La Tormenta nacional está estacionada, espera a ver como las estrategias de Nicolás Maduro y el gobierno bolivariano se plantean para definir a consecuencia si seguir, si tomar fuerzas o sucumbir y volverse un vientecito. Pero los problemas económicos (una parte de la tormenta) debiera el chavismo llano dejárselos a los que saben de eso. La lucha o guerra legislativa tiene su escenario donde debe estar La Asamblea Nacional, ya tocará al órgano judicial superior garante de la constitucionalidad ser el que defina los límites legales de las decisiones que de allí emerjan.
Pero en el chavismo tenemos la obligación, de plantear una lucha casi igual a la que se le plantea al estamento político gubernamental bolivariano. Revisión, Rectificación y Reimpulso, que aunque hoy la propuesta es agregarle otras tres, léase Repolarización, Repolitización y Reunificación. Ahora esa lid tiene que, además de tangible y sincera, ser producto de la más grande convocatoria a las bases partidistas hecha en momento alguno de la vida política del chavismo. Llegó la hora que las autoridades partidistas vean, oigan, comprendan y asuman las propuestas de las bases, quienes somos la cara, la lucha, los votos, las marchas, el pueblo y la defensa física del chavismo en estos momentos cruciales políticos que vive la patria.
Sin las primeras tres R (erres) no habrán segundas, sin las bases conscientes no habrá soporte popular, y como lo dijo ALI en su canto "si la lucha se dispersa no habrá victoria popular en el combate". A lo mejor la dispersión chavista sobrepaso el caculo mediático y las consecuencias fueron realmente desastrosas, fue duro el golpe para no reaccionar desde el corazón, y asumir humildemente los grandes errores cometidos, además de por las bases, por los dirigentes claves en los que depositamos confianza y que asumieron responsabilidades que les quedaron tremendamente grandes. Esto en todos los niveles: Nacional, Regional, Municipal, Parroquial, CLP, UBCHs, Patrulleros, Militantes.
Preciso, sin querer pecar de autoridad analítica, que LA REVISIÓN debe ser ya, profunda, honesta, general, real, con criterio serio y universalizado. Hay que concluir que una mala revisión no resultará en una buena rectificación y por ende no podremos reimpulsarnos. La política partidista debemos verla como convivencia, la sinergia chavista debe florecer y alimentarse en esa revisión y resultar un encuentro de hermandad. Las decisiones, además de estar a la altura de la contingencia, deben proponer replanteos idóneos, encuadres lógicos y decisiones sabias llenas de elementos pertinentes que hagan gala de efectivas estrategias para los momentos venideros.
Sin duda la revisión partidista pasa por ser el más importante momento de esta situación especial que se atraviesa. Tiene que hacerse en todos los sentidos, no revisaremos la visión de la organización. Ahora, todas las personas tiene que ser revisadas, sus actitudes en los cargos, su desempeño en las responsabilidades, sus decisiones, resultados obtenidos, su imagen socialista, como lo ven los otros, su idoneidad, su grado de conciencia revolucionaria, su idea de grupo, su entorno social, en fin todo militante debe ser examinado. Producto de esto, obtener en consecuencia la colocación de cuadros reales en las responsabilidades que en su momento se requiera. Debemos saber realmente cuántos somos y que somos capaces de hacer.
En cuanto a la rectificación, la sola revisión honesta la comienza, debe ser voluntaria, acompañada de la vigilancia adecuada. Hay mucho que rectificar en el desempeño militante, la pericia en el desempeño político es vital en la guerra de las ideas. La rectificación debe ser una ley a cumplir cabalmente por todos los miembros del partido. La crítica debe tener su lugar de honor y no convertirse en un rompeolas que frena las iniciativas creativas dentro del quehacer diario partidista. Esta nos hará ver los distintos matices de las realidades políticas donde nos movemos, cuando nos critican debemos oír y pensar donde está la falla y el error. Ni no hay critica no hay visión del error y por ende no se rectificará.
Una de las cosas que debe estudiarse es la conexión partidista con el poder popular, como debe ser su intercambio con el chavismo y sus líderes. Son aliados o brazos partidistas, lo ideal sería lo primero pero hay casos que el poder popular solo es un numero para el partido y no hay esa independencia institucional que por ley corresponde. El partido debe convertirse en un santuario revolucionario, tiene que ser ejemplo de organización, la cantera de nuevos líderes, la contraloría más eficaz, el ojo avizor de las tempestades, el detector de los enemigos de Venezuela, la escuela política y de estrategias revolucionarias.
El reimpulso no debe ser un pronunciamiento, tiene que ser la acción multiplicada en el espacio-tiempo, un fin para lo superior, un motivo real de lucha, opinión y propuesta. Existe la fuerza, la gente, la organización, el momento, si nos enriquecemos en la voluntad sin duda saldrá un chavismo fortalecido, lleno de pueblo, con las banderas de la esperanza que todo un pueblo está esperando. Más allá de los errores, de los malos dirigentes, de las erradas decisiones, más allá de los escuálidos, más allá del poder mediático, más allá de las derrotas. Si no aplicamos en su verdadero contexto las 3 R, esperemos entonces lo peor; morir como planteamiento nacional para el bien común venezolano.