21/N 1957: cuando se oyó el grito por la libertad y la democracia

La geopolítica de los años 50

La década de los 50 marca la consolidación del siglo XX, signado por dos guerras mundiales (la segunda apenas estaba concluyendo), y se había iniciado en toda su extensión la guerra fría, el terrible enfrentamiento entre el Este y el Oeste con toda su secuela de terror, de violencia, de luchas por la independencia y contra el colonialismo y la progresiva unión de estas luchas con el movimiento socialista mundial. La posibilidad de una III Guerra Mundial comenzó a avizorarse, como guerra nuclear, como la posibilidad de que la humanidad fuese destruida. No ocurrió así, se impuso lo que se llamó el equilibrio del terror o destrucción mutua asegurada y la guerra mundial se transformó en ilimitadas guerras locales, golpes de Estado, atentados contra presidentes (entre ellos, John Kennedy, de EEUU) y líderes mundiales, asesinatos, torturas, dictaduras militares…

La guerra de Corea que culminó en 1953; la guerra de Vietnam, que tuvo una culminación con la batalla de Dien Bien Phu, la derrota de los franceses, los consiguientes acuerdos de Ginebra de 1954 y la acelerada intervención de EEUU, en abierta violación de los mencionados acuerdos; la guerra por el Canal de Suez de 1956, cuando Israel, alentado por los ingleses invade a Egipto, entrando por el Sinaí para atacar Ismalia y Suez. Simultáneamente, paracaidistas anglofranceses ocuparon, luego de cruentos combates y enfrentamientos con la población, la ciudad de Port Said. Por diferentes razones la Unión Soviética y EEUU, se opusieron a estas acciones, las que finalmente culminaron con el triunfo de los egipcios y la consolidación en el mundo árabe, del liderazgo de Gamal Abdel Nasser.

El auge de las dictaduras militares en América Latina

América Latina había sido poblada de dictaduras militares. El asesinato de Gaitán en 1948, marca una época. Un punto culminante es 1954, con la Invasión a Guatemala, fraguada por John Foster Dulles, Secretario de Estado de EEUU, en el Aula Magna de la UCV (que recién se inauguraba), con el apoyo de Pérez Jiménez y demás gobiernos de América Latina. Esta invasión derrocó al gobierno democrático y nacionalista de Jacobo Árbenz, quien se atrevió a realizar una reforma agraria que afectaba los intereses de la United Fruit Company, que ya había provocado en Colombia, 1928, la masacre de las bananeras. Esa invasión se aprobó precisamente en la X Conferencia de Cancilleres de la OEA, como una de las tantas tropelías de esta organización.

El boom petrolero de 1956-57

Estos diversos acontecimientos, muy especialmente los de Suez, en 1956, provocaron el incremento de los precios del petróleo, lo que generó una gran bonanza en Venezuela, motivada por los ingresos extraordinarios que recibió la dictadura, multiplicados con motivo del pago generado por las nuevas concesiones petroleras que la dictadura otorgó a empresas estadounidenses.

Entre 1956-57, el país vivió una de las tantas borracheras petroleras que Venezuela ha conocido. Los carnavales de esos años fueron de los más fastuosos e impresionantes que se hayan conocido, por el despilfarro y la conversión del país en una gran parranda que desnudaba máscaras y ocultaba verdades. Todas las orquestas famosas del Caribe estaban tocando en el algún lugar de Caracas o del interior.

Más represión y homenaje a Simón Sáez Mérida

También en esos años se agudizó la represión perezjimenista contra los partidos de la resistencia, Acción Democrática y el PCV. Particularmente afectada se vio AD por la política golpista de Betancourt, por el temor de éste a que fuese un movimiento de masas el que derrocara a Pérez Jiménez y su casi histérico anticomunismo, lo que se pudo corregir momentáneamente cuando en 1957 Simón Sáez Mérida asumió la Secretaría General de AD y un grupo de jóvenes entre los que estaban Américo Martín, Rómulo Henríquez, Moisés Moleiro, Régulo Hernández, Héctor Pérez Marcano, Adícea Castillo, Virgilio Urbina, Mariano Rocha, Julio Escalona y otros, se fueron colocando al frente de la Juventud de AD. Fue posible entonces fortalecer la Junta Patriótica y constituir el Frente Universitario, organizaciones claves para el derrocamiento de la dictadura.

El golpismo y el anticomunismo de Betancourt golpearon severamente al movimiento democrático y antiimperialista

Mucho daño hizo la política golpista y anticomunista de Rómulo Betancourt. Esa política sacrificó a los principales dirigentes de Acción Democrática, tanto los dirigentes políticos como los dirigentes sindicales. Las posibilidades que surgieron para reorganizar al movimiento obrero y al movimiento campesino, así como a profesionales e intelectuales de las ciudades, fueron sacrificadas por Betancourt en fracasados intentos de golpes de Estado, que además, significaron el asesinato y apresamiento, por parte de la dictadura, de valiosos jóvenes militares.

La política betancourista fue claramente liquidadora de las fuerzas que podían organizarse para derrocar a Pérez Jiménez, y entorpecedora de la unidad de las fuerzas antidictatoriales, encabezadas por Acción Democrática y el Partido Comunista de Venezuela.

Betancourt se opuso a todas las posibilidades de organizar un movimiento de masas antidictatorial y democrático. Hacía mucho tiempo que Betancourt había dejado de creer en el pueblo como fuente de todo poder. El creía en el respaldo de lo que él llamaba el ala liberal de las fuerzas imperiales, coaligadas con la oligarquía criolla. Ese fue el frente de fuerzas que el estuvo propiciando. Por eso se opuso siempre a la unidad con el Partido Comunista, que era el otro firme pilar de la resistencia contra el gobierno de Pérez Jiménez.

Sistemáticamente estuvo obstruyendo la recuperación del movimiento de los trabajadores del campo y la ciudad, la alianza obrero-campesina con profesionales e intelectuales y de todo este movimiento con los militares democráticos.

¿Quién es el golpista?

Objetivamente, la política de Betancourt favoreció la continuidad de la dictadura militar y es bueno preguntarse por qué la derecha venezolana lo celebra como padre de la democracia. Padre del puntofijismo excluyente, oligárquico e imperialista, sí.

Betancourt fue un golpista destructor del movimiento popular al servicio de las fuerzas imperiales. El Presidente Chávez impulsó un golpe de Estado que actuó como catalizador de las luchas populares y que finalmente, culmina con una victoria electoral de dichas fuerzas, que ha abierto en el país un proceso de tránsito pacífico hacia transformaciones profundas de la sociedad venezolana y latinoamericana. Tránsito pacífico al que se oponen las mismas oscuras fuerzas, que impulsaron y respaldaron a Betancourt ¿Quién es el golpista?

La UCV va despertando

Este es el contexto del 21 de noviembre, que los jóvenes de la UCV comprometidos con el movimiento, conocíamos muy bien. La resistencia estaba concentrada principalmente en Caracas, pues en el interior del país ella había sido severamente golpeada.

La situación dentro de la UCV era de férrea vigilancia y espionaje, lo que había impuesto un clima de silencio que provocó una tendencia a no ver ni oír. Sin embargo, se mantenían diversos núcleos que se encontraban para leer poesía, hablar de literatura, de cine y subrepticiamente, leer textos de Marx, que estaban absolutamente prohibidos, con pena de prisión y torturas, para aquel o aquellos a los que se les descubriese alguna obra marxista. Ahí se fue fraguando la unión de los jóvenes de AD y de los jóvenes comunistas y de ahí surgían constantes iniciativas de resistencia.

Sobre todo cuando fue avanzando el año 57, crecieron los repartos clandestinos de propaganda, tanto dentro de la UCV como fuera de ella, lo que generalmente provocaba detenciones y las consiguientes torturas. Un clima tenebroso rodeaba a los militantes clandestinos.

Las probables elecciones de diciembre de 1957, reavivaron el debate político

La situación política se animó pues la fraudulenta constitución perezjimenista establecía un período de cinco años de gobierno para el presidente. Esos cinco se habían iniciado con el fraude electoral de diciembre de 1952, cuando Pérez Jiménez le arrebató la victoria electoral a Jóvito Villalba, y se cumplían en diciembre de 1957.

La constitución perezjimenista obligaba al dictador a aceptar la convocatoria de elecciones. Las fuerzas de oposición comenzaron a discutir la posibilidad de unirse en torno a la candidatura de Rafael Caldera para presidente de la República.

Pérez Jiménez no se atrevió a medirse electoralmente y violando su propia constitución, decidió convocar un plebiscito, que se realizaría hacia fin de año, el 15 de diciembre de 1957. El sentimiento de fraude electoral, de violación de la constitución y las amenazas de incrementar la represión, fue haciendo eco en barrios, fábricas, grupos de intelectuales y también en los cuarteles. El problema era cómo unir estos procesos.

La política betancourista era un severo obstáculo. Precisamente en 1957 la izquierda de AD, toma el control del partido y desoyendo las orientaciones de Betancourt llega a una sólida unidad con el Partido Comunista.

Se desarrollan dos procesos radicalmente diferentes. En el interior del país se fundan la Junta Patriótica y el Frente Universitario, con dos pilares básicos, los comunistas y la izquierda de AD. En el extranjero Betancourt conduce un proceso, con el apoyo del Departamento de Estado de EEUU, la participación de Jóvito Villalba, Rafael Caldera y en nombre de los empresarios, Eugenio Mendoza, que culmina con el Pacto de Nueva York, antecedente inmediato del Pacto de Punto Fijo.

Una huelga fundada en la fe

Si no recuerdo mal, el primer manifiesto del Frente Universitario fue repartido por las células clandestinas de la Juventud de AD y la Juventud Comunista en mayo de 1957 y poco a poco se fue estableciendo el consenso para convocar la huelga nacional estudiantil. Paulatinamente se fueron incorporando los jóvenes de URD y COPEI.

Cuando nos planteamos realizar la huelga, fue un movimiento de puro corazón, con profundo sentido de nuestro honor como jóvenes y el compromiso con el tiempo que nos había tocado vivir. No se apostaba a la victoria, es decir, que aquel movimiento incipiente pudiera derrocar a la dictadura. Entendíamos que esa era una lucha más larga, pero no teníamos dudas de que ese era un sacrificio que había que hacer, ya muchos de nuestros compañeros estaban en las cárceles, torturados o en el exilio y otros asesinados.

Fue un movimiento apoyado en la fe de que había un futuro para el pueblo venezolano con democracia, soberanía y libertad. Estábamos claramente identificados con el espíritu de los jóvenes universitarios que José Félix Ribas condujo a la batalla contra Boves, una fuerza de caballería que hasta ese 12 de febrero de 1814, había resultado invencible.

Fue un movimiento contra toda esperanza inmediata y nosotros teníamos plena conciencia de eso y que muchos podríamos entregar la vida o perder la libertad personal por años indeterminados. No era una fantasía. Todo detenido era torturado, no era sometido a juicio. En la cárcel no había derecho a visita de familiares o amigos. No existían abogados ni organizaciones de derechos humanos ni denuncias por la prensa. Solo el silencio, que podía prolongarse indefinidamente. Como siempre, bajo las peores dictaduras, los presos saben organizar la solidaridad y buscar muchas maneras de violar ese silencio. Probablemente es poco lo que yo pueda decir para describir el terror y el horror de la época.

Finalmente llegó el 21 de noviembre que había tenido como antecedentes las protestas del Fermín Toro, de la Miguel Antonio Caro, del Andrés Bello y otros liceos del interior. Por eso ese día celebramos el Día del Estudiante, no del estudiante de educación superior, como algunos medios han llegado a decir. Esa no es la verdad histórica.

Ese día amaneció antes de las 5am: transportando propaganda, haciendo los últimos contactos, precisando detalles…

La UCV fue allanada y un buen número de estudiantes fue hecho prisionero y trasladado a la Seguridad Nacional, ahí donde hoy día está el Hotel Alba Caracas. Las actividades fueron suspendidas. Entonces, varios colectivos de la Juventud Comunista y de la Juventud de AD, que no debían sumar mas de cien militantes, nos fuimos a la calle, nos movilizamos sin descanso: en las mañanas, los mediodías, las tardes, las noches, las madrugadas, repartiendo propaganda y haciendo mitines relámpago en cines, iglesias, esquinas, autobuses, barrios, fábricas… En ese colectivo, multiplicado incansablemente por toda la ciudad, parecíamos miles. Sobre nuestros hombros se fue levantando un movimiento antidictatorial, extendiéndose por barrios, fábricas y urbanizaciones. Se vio fuertemente reforzado por el levantamiento del 1° de enero de 1958, en Maracay, comandado por el coronel Hugo Trejo.

Llegamos a enero de 1958, cuando nos decidimos a tomar la calle y comenzaron a darse las primeras concentraciones de masas en el centro de Caracas. La primera importante probablemente fue un 10 de enero de 1958. Un 23 enero, simultáneamente con la huída del dictador, de madruga, nos echamos a la calle y entonces éramos miles marchando con el pueblo de Caracas. Muchos de nosotros nos fuimos a rescatar a nuestros compañeros que estaban detenidos y habían sido torturados en la Seguridad Nacional. Esa batalla duró buena parte del día, tomando visos, a veces, de batalla cuerpo a cuerpo. Al final, el edificio fue tomado, incendiado y nuestros compañeros liberados. La batalla apenas comenzaba…

La democracia directa

Se inició un período de democracia directa que significó que el pueblo forzó la modificación de la primera junta de gobierno; frustró la visita de Nixon a Venezuela, el golpe del general Castro León en julio de 1958 y así la calle se convirtió en fuente de poder, en centro para impulsar decisiones. Con las elecciones de 1958, este rumbo comenzó a ser enfrentado. Betancourt una vez que tomó posesión de la presidencia, en febrero de 1959, trazó un rumbo radicalmente anticomunista, declaró que las calles eran de la fuerza pública y en agosto de 1959, en la Plaza Concordia, la democracia puntofijista asesinó a los primero venezolanos.

Los fusiles se volvieron contra nosotros y así llegamos a la lucha armada, pero esa es una historia que contaremos otro día.

Lo que fuimos y lo que somos

Fuimos un movimiento estudiantil claramente identificado con nuestra historia y nos sentimos continuadores de la gesta de los estudiantes del 12 de febrero de 1814, de los estudiantes del 28, del 36 y de todos los que nos precedieron. Siempre con una orientación democrática, nacionalista, antiimperialista, socialista, de izquierda. No nos formamos con apoyos mediáticos o de grupos económicos o cualquier forma de poder.

Nuestra historia no tiene nada que ver con ese movimiento estudiantil que ha surgido hoy en algunas universidades, capitalista, financiado por el imperio, que no tiene tradición de lucha fundada en la historia del movimiento estudiantil venezolano que siempre fue patriota.

Queremos rendir homenaje a Simón Sáez Mérida, al Chino Valera Mora, a Moisés Moleiro, a Josefina Ríos, a Caraquita Urbina, a Diego Salazar, a Mariano Rocha y tantos otros que no están con nosotros, pero que formaron parte de esa valerosa vanguardia, crisol de la generación de 1958, que luego se puso a prueba durante la lucha armada de los años 60 y 70 y hay por ese examen que se llama proceso bolivariano. Difícil, zigzagueante, pero firme en lucha permanente entre la luz y la oscuridad, cuando no podemos perdernos entre las sombras.

Nuestra generación. Destrozada por la represión, torturada, perseguida, fusilada, desaparecida, lanzada desde helicópteros en vuelo… Diezmada por la inconsecuencia, por no saber comprender estos tiempos del proceso bolivariano, por no saber distinguir que en las revoluciones no todo siempre es bonito pues ellas mueven y remueven todas las pasiones, las nobles y las innobles, pero con la belleza de los pobres en movimiento, tratando de ser pueblo actor y realizador de los cambios. Un pueblo que se ha echado a andar, a soñar, con caídas y trompicones y va aprendiendo a decir basta. Un proceso en el que debemos ejercer la crítica, sin desmayo, sin descanso, pero sin perder de vista quién es el enemigo.

Después de tantas décadas de luchas y muchas derrotas, no podemos sino estar con los aciertos y errores de ese pueblo, con sus victorias y fracasos. Con un Presidente Chávez, que en medio de todas las tormentas, es un “echa’o p’adelante”.

En memoria de todos los que han sabido morir con dignidad, repetimos las palabras de Julios Fucik, en su Reportaje al Pie del Patíbulo:

“He vivido por la alegría, por la alegría he ido al combate, por la alegría muero, que la tristeza no sea jamás unida a mi nombre”.



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Julio Escalona


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