Los llamados países desarrollados están convencidos que nuestras naciones no son serias, que no sabemos conducir una democracia, ni una economía; que somos mentalmente subdesarrollados y por ello condenados a derivar nuestro modo de vida suministrándoles materia prima extraída por sus propias compañías. Ah, y que cualquier intento nuestro de salirnos de ese esquema es risible y por supuesto en lo absoluto permisible.
Para ellos es lógico que en países “atrasados” como los nuestros haya salidas militares, insurrecciones y cualquier otro acto de subversión opositora ante gobiernos cuyas ejecutorias o ideologías sean contrarias a sus intereses. Medidas que jamás permiten o alientan dentro de sus propios territorios, o que inmediatamente sofocan, omiten o tergiversan a través de sus medios de comunicación.
Por supuesto que en su caso nunca puede hablarse de violación de Derechos Humanos porque, siendo sociedades avanzadas, los mismos están automáticamente garantizados, y cuando de verdad se violan, su prensa rápidamente se encarga de justificar o tergiversar en nombre de la seguridad de sus instituciones “democráticas”.
Preciso insistir en que, bien en el fondo, estos países siempre se autodenominarán “decentes”, y por ser precisamente así de decentes, todas sus acciones estarán justificadas.
Para ellos siempre seremos unos bárbaros, muy poco serios, y por eso alentarán, ignorarán o tergiversarán cualquier barbaridad que nos pase, o mejor dicho, que planifiquen y dirijan en nuestra contra.
No quieren darse cuenta que nos hemos venido convirtiendo en una vaina bien seria, irreverente y Bolivariana. Y que su decencia no nos impresiona ya.
Por supuesto que los adoradores criollos de estos países decentes tratarán siempre de parecérseles y con ello le harán el juego, aun en contra de sus propias naciones: Apátridas sin remedio.
Hay que estar alertas: los decentes y los apátridas están alineándose de nuevo (sólo hay que ver su prensa, sus chats y programas de TV de las últimas semanas) , y de nuevo, tendremos que demostrarles, como tantas otras veces durante los últimos lustros, que de verdad ¡somos una vaina bien seria!.
No pasarán.
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