La crisis de Venezuela y la intervención de Estados Unidos amenazan con un conflicto bélico en la región. La posición del gobierno de Cambiemos merece nuestro rechazo porque modifica la posición histórica de la Argentina basada en las doctrinas Drago, Estrada y Calvo. Una política de Estado que tiene un siglo y se construyó desde los principios del derecho internacional público: no intervención en los asuntos internos de los países, respeto a la autodeterminación y soberanía de sus pueblos, integridad territorial de las naciones y solución pacífica de los conflictos a través del diálogo. Los comunicados del Presidente Macri y los países del Grupo Lima avalando la provocación hacia el país hermano, exige que todas las fuerzas democráticas políticas y sociales, se expresen en defensa de la no intervención y se sumen a la justa posición adoptada por México y Uruguay.
El dilema no es lo que propagan las cadenas mediáticas de estar a favor o en contra de Nicolás Maduro, sino de algo mucho mayor que es defender al pueblo venezolano de los trusts petroleros de EE.UU. cuyo objetivo es apoderarse de una de las mayores reservas del planeta. Proyecto Sur es crítico de la degradación social y política y la gravísima crisis económica y humanitaria que el gobierno de Maduro ha llevado a Venezuela, provocando el éxodo de miles de personas de toda condición. Una gestión que se fue apartando de las políticas del ex presidente Hugo Chávez que le dio a su pueblo mejoras sociales esenciales a través de once triunfos electorales. Esas victorias fueron realizadas ante veedores internacionales como Jimmy Carter y otros grandes referentes. Hugo Chávez venció en las elecciones Presidenciales de 1998, las Constituyentes de abril 1999 y de diciembre de 1999, el Referéndum de 2004, las Regionales de 2004 y del 2008, las Legislativas de 2005, las Presidenciales de 2006, la Enmienda de 2009, las Legislativas de 2010 y las Presidenciales del 7 de octubre de 2012. Los gobiernos de Chávez fueron tan democráticos y populares que por primera vez en la historia de Occidente se implementaron la institución de la revocatoria del mandato presidencial siendo Chávez presidente.
En lo que va del siglo, las naciones sudamericanas avanzaron más que en el medio siglo precedente en la formación de las instituciones básicas de su integración: Unasur, Celac y la ampliación del Mercosur. El viejo anhelo de construir la Patria Grande por la que lucharon San Martín, Bolívar, Sucre, Martí, Cárdenas, Perón y muchos otros, enfrenta hoy en la mayor parte del continente –Colombia, Perú, Chile, Paraguay, Brasil y Argentina– una restauración conservadora, liberal y dependiente de los centros del poder mundial. Un escenario intervencionista motorizado por los sectores belicistas de los EE.UU. y el gobierno de Donald Trump que intenta retomar la doctrina Monroe y la "política del garrote". Sus planes son los de ejecutar en Venezuela una intervención armada que puede terminar en tragedias similares a las de Libia y Siria.
Hay que recordar los golpes e intervenciones armadas que los EE.UU. impulsaron en el siglo pasado contra las naciones del continente: el golpe que derrumbó al gobierno de Jacobo Arbenz impulsado por Foster Dulles y la United Fruit Company. En la soledad de aquellos años, fue el gobierno de Perón quien condenó la intervención y mandó ayuda a Guatemala. Desde entonces se sucedieron decenas de golpes e intervenciones militares como los de Santo Domingo, Brasil –1964– Uruguay , Chile –1973–, Argentina –1976–, y en este siglo, el golpe del 2009 en Honduras que destituyó al presidente Zelaya. La política norteamericana es la de reemplazar los golpes militares por "procesos jurídicos anticorrupción" cuyos ejemplos actuales son la destitución del gobierno de Dilma Roussef y el encarcelamiento del ex presidente Lula de Silva.
Pero la nación hermana de Venezuela no está sola: sus principales socios comerciales, China y Rusia además de Turquía y otros países, le han explicitado apoyo y advertido a los EE.UU. las consecuencias imprevisibles que puede desencadenar una acción bélica en Venezuela con sus miles de pérdidas humanas, daños materiales y millones de migrantes hacia los demás países. Para el proyecto de integración latinoamericana sería una catástrofe. Si la administración Trump y sus aliados Macri, Bolsonaro, Piñera y otros… siguen impulsando el golpe en Venezuela, el resultado más probable será el derramamiento de sangre y una crisis que se derramará por el continente.
Ante este panorama no puede postergarse en Argentina la construcción del gran frente patriótico –político, social y sin exclusiones– capaz de derrotar en las próximas elecciones el intervencionismo y fortalecer el polo latinoamericanista que expresan México, Uruguay, Cuba, Bolivia, Nicaragua…, fieles a la hermandad de la Patria Grande. Asimismo, el presidente Maduro y la oposición deben entender que la crisis debe superarse en paz y a través del diálogo, como bien lo plantean el Papa Francisco y las justas posiciones del presidente de México, A.M. López Obrador y del gobierno de Uruguay, ofrecido su mediación a las partes en conflicto.