Con la Patria en las entrañas, con la Patria en el alma y con la Patria en el corazón escribo estas líneas que tienen un objetivo simple y sencillo, expresar este sentimiento de orgullo tan grande que no me cabe en el pecho y tan intenso que a veces me saca algunas lágrimas tras la participación de nuestros 109 héroes Olímpicos.
Hemos avanzado, por eso los perros ladran, por eso los apátridas, cual molinos de viento pretenden atentados salvajes e inclementes contra la dignidad y el orgullo patrio representado en esos 109 jóvenes.
Nuestros 109 atletas olímpicos son héroes, los más sencillos de nuestros héroes y heroínas, pero también lo son esos y esas jóvenes que hacen deporte por encima de las carencias que aún existen, esos y esas hijas de la Patria Bolivariana que sudan de verdad construyendo nuestro futuro.
Ellos se sacrifican, ellos a veces hasta se alejan de su familia, a ellos se les exige mucho y fácilmente se les cuestiona cuando no traen medallas, pero como dijo la Benítez, hoy le decimos a los criticadores de oficio, pónganse los pantalones, mídanse en las canchas con ellos, súdense haciendo deporte, solo entonces tendrán moral para analizar el desempeño de un atleta, para criticar jamás y me perdonan lo tajante.
En Venezuela los atletas ahora son modelo, son referencia y cada vez será mayor su ejemplo y más grandes las ganas de cada niño y niña de esta Patria por emular las hazañas de Alejandra Benítez, de Silvio Fernández, de Dhison Hernández, de Dalia Contreras, de Adriana Carmona, de Héctor Manzanilla, de Jonathan Rodríguez, de Pablo Barrios y de nuestro querido Harry Gómez, así como de cada una de esos hombres y mujeres que se ganaron su cupo a Beijing, a veces con sangre, sudor y lágrimas, nadie les regaló nada, ellos en cambio nos regalaron a nosotros coraje, gallardía y muchas, pero muchas razones para sentirnos, una vez más, muy orgullosos de ser venezolanos, hijos de esta Venezuela noble que hoy se hace respetar en cualquier parte del mundo.
Ellos son patriotas, ellos nacieron de las entrañas de la Patria y la llevan en sus entrañas. Ya lo dije una vez, pobres de aquellos sin corazón que se niegan a sí mismos la oportunidad de sentirse felices y orgullosos, hoy lo repito con más lástima que rabia, pero lástima por ellos.
Hay que seguir fortaleciendo la práctica del deporte, apoyar y fortalecer a nuestros deportistas de alto rendimiento, no por capricho, ese es un deber, es una más de las tareas del buen revolucionario. Meterle la lupa a las Federaciones, revisar qué hacen las gobernaciones y alcaldías en materia deportiva, inversión, acción, políticas o como dijera Benedetti, "táctica y estrategia".
Yo conozco la historia de los jóvenes Limardo de Bolívar, unos atletas que gracias al empeño y la decisión de su familia han podido mantenerse en la práctica de ese deporte. Cada atleta tiene su historia, pero estoy segura de que tienen en común que son producto de la constancia, de una persistencia familiar que ha ido dando frutos, una relación donde padres e hijos demuestran cuánto creen los unos en los otros, se apoyan, se ayudan, se exigen, se aplauden, se estimulan y se reconfortan. Así deben ser el Estado y sus instituciones con los deportistas, no paternalista, pero sí paternal.