La pugnacidad presidencial
No hay duda de que la oposición no da un solo paso sin que medie la pantalla. A falta de pueblo, recursos propagandísticos le sobran. Lo que no entiendo es por qué Chávez también convierte todas sus opiniones, incluyendo las negativas sobre sus propios partidarios, en combustibles mediáticos. Porque la excesiva pugnacidad presidencial nos obliga a pagar el precio de un desgaste grande e innecesario.
Si alguien pensó que después de la campaña electoral podría bajar la tensión, se equivocó de plano. No habían transcurrido tres semanas desde la contundente victoria de diciembre, cuando Chávez anunció personalmente y con marco militar, la no renovación de la concesión a empresas 1BC para operar la señal del canal 2. Como el vencimiento de la misma se cumplía el 27 de mayo, esa decisión prematuramente anunciada, significó casi seis meses para que la oposición se reorganizara, adquiriera más fuerza en el exterior y reavivara la tesis del magnicidio. Se reactivaron las marchas opositoras, con la incorporación de un sector hasta la fecha no utilizado, como son los estudiantes de derecha, a quienes se sumaron monjas, curas y artistas de TV. Se mezcló el apoyo a la oligarquía representada por Granier, con la defensa de la autonomía universitaria, la libertad, los hijos, la religión, la empresa privada y la propiedad, todo lo cual según ellos, está amenazado por la reforma constitucional que cocina el presidente para “perpetuarse en el poder”.
Que si no bastaba conque el ministerio del ramo aduciendo las razones del caso, anunciara la medida, y que si no habría sido más sensato su anuncio en una fecha lo más cercana posible al vencimiento, son preguntas que muchos nos formulamos desde el inicio del 2007.
Casi paralelamente vivimos el trauma de la conformación del PSUV. La convocatoria a la formación de un partido unido de la izquierda, es una idea central tanto para defender los logros, como para acometer las enormes tareas que encierra el proceso de cambios en marcha. Pocas personas podrían objetar esa propuesta a la luz de las experiencias en otros países, y ante la existencia de un liderazgo hasta ahora indiscutible entre los factores del cambio. Sin embargo, la misma fue planteada en términos verticales y perentorios, en ciertos momentos hasta con burlas y desconsideración para los partidos pequeños que apoyan la gestión gubernamental, y ello trajo como consecuencia la reafirmación de posiciones discrepantes por parte del PCV y PPT, así como el alejamiento de Podemos.
El chavismo necesita una decantación importante, pero debería basarse en la exclusión de individuos irresponsables, corruptos o incompetentes, vengan de donde vengan, y no de organizaciones que fueron importantes durante el golpe de estado y han mostrado lealtad con el proceso. En la práctica, el PSUV aparentemente se está conformando con la gente del MVR y otros grupos que salieron del mismo, además de personas que no tenían militancia alguna, y no como integración de diferentes partidos de izquierda, que pareció ser la idea original.
Ahora enfrentamos la disputa interna entre el presidente y el general Müller, a quien el primero convocó para formar parte de la comisión organizadora del PSUV, y en otro frente, la resistencia del senado brasileño a refrendar la entrada de Venezuela a MERCOSUR. En cuanto al primer caso, parece lógico que si se incorpora un militar activo a una función política, éste asuma tal condición. También es razonable que la actividad castrense tenga implicaciones políticas aunque no partidistas, habida cuenta de la responsabilidad que subyace al estamento militar, pero en cualquier caso, esa es una discusión entre Chávez y Müller, con la Constitución de por medio, que no tendría por qué tratarse en público.
La situación respecto al MERCOSUR, obliga a los diputados a hacer de equilibristas ante la prensa opositora, para explicar porqué si hace un año festejamos el ingreso de nuestro país a esa instancia, ahora consideramos que no vale la pena, en una situación demasiado parecida a la del cuento de la zorra y las uvas. El factor común parece ser una excesiva exposición de Chávez ante cualquier conflicto, sin medir el peso de sus palabras, y la ventilación en público de problemas internos. Los trapos sucios se lavan en casa, dice un refrán popular.
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