Comprando un saqueo

La situación de nuestro país ya cansa la calificación de crítica. Todos los venezolanos somos conscientes de lo que estamos padeciendo, los que lo estamos padeciendo verdaderamente que son muchos. Evidentemente hay venezolanos que cuentan con muchos y variados recursos y a ellos no los está golpeando esta crisis, son comerciantes, distribuidores, importadores, transportadores, banqueros, loteros, rentistas, funcionarios públicos, políticos y otros que tienen empresas en el país pero viven fuera de él y se gozan sus ganancias nacionales ayudando al fisco extranjero.

Estamos viviendo infernales momentos: morales, económicos y sociales. El momento político venezolano de hoy no se puede calificar sino de interesante y pedagógico, no de infernal. Lo escribo porque determino que este torbellino de politiqueros de basurero, tiene que enseñarnos, o el pueblo tiene que aprender de una vez por todas, la política real, tal cual es y quien es su mejor jugador o jugadores. Tiene también, que jugar dentro de la política y ser la mejor oportunidad para su propio beneficio, así como convertirse en el peor mercado para el político embaucador.

La producción de alimentos (que es lo que más ha impactado el ánimo criollo) tocó el fondo. Las estrategias endógenas, si tuvieren un buen resultado, sería esto a mediano plazo. Pero hay que fomentar y multiplicar el trabajo para su sustentabilidad en el tiempo, sin cansancios y sin rutinas tediosas en el discurso (esto con sus promotores). La animación productiva nacional pasa por la incorporación de la buena voluntad, de la conciencia nacional, la valoración verdadera del trabajo, la diversificación, la lógica del consumo, la apropiación tecnológica moderna, en fin todo el alfabetismo productivo y el justo consumo.

Ya con la plaga del bachaqueo tenemos una verdadera guerra: bachaquero contra bachaquero, gobierno contra bachaquero, bachaquero contra pueblo, pueblo contra pueblo,…ah y tenemos también un pueblo sin gobierno. Total que la única víctima (aunque sea del mismo) es el pueblo mientras los demás ganan. Incluso; ganan los que ven los toros desde la barrera (los capitalistas).

Acá en el Zulia, confieso que no se si en todo el país sea así, los anaqueles de los supermercados (del comercio formal) se están llenando de productos de primera necesidad colombianos. Hay de todo y para todos. ¿Cómo es que la frontera está cerrada? Ya en Colombia hay campanadas de desacuerdo con ese desagüe de productos hacia el Zulia, parece que ya no es de acá para allá, o será que los cambiamos para vender mas barato los de aquí allá y más caros los de allá aquí. El hecho es que son toneladas inmensas que se exhiben ya en los negocios zulianos.

En este asunto yo me planteo lo siguiente: el pueblo se cala hasta 8 horas en una cola, y compra dos kilos de harina (a veces venden seis), o cuatro kilos de arroz, o bien tres de azúcar, consigue a veces dos paquetes de pañales, tres de jabón para lavar, seis jabones de baño, o dos litros de aceite de comer, bien sea también dos kilos de pasta, harina de trigo dos kilos, o cuatro afeitadoras desechables, también y con suerte dos panes campesinos, dos kilos de leche, doce rollos de papel higiénico, también por casualidad a veces compra café medio kilo, o un kilo de margarina. Que a veces llega tal o cual producto pero lo compra, a precio justo o como lo llamen, y en los combos que de una manera ilegal arman los comerciantes con varios productos regulados y otros caros, su costo está entre 1500 o 2500 bolívares, pero se lleva varios rubros.

En las colas bien o mal la gente compra con precios asequibles. Hay que organizar mejor la distribución o empujar la producción de forma justa o como lo plantean los industriales con incentivos, claro, beneficiando al consumidor siempre. Los supermercados están pelados y cuando llegan productos se hace la fila. En los comercios repletos de productos colombianos no hay colas, eso es por los precios. Un kilo de harina colombiana tiene el valor de cuatro kilos de harina de maíz venezolana, citando un solo ejemplo porque en los demás rubros es idéntica la diferencia. El pueblo raso no puede comprar los productos colombianos exhibidos en anaqueles de comercios venezolanos. O en su defecto solo comprará con su dinero disponible; la cuarta parte de lo que compra haciendo las diabólicas colas.

Creo sencillamente que es un error permitir que nuestros comercios (privados o no) se llenen de productos colombianos mucho más caros que los nacionales (sin tratar de producir los nuestros). Pasará que los supermercados estén llenos de productos y el pueblo sin dinero en los bolsillos para comprar, y con la producción nacional muerta. ¿No será que se busca fomentar saqueos? ¿No es tentador para el delincuente saqueador ver vitrinas con alimentos y no poder adquirirlos? Así fue en el año 1989 donde hubo vitrinas llenas y la gente pelada del bolsillo para comprar cosas y pasó lo más lamentable. ¿Es acaso un ingrediente más para alimentar la incertidumbre venezolana con la escasez de alimentos? ¿Será un juego macabro para que el gobierno pierda el control en una escaramuza pueblerina?

No se pueden hoy llenar los supermercados con productos nacionales de primera necesidad con precios justos, pero llenarlos con productos extranjeros, cuatro veces más caros, con la situación irritante en las calles venezolanas es sin duda… comprar saqueos.



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Pedro Barrera


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