Mercenarización de la política

El mercenario es un soldado que participa o combate en un conflicto bélico por dinero y le importa un bledo las consideraciones de tipo político, ideológico y/o nacionalidad de los bandos contrincantes. Mercenarios encontramos en el año 484 A.C al servicio del imperio persa; están presente a finales del siglo IV sirviendo a los propósitos de los emperadores del Imperio Romano; en el medioevo los encontramos al servicio de diferentes causas porque el negocio resultó tan ventajoso que se formaron verdaderas compañías de mercenarios; los hay en la época moderna y se consolidan y perfeccionan sus técnicas y tentáculos trasnacionales en la actualidad. Clausewitz decía que la guerra es la continuación de la política librada por otros medios; sin embargo,  creo que bien vale la pena aprovechar la inversión que hace Michel Foucault  de tal principio para intentar un acercamiento al papel de los mercenarios en el mundo globalizado de hoy. Vivimos en un estado de guerra global permanente;  los combates y escaramuzas militares no se libran exclusivamente con las armas convencionales ni  entre los espacios geográficos de los Estados nacionales; de allí la pertinencia de la inversión según la cual la política es la continuación de la guerra por otros medios.

Mercenarios no sólo son los soldados enrolados en las empresas militares privadas que combaten en el Medio Oriente para derrocar gobiernos desafectos a los dictámenes de los Estados unidos; son mercenarios  también quienes venden su pluma para justificar las intervenciones, asesinatos, encarcelamientos y torturas.  Mercenario el empresario de medios de comunicación que aferrado a su afán de lucro participa del bombardeo cultural diseñado en los diferentes centros del poder imperial para dominar los pueblos del mundo ( Globovisión dixit); mercenario el candidato a Presidente que, como el señor Capriles, se pone al servicio de la guerra imperial contra la nación y le sirve de cabeza de playa al intervencionismo; mercenario el dirigente político que, como Juan Carlos Caldera, recibe dinero al margen de la ley para financiar la campaña electoral  del candidato del Imperio; mercenarias las cúpulas partidista que, como las de Primero Justicia, desde su partida de nacimiento  aceptaron financiamiento estadounidense para servir políticamente dentro del país a los intereses de la ultraderecha internacional; mercenario el jerarca religioso que, cual vulgar mercader del templo, le vende su sermón al diablo por un plato de lentejas.  

pausidesreyes@hotmail.com



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