El mensaje del balcón

Ganamos la Enmienda, muy bien. Nos hacía falta esa victoria. Ahora a “enmendar la revolución”.

Lo ha dicho Chávez desde el “balcón del pueblo”. Hay que enfrentar los graves problemas sociales que nos azotan, como la criminalidad desatada. Pero para vencer, incluso ese flagelo, hay que confrontar en serio la corrupción.

Con corrupción no hay revolución. Menos socialismo. La corrupción es una enfermedad de las sociedades clasistas, donde la posesión de bienes materiales simboliza el verdadero poder. Ser feliz es tener propiedades. Son los valores del sistema y es la lógica de su dinámica reproductiva. La gente es capaz de robar y hasta matar para apropiarse de aquello que genera poder económico. El poder económico da lo demás.

Me atrevo a afirmar categóricamente que en nuestro país en este momento hay una corrupción masiva y profunda. La herencia de la vieja política está casi intacta. Yo diría que peor, porque los cogollos de la IV República no prometían honestidad. Ellos “robaban y dejaban robar”. Por eso los corruptos de la República Bolivariana son esencialmente peores que aquéllos, porque nosotros prometimos ser diferentes. Porque para nosotros el asunto de la ética revolucionaria es de vida o muerte.

La corrupción carcome la moral colectiva, destruye las defensas éticas de la militancia socialista y crea una nueva burguesía que llegará muy pronto a ser el más peligroso enemigo de la Revolución.

No hay revolución con corrupción. Son antagónicas. Menos se puede hablar de socialismo, que es igualdad, en una sociedad donde unos oportunistas, arribistas y mediocres, estarán dispuestos a todo con tal de acceder al manejo de la renta petrolera. Se disfrazarán de rojo, llenarán sus oficinas con afiches del Che y fotos gigantes de Chávez, inventarán el culto a la personalidad, dirán que Chávez es perfecto, celestial, que no necesita ir al baño, y que cuando lo hace, defeca flores como aquel caballito de Nazoa que era bien bonito.

No nos engañemos más, aquí hay corrupción por todos lados. Desde los simples trámites de permisos o para obtener un documento oficial, hasta las complicadas operaciones financieras y transacciones petroleras, todo está hecho metástasis con ese cáncer devorador de vidas que es la corrupción.

La corrupción atenta además contra el logro de la eficiencia y la justicia social. Cómo se accede al derecho a la vivienda con esos contratos corruptos o al derecho a la salud con el desastre que son las compras en esta delicada área. La corrupción es enemiga de los Derechos Humanos.

Una verdadera revolución tendría que realizar ya y en forma masiva y organizada, una inspección fiscal de los bienes de los altos cargos públicos. El PSUV y los aliados PCV y PPT, junto a las organizaciones del Poder Popular, deberíamos emprender esta tarea urgente, así descubriríamos a los nuevos hacendados y empresarios, a los nuevos ricos, agiotistas y usureros.

Como aquí todo el mundo cita la Biblia, pues diremos que es bíblico que no se puede servir a dos dioses simultáneamente: o estás con Dios, o estás con el dinero. Recordemos que el inicio del ascenso de Chávez como fenómeno electoral en 1998, se dio por el discurso anticorrupción. Una revolución corrupta es una revolución fanfarrona, porque no cambia nada.

Para cambiar el sistema, para hacer una revolución de verdad, tiene que haber construcción heroica. De lo contrario, vendrá el naufragio.


caciquenigale@yahoo.es


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Yldefonso Finol

Economista. Militante chavista. Poeta. Escritor. Ex constituyente. Cronista de Maracaibo

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