Rodilla en tierra, como nos enseñó el Comandante Supremo Hugo Chávez, preparamos esta nueva ráfaga de amor, con la misma hidalguía que los anteriores “charrasqueos”, con el mismo entusiasmo, quizá con más fuerza interna para la defensa del hermano, con la misma impotencia, de no ver concretado el justo y definitivo fallo que merece el compatriota Julián Conrado, y decimos impotencia, en tanto formamos parte del mismo equipo político de este gran barco de la Revolución Bolivariana y sus instituciones inherentes al caso se dedican a limarse y pintarse las uñas en el escritorio, en vez de otorgarle la LIBERTAD y el asilo político que se merece un ciudadano honesto, inocente, revolucionario y por demás cantor de pueblos, cuyas luchas culturales se han arraigado en el corazón latinoamericano.
Mientras se prolonga el veredicto y el trovador amanece otro y otro y otro y cien y doscientos días y más, privado de libertad, sin poder cantar ni abrazar sus campos, sus montes como campesino nato que es el compañero Julián, de manera injusta y descarada personajes del espionaje y de la delincuencia organizada como Timothy Tracy y otros, son puestos en libertad y gozan de impunidad jurídica. Citamos de nuevo al buen escritor Eduardo Galeano, el Mundo Al revés.
Hace más de 750 días que el Cantor está detenido de manera absurda. Una mañana después de once días del secuestro al Cantor, leíamos en una nota por internet “Guillermo Enrique Torres Cueter desde el 31 de mayo desapareció, fue detenido en la madrugada, aproximadamente a las 2:00 am, en la finca conocida como “La Quinta”, jurisdicción de Altamira de Cáceres, Municipio Bolívar, Edo. Barinas. Más de dieciocho (18) personas sin identificación alguna, de acentos colombianos y venezolanos, de vestimenta civil, con armas cortas y “metralletas”.
Luego de agresiones diversas, verbales y físicas, fue trasladado con esposas metálicas y ojos vendados en varias camionetas de lujo. Luego de un largo trayecto, en otro lugar, trasladado a una “avioneta”, con un número menor de hombres. Arribó a la base Aérea de La Carlota en Caracas, en la que fue reseñado. Trasladado a otro sitio de reclusión (¿?), en el que duró nueve días vendado y esposado, y obviamente incomunicado”.
Cabe subrayar que estos secuestradores colombianos entraron campante y sonante a nuestro territorio venezolano en un claro propósito, la negociación del cantor, puesto que el gobierno de Colombia ofreció por directrices del nefasto gobierno gringo, una cuantiosa suma de millones de dólares por la cabeza de este cantor campesino. Por ahora pudiéramos decir que se equivocaron o se les tergiverso el trato. Igual no nos deja la sospecha de una delicada diplomacia con la ultra derecha enquistada en el proceso revolucionario venezolano y que definitivamente nos debe llamar la atención. Todo o nada, compañeros, sin nerviosismo ni patulequerias.
Se preguntaran y por qué buscan a Guillermo Enrique Torres Cueter? Ellos no buscan a este personaje. Buscan a un guerrillero de la canción revolucionaria llamado Julián Conrado, quien se dedicó hace más de cuarenta años a cantarle a la naturaleza, a la lucha armada impulsada por campesinos colombiano desplazados para quitarles sus tierras y cultivar los opios que alimentan a los gringos, cultivos ilícitos que los hace millonarios con la muerte del ser humano en cualquier parte del mundo. ¿Cuál es la causa? ¿Por qué buscan a Julián?, sus cantos son himnos en el alma del hombre libertario, en el corazón del campesinado latinoamericano. Lo mismo hubiesen hecho hoy en día, con nuestro Ali Primera si estuviera vivo físicamente, como lo hicieron en los años ochenta.
¿Cuál es la causa? O como se pregunta el propio Julián Conrado en su canción “¿Qué tiene, qué tiene, qué tiene mi canto que le causa espanto a los opresores? Será porque dice la verdad y denuncia la injusticia, toda la inmundicia de esta sociedad capitalista”.
Termina otro día, otra semana. El Cantor Conrado sigue privado de libertad. Seguimos luchando, cantando, profundizando esta Revolución desde nuestras comunidades, abrazado con el pueblo y alertándolo de tantos saltimbanquis con camisa roja y boina, que brindaron por la muerte del Comandante y ahora creen que tienen el camino libre. Carajo!! Hoy más que nunca los millones de Chávez Frías estamos en la calle y quienes avanzan cada día nunca mueren, aunque mañana ya no estemos.
Sin tanto perendengue, le cantaremos a la paz.
Amando Venceremos.