Banco Industrial de Venezuela y ciencia ficción: la conspiración va por dentro

Apenas el 25 de enero del año en curso, Aporrea me publicó un artículo donde intento poner de relieve lo INEFICIENTE que es una institución como CADIVI (http://www.aporrea.org/contraloria/a116543.html). Varios (as) venezolanos (as) me han escrito desde diferentes partes del mundo para referirme sus problemas con el organismo cambiario (son casos variopintos); aplica para la Comisión de Administración de Divisas lo que una vez Borges le dijo, si mal no recuerdo, a Blas Matamoros: “más versátil en el error”. De este tipo de “versatilidad” borgeana me gustaría hablar en este texto, pero ya no aludiendo al celebérrimo organismo cambiario, sino a otro “paradigma” a la ineptitud: el Banco Industrial de Venezuela. Creo, sin temor a equivocarme, que instituciones como CADIVI y el BIV son conspiradores del proceso revolucionario. Hay que saber diferenciar a los adversarios de los enemigos. El Presiente dio una excelente explicación respecto a unos y a otros en su discurso de presentación de memoria y cuenta ante la Asamblea Nacional hace algunas semanas. La oposición venezolana cumple (o cumpliría) un rol importante dentro de la vida política nacional, lástima que su torpeza la haya conducido a tomar “atajos” constitucionales, en vez de asumir un papel más democrático y serio.

Ciertamente, el comandante Chávez tiene razón, los opositores no son sus enemigos, sino sus adversarios. Por enemigo tendríamos que pensar en aquellos que realmente hacen un daño estructural al proceso revolucionario. Es interesante este punto, sobre todo si nos detenemos a pensar como existe gente que está haciendo “fiesta” con toda la simbología revolucionaria, gente que se pone muy fácilmente encima la “ideología portátil”, ello se traduce en una franelita roja, en una gorra (roja también) y un par de frases pegajosas y entusiastas; frases animosas que apelan, más de las veces, a los efectismos y la truculencia que a la verdadera y radical transformación.

Yo en este texto hablaré de los enemigos del proceso, no los ubicaré, como se pudiera pensar, en el lado de la burguesía nacional y trasnacional, ellos cumplen su labor de adversarios ideológicos, son predecibles, son abiertamente identificables y todo su accionar está en consonancia con un sistema de valores abiertamente definido: el capitalismo; aunque ello no implique que asuman ciertas actitudes deleznables, viles. No es de extrañar, entonces, ver a un carcamán auténtico como Ramos Allup cumpliendo con su legítimo deber de opositor, desde la ramplonería propia de la derecha, este representante del sector conservador-reaccionario nacional arremete en contra del Gobierno Nacional. Ello es así porque esa es su “natural función” en el marco de la confrontación de dos modelos antagónicos y excluyentes: capitalismo y socialismo.

Sin embargo Ramos Allup se identifica con un sistema de ideas bien definido; yo comenzaría a temblar si mañana viese, así como así, al “último adeco” aplaudiendo los avances de la Revolución; temblaría de miedo de sólo pensar que Ramos Allup, de la noche a la mañana, se “puso la franela roja” y se lanzó por la calle del medio a favor de la Revolución. Ello no sucederá, aunque bien mirado, uno nunca sabe (cuanto adeco/copeyano confeso y abierto no anda hoy agitando la bandera revolucionaria: suerte de mímesis ideológica oportunista), el asunto es que si por alguna de estas “cosas raras de la vida” Ramos Allup se “convierte” a la Revolución, de seguro no se “recetearía”, no se “formatea”; ello supondría que éste traería consigo todos esos vicios propios de la cultura adeca, “devenida” roja rojita; cosas veredes. Entonces tocaría cuidarse del “camarada” Allup, ojo con él. 

El enemigo de nuestra revolución, en términos dialécticos y fácticos, son esas instituciones/personas que, asumiendo la prédica emancipatoria, usando símbolos libertarios y alguna que otra categoría revolucionaria, se lucran de la Revolución y el pueblo. El caso es que el BIV es un ejemplo claro de que la conspiración va por dentro. Hoy los grandes enemigos de la Revolución no son los Julio Borges ni las María Corina Machado o los Andrés Velásquez, ello son lo que son: parte del pasado político ominoso que hoy ha agarrado un suspiro ante el desgaste de nuestro proceso, a causa (en gran medida) de los grandes enemigos de nuestra Revolución: ineficiencia, corrupción, inseguridad, mediocridad, entre otros.

Mi caso es particularísimo; el 24 de enero de 2010 CADIVI me salió con una de las “suyas” y hasta el momento no he recibido respuesta oficial de mi caso, que es el caso de muchos, valga decir; eso se llama ineficiencia, además “ineficiencia agravada” toda vez que dependo de mis divisas para poder culminar mis estudios en el exterior, y no precisamente para el pago de matrícula estudiantil, sino para comer y vivir, un detallito nada más.  El 25 de enero, un días después de lo de CADIVI, voy a otra institución del Estado, al BIV, a intentar resolver un asunto puntual: mi cuenta corriente (adscrita a una cuenta nómina de la UBV) estaba bloqueada. La promotora me dice que hable con la subgerente del BIV, sede central, ubicada en Chacaíto, Caracas. En efecto, me atiende la joven subgerente y me dice que mi número de cuenta corriente también está asignada a otro señor; o sea, que este otro señor tenía exactamente mi mismo número de cuenta (es decir, mi cuenta estaba clonada). ¡Cómo es la vaina! Luego ella me dice, además, como si fuera poco, que en la sede del Banco Industrial de Venezuela en Puerto Ordaz (donde está adscrita mi cuenta), no tienen ningún tipo de expediente de mi cuenta y me suelta la siguiente perlita, cito textualmente, taxativamente, coma por coma: “Es que varios expedientes fueron arrastrados por las lluvias, entre esos el de usted…”; eso fue lo que le dijeron a la joven, amable y apenada gerente del BIV-Chacaíto. Por cierto, esa joven subgerente fue muy diligente, ella me resolvió parcialmente mi problema (por lo menos me habilitó la tarjeta de débito); vaya desde acá mi reconocimiento a esa joven eficiente y proba que dio la cara por el BIV; espero tenga un hermoso alumbramiento.

La estupefacción adquiere matices imposibles de soportar, me dio por reírme y nada más. Uno se pregunta, “¿será que están echando broma?”, que es una suerte de cámara escondida y que en algún momento alguien dirá: ¡corten, esto es un abroma de cámara escondida! En menos de 48 horas dos instituciones del Estado me fallaron, pero no de cualquier forma, sino de manera absolutamente surrealista, incomprensible, macondiana. Disculpen lo anecdótico, pero no encuentro otra forma de decir esto, por ello particularizo este texto. La pregunta es: ¿A cuántos venezolanos les sucederá este tipo de cosas?

En nombre de la democracia radical, popular y constituyente, exijo que este mismo tipo de cosas también les sucedan  a los ministros, para que sientan en carne propia lo que es sentirse abatido ante tanta INEFICIENCIA  e IRRESPONSABILIDA de instituciones como CADIVI y el BIV. Hace más de cuatro años denuncié en el BIV-Puerto Ordaz que me habían sustraído de mi cuenta, la misma que se repite con la del señor X, 325 mil bolívares de la época. Me asignaron un expediente, me dieron un número, han pasado más de cuatro años de eso y nadie responde de forma seria. Escribí en Aporrea (http://www.aporrea.org/contraloria/a97537.html) y un Gerente de Seguridad del BIV me escribió a mi correo para resolver mi problema, le dije: “ajá, y quién le resuelve el problema  los demás venezolanos y venezolanas que están en la misma o peor situación que yo”. Más nunca supe de ese señor.

Me gustaría que esa misma ineficiencia la padeciera un ministro, que estando fuera de su país le falten las divisas, que se calara seis horas en una cola del BIV en Ciudad Bolívar, que le sustraigan de su cuenta el dinero y que luego de cuatro años nadie le responda; qué pensaría ese ministro. La ineficiencia para el pueblo, de seguro que la equidad y la igualdad en este punto no son tan “igual”, tan “equitativa” y “democrática”: ¿“socialista”? Me gustaría verlos en las mismas situaciones indignantes; en este punto no soy dialéctico, ni teórico, ni “nada”, soy resentido (por aquello de volver a sentir), exijo un trato igual para todos, dejemos atrás los simulacros; que si de verdad queremos que la igualdad y la equidad dejen de ser un desiderátum más, entonces hagamos que los privilegios de pocos, sean los privilegios de todos. De seguro el pueblo llano no desea camionetotas ni guardaespaldas, tal vez sólo demande seguridad, justicia y libertad; mejores condiciones objetivas y subjetivas de vida.

El asunto acá es que la Revolución busca sus némesis fuera de su metabolismo, y no, no está tan afuera, debe verse a sí misma, dentro de su propia lógica están los elementos que torpedean todo cuanto se desea construir. Temo mucho al hecho de que se vaya horadando de a poco todo cuanto queremos hacer; porque aún y con toda la buena intención del mundo, también se puede ser ineficiente, un ineficiente buena gente y con las mejores intenciones; he allí la conspiración silenciosa, roja rojita; instituciones inoperantes, disfuncionales, voraces. ¿Por qué pocos advierten este tipo de cosas? ¿Será que las advierten y prefieren no “meterse en vainas”? El peor enemigo es el que va destruyendo simbólicamente este proceso; estas instituciones no pueden menos que apostar a esa destrucción simbólica y física. La gente va en búsqueda de respuestas, las respuestas no llegan. ¿Qué hacer entonces? A mi modo de ver, creo que debemos hacer valer nuestro derecho a decir, críticamente decir. Para ello están medios como Aporrea, que es una ventana a la verdadera acción crítica-transformadora. No podemos morir con un grito en el estómago. Hagamos la Revolución, es ahora o nunca.  No dejemos que instituciones como esas que menciono sigan su trabajo “sistemático” de destrucción de la Revolución; yo, al igual que Luis Britto García, creo y siento que estas instituciones son “mata votos”.  

¡Hasta la Victoria siempre!


johanmanuellopez@hotmail.com



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Johan López


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