Resulta harto difícil sacar del sitio donde se esconden las ideas encontrar palabras para expresar el sentimiento que nos agobia ante la desaparición física de mi comandante Hugo. Refiero desaparición física, dado que durante muchos años será imposible olvidarnos de ese grande hombre. Cuando utilicemos el teléfono debemos recordar que fue mi comandante quien recuperó la CANTV. Al caminar o viajar por las calles de Caracas y por muchas ciudades del país y veamos aquellas inmensas moles de la Misión Vivienda, es justo reconocer que si no es por mi comandante Chávez los residentes de aquellos hogares nunca hubiesen imaginado la posibilidad de vivir en zonas privilegiadas, reservadas únicamente para un grupo reducido de elegidos. En muchos de los centros comerciales y avenidas de las principales ciudades de la patria podemos observar una agencia del Banco de Venezuela, o Bicentenario o Del Tesoro que nos certifica una independencia financiera. Los pobres y las familias de clase media nunca olvidarán los abastos y supermercados como Mercal, PDVAL y la red Bicentenario que le asegura a la gente de menos recurso una alimentación balanceada y a menor costo que los mercados especuladora capitalistas. Imposible dejar de percibir las innumerables bombas de PDVSA, que nos trae en mente que fue Chávez quien le arrancó de las manos de las transnacionales de la energía un recurso que le pertenece a todos lo venezolanos. Sólo los mezquinos de oficio podrán negar, que más allá de los linderos de la tierra naveguen dos satélites de información que, además de irradiar ondas electromagnéticas hacia la patria, también difunden el gran amor de Chávez por su pueblo. Y los abuelos, cuando tengan en su mano una libreta de ahorro para cobrar la pensión del Seguro Social, deberán tener en su mente el rostro de Hugo.
No será fácil a los venezolanos dejar de lado lo obvio. Imposible para unos padres que a su niño lo hayan operado en el Cardiológico Infantil no tener en mente, por muchos años, a mi comandante Hugo. Improbable negar la red hospitalaria ubicada a lo largo de nuestra patria. Qué decir de los habitantes de las zonas olvidadas por la Cuarta República que están seguro que siempre contarán con un ambulatorio de Barrio Adentro. Es que Venezuela está llena de Chávez. No hay sitio de la patria donde mi comandante no haya dejado su impronta. Los teleféricos hacia San Agustín y los que viajan hacia los cerros de Petare, los trenes en las zonas más empobrecidas, el servicio de Metro y Metrobús todo eso desprende el aroma de Chávez.
Dentro algunos años tendremos un ejército de profesionales que habrán pasado por algunas de las misiones y graduado de algunas de las universidades creadas por mi comandante Chávez. Estos egresados recordarán con regocijo, que si no hubiese sido por los programas educativos inclusivos, aquellos desheredados le hubiese sido imposible graduarse. No cabe duda, cómo no recordar que fueron los primeros que tuvieron en sus manos una canaimita que los incorporó al mundo de la tecnología y pasaron su época universitaria en unas de las residencia creadas por la revolución de Chávez..
Por eso mi comandante trascenderá en el tiempo y en la geografía, es decir, hasta más allá de nuestros confines: Cuba, Nicaragua, Bolivia, Ecuador, Uruguay, Argentina y una América integrada a través del ALBA, UNASUR, CELAC, Petrocaribe y Mercosur, en todos esos organismos Hugo dejó una semilla sembrada. Y sobre todo, su mejor legado a los venezolanos, una patria digna.
Por fortuna, el mundo cuenta con los videos, libros, las leyes, los discursos y sobre todo, con sus canciones y declamaciones donde todo su cuerpo exudaba, no sólo amor por su Venezuela amada, sino por todos lo humanos del planeta. Absurdo no acordarse el enfrentamiento de mi comandante Chávez contra los amos imperiales contra la masacre y los bombardeos sobre Irak, Libia, Siria, Afganistán y su oposición al exterminio de pueblo palestino por parte del sionismo israelí. Tal como lo expresó una vez, en la ONU se desprendía un aroma a azufre, contrariamente hoy, por todo el planeta se propaga un aroma de paz, de bondad, de amor, de fraternidad proveniente del último aliento que emergió de nuestro comandante al despedirse del mundo físico.
Venezuela tuvo el privilegio de contar con un hombre que abandonó la comodidad de un estamento militar, que se desprendió del uniforme y se entregó sin condiciones a la multitud para codearse con su pueblo y así comenzó a oler como ellos. Y ahora es el pueblo, quien después de su desaparición física, huele a Chávez, porque Chávez es pueblo.
Estaba obligado a escribir una despedida que no quiere decir olvido, porque así sus enemigos políticos no lo reconozca, nadie le podrá arrebatar sus honores y las glorias que convierte a Hugo Chávez Frías en un ser inmortal.
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