no es lo mismo la fábrica que el ministerio).

- La superación del solapamiento-contradicción entre las estructuras jerárquicas de las instituciones y su “cadena de mando” y las organizaciones horizontales, comunitarias o de trabajadores.

- Darle preeminencia a los procesos de politización en todos los espacios, ya que esta debe ser constante ante el carácter permanente de la propaganda capitalista.

- Dar un profundo y amplio debate sobre la articulación profesión-estructura administrativa del Estado o, conocimiento experto-puesto de trabajo, que abre las puertas de la fragmentación y el especialismo en las diferentes áreas de trabajo, y que tiende a reproducir enfoques y métodos de trabajo entroncados no sólo con el socialismo sino muchas veces hasta con la mera funcionalidad en el cumplimiento de una determinada labor. Esto, entre otras cosas. 
amauryalejandro@gmail.com