Pocos o casi ningún partido, o lo que eso se llama en las democracias liberales, puede dar el ejemplo que da el PSUV en la organización y preparación de su máximo certamen, el Congreso nacional. A finales de julio ocurrirá este trascendental evento de la democracia participativa bolivariana y son múltiples las actividades que lo preceden, con debates, reuniones y elecciones internas que reflejan un sistema democrático efectivo.
El PSUV es un partido de masas, moderno y escenario de las más heterogéneas subjetividades sociales. No es la clásica estructura de cuadros burguesa, club de notables, cuyo funcionamiento se da al margen de las grandes masas populares. Como ocurre, por ejemplo, con los denominados partidos de las oligarquías colombianas, que ahora llevan nombres de venta como la U o Centro Democrático.
Entre los debates preparatorios que se dan en las bases territoriales del PSUV, el que más resalta es el relacionado con las denuncias por corrupción, burocratismo y clientelismo en las esferas gubernamentales. Hay un evidente malestar por el despojo de los dineros públicos que tienen su origen en la renta petrolera y en otros ingresos tributarios. El Partido tendrá que encarar con mucha decisión este problema y tomar drásticas determinaciones. La corrupción es un cáncer difícil de erradicar. Los burócratas aprovechan de mil maneras sus privilegios administrativos para apropiarse de los recursos fiscales y hacer enormes fortunas. Eso no solo ocurre en Venezuela. En México, en Brasil, en Perú, en Colombia, en Argentina y en muchos estados es una práctica consuetudinaria que produce el rechazo y la protesta ciudadana.
Pero la ética socialista y revolucionaria exige ser más radical con dicho problema. La corrupción es normal en un Estado y un sistema social basado en la explotación del trabajo asalariado. Lo inadmisibles es su propagación en un régimen democrático de origen popular que se propone dar forma al socialismo y a las relaciones de solidaridad entre los seres humanos. Socialismo y corrupción son dos mundos antagónico. Se repelen.
El desafío para el Psuv es descomunal en este campo. Tanto la dirigencia como sus militantes tienen la obligación de aprobar estrategias para combatir de manera efectiva la corrupción. En la Constitución política y en las leyes hay instrumentos que deben ser utilizados a fondo para combatirla y erradicarla. Lo mejor es involucrar a la sociedad civil en ese proceso mediante los sistemas de Contraloria social con audiencias públicas, rendiciones de cuentas, gobierno en línea, mapas de riesgo de la corrupción, manuales de transparencia, observatorios de contratación, hojas de vida de los funcionarios, relación de patrimonios y declaraciones de rentas. En fin.
Sería importante que en la preparación del III Congreso y su realización cayeran muchos capos de la corrupción, recibiendo una sanción ejemplar con cárcel y extinción de bienes mal habidos.
Bien haría el Presidente Maduro en tomar decisiones muy fuertes en tal sentido. Su impacto sería definitivo en el fortalecimiento de la legitimidad de su liderazgo, que ha ganado amplio espacio, contrario a lo que piensan sus detractores de la ultraderecha y los otros que han aparecido recientemente que dicen ser dizque de "izquierda", a quienes se les llena la boca hablando de un vacío de liderazgo que solo existe en la imaginación resentida de los detractores.
Liderazgo del Presidente Maduro es el que hemos visto a raíz de las violentas maniobras golpistas ejecutadas desde el 12 de Febrero. Si no es por la destreza y habilidad del Presidente esto ya se habría perdido hace mucho rato.