Frontera Venezuela - Colombia. Brasas y Cicatrices

Nunca antes la vida histórica nacional venezolana estuvo tan llena de episodios y escenas que sobrepasaran con tanto peso la capacidad comprensiva al hecho político, social, cultural del venezolano común, a pesar que éste que se ha adiestrado en el desempeño político más de lo normal en los últimos diez años. La arremetida política nacional e internacionalmente se ha visto mas enardecida con los acontecimientos fronterizos venezolanos, que si a ver vamos son legítimos y más bien vitales para volver a la normalidad en Venezuela.

Al tomar referencia de lo que acontece en nuestras fronteras, especialmente con la del hermano país colombiano, surge de nuevo un discurso donde la retorica es hacer ver como endemoniadas las decisiones que el alto gobierno ha tomado con referencia a la situación insostenible de alta peligrosidad y riesgo a la seguridad nacional que en ella se presenta. Lo que si saben los detractores del bolivarianismo es que el pueblo llano ya no les cree pero se empeñan en aparecer mediáticamente como la pepa er’ queso de todos estos asuntos.

A la unión hermanada fronteriza entre Venezuela y Colombia, siempre se la han visto las costuras, ha sido débil, solo algún acontecimiento extraordinario prende las alarmas para retomar con seriedad el asunto fronterizo y siempre la cuna de Bolívar es la que queda con cicatrices. En este sentido hay muchas cosas que recordar y así comprender el porqué de ello, veamos: Con nuestros hermanos fue que se nos arrebató casi medio país en disputas por límites. Desde entonces hemos sufrido cariñosamente las arremetidas de nuestro hermano histórico en muchos aspectos.

En el siglo XX, hasta los mojones o hitos que señalan materialmente nuestras fronteras han sido rodados o desplazados (claro hacia el patio de hermano oriental). Nuestros espacios aéreos han sido vulnerados por aviones cargados con drogas, pero nosotros somos el puente del narcotráfico, los que la producen (ellos allá) son inocentes. Somos el albergue más grande del mundo de refugiados y desplazados de; la pobreza, del descalabro económico, de inseguridad y la guerra (sin saber siquiera quién pelea contra quién) en la casa de nuestro hermano, ya que en esa casa hay bases de guerra norteamericanas y por ende la guerra es pan suyo de cada día.

El espionaje en general y el asedio del cual somos víctimas es planificado y ejecutado desde la casa de nuestro hermano. En esa frontera fue legalizado el blanqueo de capitales del narcotráfico, incluyendo el norteamericano para acabar con nuestra moneda y no hay que ser muy sabio para saber a quién de los dos hermanos le queda el ronchón y el ardor en la piel. Hay que acordarse también cuando allá, a que nuestros hermanos, nacionalizaban los carros robados en Venezuela.

En Venezuela la inversión social (que si se tiene de verdad) para mas 5 millones de seres humanos sobrinos de esta patria sobrepasa con creses el de varios departamentos en Colombia para el mismo fin (y no le llegamos ni al tobillo al gasto en presupuesto bélico de uno solo de estos departamentos). La revolución legalizó la estadía de millones de hermanos colombianos, ahorrándole millones de dólares a quien estaba en la obligación moral y legal de hacerlo desde su casa y el pago por tan grande justicia fue; el desplace de paramilitares asesinos a nuestra capital para crear un caos político. ¿Se acuerdan?

Hoy por hoy, Colombia es el país con más desplazados en América, pero Venezuela es la nación que guarda a la mayoría de ellos, con gusto y gran placer ya que las prerrogativas (sin dejar ninguna por fuera) de bienestar social son para todos (propios y extraños) o al menos se trabaja para que así sea. Nuestros hermanos colombianos no pueden decir lo mismo, ni ellos siquiera pueden vivir en paz allá en su casa.

Es muy lamentable también que nuestros hermanos colombianos hayan sido secuestrados, en lo político y social por una clase gobernante oligárquica (esto es de rancia data) y mantengan en ese país una condición humana tan grotesca, que toda la población de escasos recursos ciudadanos, quiera de una manera o de otra abandonar su cuna, su patria, a los suyos. Muy a pesar de voces agoreras en nuestro país; no hay condiciones para que nosotros sintamos esa sensación.

Al parecer uno de los grandes culpables de la crisis humanitaria colombiana, fue a la frontera y que a llevar palabras de aliento a los supuestos maltratados en Venezuela. Hay que poner cuidado, a lo mejor fue a darse cuenta de sus socios y darles algunas otras instrucciones para seguir jodiendo. O ver si se conseguía con algún falso positivo que quedo vivo, para terminar la misión

Las fronteras colombo-venezolanas al parecer nunca serán caracterizadas por una situación normal (ese es el viejo sueño) ya que el tinte político ideológico, desde hace quince años no lo permitirá. Son muchas las diferencias entre el proyecto bolivariano de nuestro país y la ortodoxia clasista que gobierna y seguirá gobernando Colombia. Muy a pesar de grandes pensadores neogranadinos sus gobiernos han sido serviles a los estadounidenses y esto durará mucho tiempo, si no sucede por supuesto, un sacudón de consciencia social desde la población humilde y mayoritaria.

La Venezuela bolivariana de hoy no es xenofóbica, ni su gobierno, ni Maduro y nadie está pensando en los colombianos como enemigos. No faltaran brazos para tenderlos a nuestros hermanos, nuestro territorio está a sus órdenes, para vivir en paz, trabajando, ayudándonos, queriéndonos, haciendo familia, inventando formas de desarrollo integral de los individuos, para hacer la vida mutua más alegre y placentera. Todo dentro de las leyes, de allá y de aquí.

Hay muchas cosas que nos unen y que a lo mejor obligan a que no haya líneas fronterizas, pero las actuales circunstancias las hacen muy calientes y difíciles, pero con el atenuante que; Colombia pone las brasas y Venezuela las cicatrices.

 

 

 



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Pedro Barrera


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