El pasado sábado 14 de mayo, apenas despuntaba el alba y las solitarias calles estaban humedecidas por la lluvia inconstante de esa madrugada, llegué para hacer la fila y adquirir la bolsa de alimentos que, para ese día, nos ofrecían los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP).
Una experiencia en la distribución de alimentos, aplicada primero por iniciativa del poder popular en las tierras de la Reina María Lionza, ha conseguido convertirse en una organización y práctica emblemática, incluida en el quinto motor, el de la Economía Comunal.
Sin aspavientos de ningún tipo, la respuesta popular de los CLAP a las agresiones imperiales, es hoy, para Venezuela y su Revolución Bolivariana y Chavista, una opción significativa que nos ha hecho recordar las armas estratégicas, fabricadas y utilizadas por el insurreccional ejército popular y campesino de Vietnam, cuando enfrentaban al mayor poderío mundial en materia armamentista. Pero en 1967 las fuerzas imperiales huyeron de los campos que habían invadido en la naciente República de Vietnam, ante el tesón y la firmeza del pueblo vietnamita.
Tres quilos de arroz, igual cantidad en harina de maíz para fabricar arepas, un quilo de leche, dos litros de aceite vegetal, un quilo de azúcar y un cuarto de quilo de chocolate en polvo para bebidas refrescantes, a una inversión de un mil doscientos bolívares, es un aporte significativo y a precio justo, para el mercado familiar golpeado duramente por la guerra económica desestabilizadora, contra el pueblo venezolano.
Luego de un censo sectorial en la zona donde habito, el pueblo organizado recibe el beneficio de la bolsa alimentaria, al tiempo que contribuye a enfentar el bachaqueo y a vencer la asfixiante guerra imperialista, desatada contra Venezuela, como parte de los planes desestabilizadores, desplegados en función de derrocar al Gobierno del Presidente Constitucional, Nicolás Maduro y establecer una dictadura derechista y fascista en el país.
En esta hora, cuando las agresiones, contra Venezuela, arrecian, es el momento de pensar con cabeza fría y actuar con perseverancia y sin vacilaciones. Las experiencias de Vietnam y de Cuba, en las largas batallas de resistencia, hasta vencer al imperio yanqui, deben ser parte de nuestra guía.
Entre tanto, con armas pequeñas pero fulminantes, como los CLAP, en manos de Poder Popular organizado, es oportuno aplaudir la iniciativa y su aplicación. Lo hacemos en este artículo al recurrir a la onomatopeya del aplauso, que se escribe y suena: clap, clap, clap, clap… por los CLAP.