Ojalá lo que escribiré sea suficientemente leído y hasta difundido. Es necesario que quienes se hallan de verdad en el bando revolucionario discutan a fondo lo acontecido. Pero no a partir desde poco tiempo atrás, haciendo una definición temporal premeditada, acomodaticia, hasta inadecuada, para no decir nada hiriente, con el premeditado fin de encontrar culpables allí mismo, donde a uno se le metió en la cabeza que lo están. No es pues momento para cazar brujas. En veces, los deslaves vienen desde allá "arribota" o, para mejor entendernos, de donde la memoria falla o no quiere acordarse. No es bueno desatar una lucha o discusión grupal donde cada quien se comporte más papista que el Papa y que en este caso, de lado y lado, usen a Chávez como mampara.
Alguien, muy importante para mí, me escribió un sencillo y hermoso mensaje en el cual me reclamaba que hasta ahorita me había mantenido callado ante los resultados del domingo. Le respondí que, si en verdad no esperaba una derrota de esa magnitud, estaba en mis cálculos la posibilidad de perder la AN. Uno anda en la calle y por sus orígenes y hábitos se moviliza en medio de la multitud y hace sus mediciones diarias, aparte de las percepciones que tenemos por otras vías. Además, la historia suele ser elocuente. Le dije, que estaba callado pero observando las reacciones y meditando para no caer en la usual práctica, como morbosa, de hacer leña del árbol caído. ¡Eso es fácil y hasta lastimosamente se vuelve plausible! Además, con toda seguridad, por esa vía que no ayuda a remontar la corriente que viene fuerte y caudalosa, podríamos resultar muy leídos, pero al final sólo contribuiríamos a hacer daño y dividir al movimiento revolucionario. En todo caso, no sería la primera vez en la vida que nos encontraríamos en desventaja, y esta, para mí, no es del todo mala, habiendo recibido el proyecto revolucionario el voto de cinco millones de venezolanos; peores tiempos han vivido los revolucionarios y pueblo venezolanos. Nos pasamos la vida en soledad; asumimos la política en minusvalía y casi al final de nuestra vida, pareciéramos estar en igualdad de condiciones, dado que a uno no le paran ni para cantarle al muerto. No obstante, a los jóvenes, les recuerdo, eso está en su memoria, como frente a las derrotas del 4 de febrero y luego a la de la propuesta de reforma constitucional, Chávez se levantó con hidalguía. No empezamos la política en el gobierno, gozando en cierto modo de lo que eso significa; es más, nunca hemos estado en él, aun en esta etapa cuando hemos defendido y asumido el proceso revolucionario para cuyos dirigentes nunca hemos existido.
No es momento para señalar culpables, eso no hace bien. Todos sabemos, porque es una idea generalmente aceptada que el gobierno, desde tiempo atrás no ha sido lo eficaz que demandan las circunstancias. Cada quien, dentro de aquél, conoce por demás sus propias debilidades e incompetencias para afrontar las dificultades, sobre todo aquellas de los últimos meses. El presidente, sabiendo eso, ha pedido la renuncia a sus ministros en los términos más respetables. Pero todavía falta tela por cortar, pues el presidente para los tiempos por venir, requiere a su lado, muy cerca de él, personas con claridad para manejar la crisis ahora agravada y con suficiente coraje y hasta carisma para entusiasmar a las multitudes. No es momento para carajitos recién llegados, no probados en las dificultades, sin experiencia alguna, engreídos y creídos que ser revolucionario es asunto de gozar de prebendas y andar rodeados de escoltas y parabanes que, además de no dejar ver bien, detienen y ocultan todos los murmullos.
No obstante estoy obligado a decir que parece como infantil o falto de agudeza sorprenderse que los grupos económicos, nacionales e internacionales, se sumasen a eso que se ha llamado la guerra económica y tomado como causa determinante de la derrota. Es como decir que perdimos la batalla por culpa del enemigo que atacó con más vigor. Por algo Chávez, entre otras cosas, habló de soberanía alimentaria y se refería no sólo a la creación de canales de distribución sino a la producción misma. Explicar lo que ahora sucede en materia política por la guerra económica es como esperar que los adversarios estuviesen dispuestos a aceptar que nosotros desarrollásemos una política que no privilegiase sus intereses. Eso fue en cierta medida, en los tiempos cuando AD y Copei se disputaban el poder. En esas circunstancias, las expectativas del gran capital eran otras y si hacía trampas y presiones siempre tenía la manera de encontrarse con los gobernantes. Por eso, la forma de evitar el daño que ahora han hecho y determinado la inclinación de los votantes, no era sólo lamentarse sino como se solía decir en los tiempos de Chávez, refiriéndose al dólar paralelo, asunto en el cual nunca tuvieron éxito tampoco, sino reventándole o doblándole la muñeca al adversario con políticas exitosas. ¿Tuvo Maduro tiempo para eso? ¿En cuáles áreas? ¿Por qué ese proyecto, que en el fondo demanda enterrar la dependencia de la renta petrolera y excesiva en el caso de las importaciones, en 17 años de gobierno, no logró avanzar lo necesario? ¿Cuándo excluímos a quienes se organizan o agrupan alrededor de Fedecámaras y hablamos de empresarios y productores de otro corte, dispuestos a participar en un proceso de reordenamiento de la economía a quiénes nos estamos refiriendo, dónde están?
¿Por qué las empresas del Estado, en buena medida están paralizadas y en el menor de los casos se limitan a producir críticamente? ¿Si hablamos de transición al socialismo en que cosas, relaciones nos fundamentamos?
Discutámoslo todo y hagamos las observaciones necesarias. Si estas interrogantes son valederas, habría que buscar causas más atrás del gobierno de Maduro.
Para que el gran capital se quedase tranquilo y no nos hiciese guerra era indispensable que no hablásemos de justicia, contra la acumulación desmedida, revolución y menos socialismo. Es decir, tendríamos que habernos conformado con gobernar plegados al gran capital. Haberse atrevido el movimiento revolucionario a hacer lo que se propuso, no podía esperar la respuesta que tuvo y eso entonces plantea muchas interrogantes. ¿No lo esperaban? ¿Hicieron subestimaciones porque en un momento el precio del petróleo estaba más allá de 100 dólares? Esto pudiera envolver también a quienes han criticado a Maduro, su equipo pero antes estuvieron en el gobierno.
Por eso he dicho y repetiré que, las causas y razones de lo que ahora acontece no hay que buscarlas en lo anecdótico, circunstancial, sólo en lo inmediato y en la participación hasta ineficiente de personas que pudieran no agradar al analista o protestatario.
Debo decir o proponer que hay que darle al GPP el valor que merece. No creo que deba manejarse con ese criterio cuantitativo, electorero, que ha prevalecido; que hace que si los votos del aliado son pocos, no vale la pena oírle sus reclamos o mejor sus consejos u opiniones. Tampoco verle como una especie de fracción del Psuv, partido que pone allí a un jefe o capataz, a quien le parezca conveniente y fiel, pero sin el talento necesario para la complicada tarea de unir, procesar las opiniones y liderar a los aliados. Y es más, este polo patriótico, como el mismo Psuv, deben tener sus comandos o cuerpos técnico-políticos estratégicos, que asesoren en lo que sea necesario, para que aquellos puedan servir de orientadores del pueblo y contralores del proceso y gobierno.
Continúo ahora diciendo unas pocas cosas sueltas. Primero, estoy de acuerdo con el presidente Maduro cuando llama a discutir el más mínimo detalle "y a todos los niveles"; no obstante, esto de "todos los niveles" lo digo yo, por mi condición de marginal y los marginales a quienes nadie escucha. Eso es un imperativo derivado de lo acontecido. Pero para dar esa discusión con pertinencia hay que valorar lo sucedido ahora, en este momento, desde atrás, de los más de casi quince años transcurridos después que el presidente Chávez hiciera aquella propuesta del socialismo del siglo XXI. De allá para acá, el país ha cambiado en buena medida; y su composición clasista, cultura del venezolano y expectativas de la gente, han debido variar. El proceso mismo ha impulsado importantes cambios que, los adversarios ignoran por conveniencia, pero nosotros no podemos hacer lo mismo. Entonces a esa propuesta hay que darle contenido concreto, dejar las abstracciones y no permitir que cada quien le ponga el aderezo que más le agrade. ¿Cuáles clases sociales, dentro de la panoplia o caleidoscopio venezolano, tienen cabida en ese proyecto? ¿Cómo incorporar a cada quién? ¿Basta con hablar a la gente del pasado, las vilezas de la IV república para entusiasmar a las multitudes, en buena medida jóvenes, a acompañarnos en esta dificultosa marcha? La renta petrolera, si bien pudiera ser una buena palanca, ahora ha disminuido sensiblemente, no hay perspectivas inmediatas que eso cambie y eso también debe entrar en la redefinición por hacer. ¿Acaso no hay que aclarar la relación entre ese socialismo del siglo XXI, la producción, el trabajo y distribución de los beneficios, tomando en cuenta que a "cada quien" debe incorporársele al trabajo productivo? ¿Cuál es el rol de las masas y pueblos trabajadores? ¿Cuál el de las clases medias? ¿Son estas enemigas o por el contrario importantes para hacer avanzar la sociedad dentro de un proyecto soberano y pleno de justicia? ¿Hacia dónde vamos o queremos ir de verdad, una sociedad socialista o mezcla de capitalismo privado y estatal? ¿Cómo derrotar esa guerra si no tenemos las armas necesarias, el aparato productivo competente para ello y el aumento del precio del petróleo, que no debería ser nuestra esperanza, no está a la vuelta de la esquina? Esas madejas hay que desenrollarlas y no quedarnos en los discursos vacíos, aplausos complacientes y menos en desatar el odio por insatisfacción personal .
Pareciera claro, si somos coherentes, que la constitución dejó definido los tipos de propiedad que deben existir en Venezuela y la sociedad por construir acorde con ella; entonces debemos definir con claridad el rol de cada quien y buscar acuerdos sustentables, respetuosos y respetables. ¿Procedemos conforme a ella o la ignoramos porque lo escrito allí sólo fue un adorno? Esa discusión hay que darla. No podemos estar en un movimiento donde cada grupo, de los tantos que parecieran existir, incluso dentro del gobierno, tiene su propio proyecto revolucionario y hace lo que mejor le parezca; hasta el estrictamente personal y egoísta para asegurarme el futuro. Además, la unidad tiene que tener un contenido concreto, una dirección nada mesiánica y menos personalista o grupal.
No se trata de echar la culpa de mis errores a otros. De cargarle el peso de la responsabilidad a cualquiera por un traspié o pérdida de una batalla si el resbalón viene desde lejos y es responsabilidad de muchos. Por eso, a quienes les gusta definirse como radicales, en el sentido de ir a la raíz, esta es una oportunidad de asumir ese debate sin miedo y prejuicio o dolor por tener que reconocer que pudiéramos haber estado combatiendo con fantasmas, molinos de vientos o gigantes sin habernos cuidado de cohesionar, amalgamar suficientemente las fuerzas necesarias para soñar con la victoria. ¿No nos cabe la sospecha que hayamos hecho enemigo nuestro a quien pudiera ser aliado o lo contrario?
¿Qué significa la expresión "seamos fieles a Chávez"?
¿Es acaso convertirlo en un santo, ponerle velas, refocilarnos en sus videos y hasta ir los domingos a ponerle flores?
Por algo Alí Primera, hablando de las fiestas nacionales y los aspavientos de los gobernantes de la vieja era dijo, palabras más o menos, "Bolívar, ellos vienen al panteón cada cierto tiempo a traerte flores y hacerte discursos, pero más que eso, vienen a asegurarse que estés muerto".
Pienso que ser fiel a Chávez y la revolución pasa por poner su memoria, sus sueños en el norte, en el largo plazo, en lo estratégico, pero sin dejar de evaluar los hechos diarios e ir ajustando los instrumentos y el rumbo según las circunstancias como él mismo se cansó de aconsejar. Significa combatir a fondo la corrupción que es ajena a las ideas y conducta del fundador de este proceso bolivariano. Ser fiel a Chávez es hacerle honor a la creatividad, responder con eficacia a quien el interés nacional agrede; y para eso necesito el concurso de lo mejor de Venezuela y no atarme a viejos sacramentos o lo que es lo mismo, rodearme de amigos por darle un excesivo valor a la amistad. Es bueno tener amigos, ser con ellos como se merecen y eso quiere decir no darle de más; y menos entregar en el amigo un destino para el cual no está preparado o lo suficientemente comprometido. Hay que erradicar esa práctica aberrante que cada gobernante, no importa el nivel, se rodea de amigos o compañeros de viejas militancias, sólo por eso.
Me parece muy bien eso de convocar el congreso del partido. Es de lo primero que pensé. Pero no aquel de hace cuatro años. Por lo mismo, que el mundo ha dado muchas vueltas y la Venezuela de ahora es diferente. Debería elegirse uno nuevo. Además, evitar, por alguna vía, que quienes gobiernan metan las manos en esas elecciones. En ambos casos, corremos el riesgo de quedar atrapados en las viejas componendas y adhesiones personales.
Chávez no dejó herederos. Aquel congreso le puso a la presidencia del partido su nombre por razones muy fáciles de comprender. Quien no entienda el sentido de aquello que revise la historia venezolana desde 1982 para acá. En el plano internacional, salvo el Partido Comunista de Corea del Norte y no sé a ciencia cierta si el de la China, ningún otro partido le ha puesto nombre a la presidencia. Nosotros lo hicimos en el Psuv. Nadie se atrevió a poner en discusión aquello, como dijimos, por razones fáciles de entender. Pero habiendo muerto Chávez, creo que el partido debe revisar los estatutos y reformar lo relativo a ese importante cargo. Sobre todo, el vocero del partido y su verdadero jefe, debería ser su Secretario General o Vicepresidente, si se mantiene la idea que el primer mandatario nacional sea presidente del mismo debe dársele en este caso sólo un valor formal. Como aquellos gobiernos donde habiendo un presidente quien decide la política es el primer ministro. Pero que quede claro que, en este caso, me refiero al partido.
Lo anterior tiene que ver con un viejo reclamo, de cuando se comenzaba a manifestar la discrepancia y Chávez venía aceptando separar las funciones de gobierno con la dirigencia del partido. En los dos o tres últimos años, ese vicio o defecto, no sé cómo llamarle, se acrecentó. Tanto que jóvenes carismáticos, hasta sacados del grupo gerencial de PDVSA, tenidos como buenos gerentes, sin ninguna experiencia política, funcionamiento de partido que aspira cambiar la sociedad, convertidos por el padrinazgo en alcaldes, pasaron también a ser los jefes del Psuv en su jurisdicción y ellos se encargaron que funcionarios a su servicio en las alcaldías ocupasen las posiciones de "dirigentes" hacia abajo en la organización política. Por eso, la organización que debe ser revolucionaria, con todo lo que eso implica, se convirtió en una máquina burocrática, fría, clientelar y hasta tramposa. El partido no es una expresión o parto de la militancia de base sino una agencia de gobierno. En efecto comenzó a parecerse la organización más a una gerencia de empresa capitalista u oficina de gobierno, que a una estructura con fines revolucionarios.
A los ministros, por eso mismo, les convirtieron en jefes del partido en sus áreas y hasta determinadas regiones. Nunca supieron qué hacer y qué eran; confundían al partido con el ministerio y los funcionarios de este con cuadros dirigentes del partido aun sin ser militantes. Quizás, no lo sé, es asunto de otro costal, eso tenga que ver con la ineficiencia casi generalizada.
¿Qué decir de los gobernadores?
Estos, que al decir de los estatutos podrían ser unos miembros más de las direcciones del partido, con la intención de mantenerles vinculados a la organización, la que debe dirigir y orientar al gobierno, servir de contralor y vocero del pueblo, sólo por eso, voltearon la torta por completo y se afianzaron más en la vieja idea que eran los mandamases, competentes para decidir quien debía ser dirigente o no, según la fidelidad a ellos; oráculos y cuyo dedo determinaba o "cooptaba" para hacer a cualquiera de candidato a diputado aunque no supiese ni siquiera donde le quedaba la plaza Bolívar.
Para llegar hasta aquí y seguir otro día, hablaré otra vez ligeramente del partido. Es muy difícil hacer parir de esta sociedad llena de vicios y valores egoístas, una nueva. Se requiere una tarea gigantesca. Debe desarrollarse por distintos medios y con coherencia. El partido que tenemos es una mera máquina electoral que funciona por coyunturas. Hasta tenemos el vicio, desconozco las razones que dan para eso, que cada cierto tiempo se desbarata la estructura existente para crear otra. Primero fueron batallones, luego patrullas y por allí nos fuimos. Siempre poniendo por delante la excusa electoral. Es un partido casi virtual que se comunica con su gente por las redes sociales sólo para dar órdenes y en determinadas circunstancias. Por eso, otra cosa que se requiere revisar, previa discusión a fondo con gente experta, apropiada para saber vincular los propósitos de la organización a la estructura y operatividad, es la clase de partido que se requiere. No es suficiente, para ser leal a la visión y aspiración de Chávez, pensar en una organización que solamente se moviliza para protestar, por lo electoral, acompañar un mitin o acto donde estarán los dirigentes que son los mismos que gobiernan, pero donde sus militantes no se conciban y relacionen como humanos, discutan y se mezclen dentro de la gente para todos los fines que implica su verdadera razón de ser, cambiar al hombre y la sociedad; una gran escuela. El partido que tenemos es como virtual, lo más apropiado para dispersarnos y acallar todo deseo de crítica y reclamo. Las posibilidades creativas, de aporte y empuje al cambio, allí no encuentran, no digamos terreno fértil, sino que ni siquiera terreno hay.
¿A quién o quiénes culpar de todo eso?
Apenas he dicho unas pocas cosas.