Los revolucionarios de base del PSUV, los que casi nunca encontramos respuestas claras a tantas situaciones confusas, por decir lo menos, que empañan a menudo nuestro proceso bolivariano, y que han venido arrastrando a amplios sectores del pueblo a un notable estado de incertidumbre, nos hemos venido acostumbrando a hacer uso de las especulaciones subjetivas, tratando de auto satisfacer nuestros interrogantes y preocupaciones con expresiones ingenuas como “el presidente no está enterado”; “lo que pasa es que tal cosa era un mal necesario” etc. Para después de cierto tiempo, y de manera consecutiva, seguir siendo testigos mudos de sus graves consecuencias.
Hace solo tres días le escuchamos decir de nuevo al presidente Chávez en el acto de celebración del XXI aniversario del Caracazo: “debemos trabajar por la unidad de las filas revolucionaria; comprometernos mas con el PSUV; no dejarnos confundir por la oligarquía”. “Necesito a mi lado a verdaderos revolucionarios y revolucionarias diferentes a los que andan camuflajeados haciendo daño al partido”; “hay que elegir a los mejores cuadros por su solidez ideológica, su madurez política, su compromiso con el pueblo; que no vayan después hacer pactos con la burguesía y hacer saltos de talanquera” ¿Qué persona pudiera estar en desacuerdo con esas palabras del Presidente? Solo un contrarrevolucionario.
Pero camarada presidente, sus disertaciones teóricas, aunque muy necesarias no son suficientes; se requiere además que en la práctica usted y los que le acompañamos por convicción en este proceso por una patria socialista, actuemos oportunamente y con decisión revolucionaria en correspondencia con esos postulados. Es nuestra obligación reconocer autocríticamente que la mayoría de esos acontecimientos deplorables de elevado contenido contrarrevolucionario, tienen su origen en errores engendrados por la miopía política con que muchas veces se procede desde los altos niveles del gobierno nacional y el PSUV; por la tolerancia extrema con que se han tratados tantos vicios y la falta de coraje para enfrentar todo lo que genera daños a la revolución y el pueblo. Han ocurrido y siguen ocurriendo fenómenos abominables que han podido evitarse si se hubiese actuado con una visión política revolucionaria clara y una concepción ideológica objetiva bien definida.
No vamos a detenernos en señalar los diversos hechos irregulares que han venido sucediendo en nombre de la revolución; causados por muchos de los llamados “cuadros de primera línea” del proceso, personajes que tienen aseguramientos vitalicios en el manejo del estado, el gobierno, el partido e instituciones; muchas de las cuales se encuentran saturadas de escuálidos que conspiran permanentemente contra el proceso. Que sin el menor recato se burlan y hasta maldicen al presidente públicamente.
En esta oportunidad queremos referirnos concretamente a los llamados saltos de talanquera que se han venido produciendo a lo largo de todo el proceso y que tiene en el Gobernador del Estado Lara, Henry Falcón, su último ejecutor. Destacamos que las tendencias políticas, los fraccionamientos y deserciones individuales son fenómenos que ningún partido político ha podido ni podrá evitar; ni siquiera aquellos de izquierda con una supuesta unidad ideológica sólida. Estos son el resultado de la mayor o menor vulnerabilidad a que están expuestas todas las organizaciones, incluyendo las revolucionarias, en una sociedad dividida en clases sociales como la nuestra y en donde la ideología burguesa ejerce una enorme influencia y acción permanente.
Evitar las deserciones es algo inevitable, pero si es posible minimizarlas, y por lo tanto reducir con ello los grandes daños que generan en la base del partido y el proceso revolucionario en su conjunto. ¿Cómo lograrlo? En primer lugar entendiendo que en un partido revolucionario solo deben militar revolucionarios probados; ideológica y políticamente identificados con los objetivos estratégicos de la revolución. Que los simpatizantes, amigos o acompañantes de la revolución, motivados por razones progresistas, democráticas, nacionalistas u otros intereses, no son revolucionarios, son aliados; por lo tanto para ellos debemos plantearnos otras formas organizativas diferentes al partido, donde es posible la unidad en medio de la diversidad ideo-política y de intereses. Nos referimos a la necesidad de construir un amplio movimiento bolivariano donde cabrán todos los que de alguna manera apoyan al proceso revolucionario bolivariano.
En segundo lugar, es necesario entender que conducir un proceso revolucionario a la conquista de sus objetivos estratégicos no puede ser jamás responsabilidad de los aliados, sino de revolucionarios organizados en un partido de vanguardia, en unidad estrecha con el pueblo y los aliados. Entregarle a los aliados enormes responsabilidades políticas y administrativas que son definitivas en avances estratégicos y el logro del apoyo popular necesario en toda revolución, es un error desproporcionado. Esas posiciones solo deben ser cubiertas por verdaderos revolucionarios, por hombres y mujeres portadores de una sólida ideología revolucionaria y esta, no se puede medir por la amistad o fidelidad que le hayan mostrado al presidente en el pasado o por la obediencia que le aparentan en el presente. La dialéctica nos demuestra que todo es cambiante, y hasta la fidelidad política es parte de una dinámica determinada por los intereses de clase que se presentan en cada etapa del proceso revolucionario. Además, es otro grave error confundir la disciplina revolucionaria con la obediencia a ultranza, son dos cosas de naturaleza muy distintas.
En tercer lugar, es necesario entender que solo la lucha ideológica interna, al interior del Partido revolucionario y demás formas organizativas del proletariado y el pueblo, es la única garantía de unidad revolucionaria. A través de ella se evalúa el desempeño revolucionario de los militantes, de organismos del partido y el estado; se critican los errores y deficiencias. Desafortunadamente el PSUV nunca ha sido un escenario para la lucha ideológica, como tampoco lo fué el MVR; por esa razón, la descomposición visible de algunos se ha desatado sin control ni correctivos. Ante esto se guarda un silencio cómplice que solo explota irresponsablemente, cuando de manera voluntaria se van los desertores cargados de dinero y odio contrarrevolucionario.
No olvidemos camarada presidente, que la constitución del PSUV no se produjo sobre la base de la coincidencia ideológica de sus integrantes, sino a partir de su simpatía real o fingida con la figura del máximo líder del proceso. Incluso, el ingreso de un buen número de sus afiliados se dio por la vía de la presión amenazante a quienes por una razón u otra mostraron resistencia. Todo eso permitió que a él llegaran, además de muchos revolucionarios, toda suerte de oportunistas, aduladores expertos en sonreir y aplaudir para hacerle creer que son revolucionarios consecuentes; con ese viejo método de quienes viven a la caza de privilegios y beneficios personales y ante la ausencia total de la lucha ideológica, el terreno del PSUV se volvió propicio para maquillar toda suerte de posturas contrarrevolucionarias. Es por eso que hoy la condición revolucionaria de una persona no puede definirse por el hecho de ser miembro o no del PSUV.
¿Es posible la unidad revolucionaria en un partido de masas con tantas debilidades ideológicas y donde sus millones de afiliados (no militantes) sufren una descomunal diferencia en esa materia? Imposible. ¿Es posible la unidad revolucionaria en un partido donde su democracia interna es solo formal? Imposible. Para nadie es un secreto que dentro del partido la asignación de altas responsabilidades se dan fundamentalmente a dedos, muchas veces por encima de las decisiones de su base; es decir, prima el individualismo del presidente o de sus “cuadros” por encima de la tan nombrada democracia partidista. Este estilo burocrático ha permitido toda suerte de manipulaciones que se convierten en situaciones muy sospechosas, como por ejemplo, impedirle sistemáticamente al PSUV la adopción de una línea política (L.P). A tal punto que hasta el Congreso convocado con ese fin, se ha convertido en una farsa; nos preguntamos por qué ocurre eso? Porque a muchos burócratas seudos revolucionarios no les conviene. Pués sin LP la lucha ideológica carece de referencias concretas. Por todo lo anterior los revolucionarios no nos sorprenden los saltos de talanqueras que han ocurrido hasta ahora que son muchos y los que puedan producirse en el futuro si no mejoramos sustancialmente en el tema de la unidad, la cual no puede concebirse entre revolucionarios por fuera de los principios y una Línea Política revolucionaria.
En cuanto a la reciente deserción del gobernador Henry Falcón de las filas del PSUV, desde luego muy preocupante por todas sus consecuencias negativas; sugerimos que la encaremos con madures política. No repitan los errores que se cometieron con el señor Ismael García, a quién se le precipitó su alianza con la derecha mas recalcitrante para “demostrar” que había dejado de ser revolucionario como si alguna vez lo hubiera sido. No se entendió que por sus propios intereses personales era solo un aliado, como tantos otros que aún permanecen bajo la sombra del PSUV, aparentando una posición revolucionaria que solo un tonto puede creerles. Hemos observado con preocupación el acoso de algunos “radicales” para lograr descalificar al Señor Falcón y al PPT; sin entender que no hemos sido capaces de crear las condiciones revolucionarias para que el pueblo identifique quién es quién en este proceso.
No nos atrevemos a vaticinar cual será el futuro político del Señor Falcón y el PPT, como tampoco el de tantos otros que dicen estar rodilla en tierra con el comandante y la revolución, incluyendo a algunos “radicales”. Solo sabemos, y de eso si estamos convencidos, que será el desarrollo de la lucha de clases quien vaya colocando a cada quién en su verdadera posición ideológica y política.
En el tema de las deserciones, hay muchas otras que se han producido; más preocupantes que las protagonizadas por individualidades reconocidas pero a las cuales nunca se hace referencia. Se tratan de ignorar para no reconocer la responsabilidad que nos atañe a todos, aunque a unos mas que a otros. Me refiero a los millones de compatriotas que paulatinamente han venido reduciendo su apoyo al proceso; que se han venido desilusionando ante tantas expectativas anunciadas que no se materializan o solo minimamente, por la acción consciente de los consabidos “cuadros de las cúpulas”, muy versados para fomentar la ineficiencia, el clientelismo y la corrupción. Si a este grueso número de compatriotas le sumamos los millones que no hemos querido desprender de la influencia de los partidos de la derecha IV republicana, y el otro tanto de “indiferentes” abstencionistas que no apoyan a uno ni otro por ahora, la situación es como para no dormir tranquilos si de verdad somos portadores de un espirito revolucionario.
Camarada presidente, camaradas revolucionarios de Venezuela, ¿por qué tanta tardanza en lo que siempre anunciamos y estamos obligados a cumplir?, ¿por qué tanta indecisión entre las maniobras de los falsos revolucionarios y lo que espera el pueblo?, ¿Por qué no cualificar la militancia del PSUV y dotarlo de una LP revolucionaria?, ¿Por qué tantas otras cosas que sabemos pero las callamos?, ¿Por qué extrañarnos si en cualquier momento la oligarquía y el imperialismo nos arrebatan los sueños de una patria socialista? ¿Diremos que fue una sorpresa?
¡PATRIA SOCIALISTA O MUERTE…… VENCEREMOS!