FACUNDO
CABRAL
Hay quienes se sientan para ver la vida pasar y la vida les pasa. Hay otros, los más osados que la miran igual que los primeros, solo que se levantan, pero igual la vida les pasa y ellos se van con ella. Y unos últimos, quizá ya en extinción como especie, le dicen a la vida déjame llevarte.
A esta última especie perteneció, y de seguro lo seguirá haciendo Facundo Cabral, el gran (a lo mejor esto de gran te molesta, diciéndome yo lo que soy es alto) Facundo Cabral, que por su irreverencia pudo haberse marchado molesto porque no le avisaron a tiempo como para cantar la muerte cree que me lleva, y resulta que yo soy quien la llevo a ella, porque ahora queda menos muerte para los otros.
La vida le amaneció de bala, así lo hubiese expresado el chino Valera Mora. Sera que queda, de verdad un espacio vacio, y ese tizón encendido acaso no será la luminosa libertad que se asoma a las puertas de Abya Yala para decirle a ustedes yo no les detengo los caminos. Yo voy a acompañarlos siempre porque ustedes en Venezuela le han levantado la voz a la jodida vida, y ella tuvo que asimilarse a la vida verdadera, donde ya Dios no sea habitante de una muela cariada de algún niño, pero tampoco el pendejo que abre el cielo con un cierre para decirnos que el es el único mecánico para las reparaciones de la tierra, para dejarnos inmóviles ante los imperios.
Facundo no se va, lo mas probable es que tome como Dios la forma de un mendigo y se le aparezca a todos para probar que tan cerca están del yeso o de los cristos rotos. Quizá ahora le toque a el recitarnos el sermón de la montaña. Parece decirle al mundo que estar distraído o estar deprimido no son opciones. Para decirle que la soledad no es tan mala si uno puede escuchar sus silencios, como silencio “mas elocuente” fue el que tuvo el comandante presidente Hugo Chávez en estos días que la cuba de Martí lo tuvo para la historia asumiendo como Facundo que la soledad es “algo fundamental para vivir”.
Pero aunque seas Facundo, y yo, yo, permíteme discrepar con eso que bien cantas “la vida no te quita cosas”, porque si la quita, aunque quedan como lecciones, la vida te quita cosas. Te quita al juglar que hizo siempre que su garganta tuviera unas cuerdas vibrando para cantarle a la vida, te quita al hombre que le falto el respeto a la irreverencia diciéndole mil veces que mas irreverente eras el (perdón, eres).
Si es verdad, el corazón es la residencia oficial del amor, del cariño no estropeao, no fingido, pero por eso es precisamente que tengo que decirte que no es que el “la pobreza esta mas cerca del amor”, sino que los pobres son el amor insurgiendo, son la ternura subversiva que llego a entender en este país nuestro y tuyo, (porque no, total, no somos de aquí, ni de allá) lo que Juan Rulfo puso en boca de Pedro Paramo “el pecado no es bueno”, y por eso hemos asumido el socialismo como evangelio, conscientes de la necesidad que tiene para el amor de los pueblos. En esa asunción de la patria necesaria, de la patria urgente están tus palabras como récipes en muchos que te recuerdan de aquella época y que la hicieron parte de su práctica: “Dios te puso un ser humano a cargo y eres tú mismo. A ti debes hacerte libre y feliz. Después podrás compartir la vida verdadera con los demás”.
Esta mañana habrá muchos que se la reclamaran al calendario, esta mañana quedara marcada como la mañana en la que el poeta de las pequeñas cosas, el juglar de lo sencillo tomo un boleto prestado para un viaje hacia la luz, con retorno a la poesía y a una larga calle de ixoras y trinitarias que harán de tus pasos, los pasos de todos los que creen en la vida. Y tú, herido de vida, tomaras la guitarra y le devolverás a los caminos las respuestas, que tantos pasos en ella no le han dado. Lo harás Facundo, no en dolor mayor, sino en alegría sostenida para que una Mercedes Sosa de la mano de Ali Primera te hagan entrega de una vieja servilleta y un canto tuyo ajado en cuerpo de papel: Si Dios tuviera un refrigerador, tendría tu foto pegada en él. / Si El tuviera una cartera, tu foto estaría dentro de ella./ El te manda flores cada primavera./ El te manda un amanecer cada mañana. / Cada vez que tú quieres hablar, El te escucha. / El puede vivir en cualquier parte del universo, pero El escogió Tu corazón. / Enfréntalo, amigo -El está loco por ti!, para que tu los interpeles y desesperado pregunte por el loco aquel que una vez le recito el sermón de la montaña para hacerte descubrir a Dios.
Perdóname Facundo, perdóname, pero no todas las mañanas son buenas noticias, … no todas, no todas. Ysi, llora por el Argentina, llora.
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